El informe también sugiere que Saud al-Qahtani, asesor de bin Salman, logró secuestrar el teléfono de Bezos con una herramienta que había comprado a la empresa israelí NSO, algo que el Ministerio de Asunto de Exteriores de Arabia Saudí tachó de absurdo.

Una posibilidad es que el software, llamado Pegasus, explotara una vulnerabilidad de WhatsApp que permitía ejecutar código arbitrario mediante el envío de un archivo MP4. Pegasus también habría sido utilizado contra un disidente de Arabia Saudí en contacto con el periodista Jamal Khashoggi.

Khashoggi era un columnista del Washington Post (periódico que Jeff Bezos adquirió en 2013) crítico con el gobierno saudí. Murió torturado, degollado y descuartizado en la embajada de Arabia Saudí en Estambul en octubre de 2018. Relatores de la ONU creen que bin Salman, que “ordenó o por lo menos estaba al tanto del plan de asesinar a Khashoggi”, había hackeado a Bezos con el objeto de “influir, si no silenciar, los reportes del Washington Post sobre Arabia”.

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Este jueves, Bezos publicó en Twitter una foto en la que aparece junto a la prometida de Khashoggi en un acto celebrado durante el aniversario de la muerte del periodista. Horas antes, la ONU pedía regular el software de espionaje: “La vigilancia con instrumentos digitales debe estar sujeta a un control más riguroso de las autoridades judiciales y regulaciones nacionales e internacionales para que no sea fácil su abuso, y así proteger a los individuos”.

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Bezos dejó de hablar con bin Salman tras la muerte de Khashoggi, pero bin Salman le envió una imagen por WhatsApp en noviembre. Era una foto de una mujer parecida a su amante, Lauren Sanchez. Faltaban dos meses para que el National Enquirer destapara la infidelidad del fundador de Amazon.