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Así nació el infame paraguas-pistola búlgaro, un arma real diseñada para asesinar disidentes

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El paraguas-pistola no es precisamente un arma noble para tiempos más civilizados. La conocemos por el cine en manos de villanos como el Pingüino o espías de incógnito, pero tuvo un origen real y se utilizó para el asesinato de al menos dos personas.

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Lo cierto es que el ser humano tiene una larga y sólida trayectoria tratando de camuflar armas en cualquier cosa, y el paraguas, con su forma alargada que recuerda a un rifle, es terreno abonado para ello. El primer paraguas-pistola del que se tiene constancia data de 1860 y se trata, en esencia, de un rifle. Aparece registrado a nombre del fabricante británico Armstrong, pero no se conocen más modelos iguales. Un paraguas posterior (1892) cambia la estructura de rifle por un revolver camuflado en la empuñadura y que se desprende del resto para disparar.

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El paraguas-pistola no pasó de ser una mera curiosidad hasta bien entrado el siglo XX, cuando el servicio secreto búlgaro utilizó uno para asesinar a un disidente de su país. Ocurría en 1978. Un escritor de origen búlgaro llamado Georgi Markov notó un agudo pinchazo en una pierna cuando caminaba hacia su trabajo en Londres. Al volverse, un hombre estaba recogiendo un paraguas del suelo. El desconocido se disculpó con acento extranjero y siguió su camino. Esa misma noche, Markov cayó gravemente enfermo y murió tres días después. Lo habían intoxicado con una dosis letal de ricino.

La herramienta utilizada para inyectar el ricino al disidente fue un paraguas modificado por el servicio secreto búlgaro en colaboración con la KGB Rusa, y es bastante más sofisticado que la idea de un burdo rifle recubierto de tela para disimular. Había nacido el paraguas búlgaro.

El cuerpo del paraguas ocultaba un sistema silencioso de aire comprimido que disparaba un único proyectil de titanio e iridio del tamaño de la cabeza de un alfiler. Los médicos encontraron la diminuta esfera en la pierna de Markov durante la autopsia. El proyectil estaba hueco y en su interior hallaron restos de una dosis letal de ricino puro. Incluso aunque los médicos hubieran detectado la intoxicación por ricino cuando Markov estaba vivo no hubieran podido hacer nada para salvarle. En aquella época no se conocía ningún antídoto para esta sustancia altamente tóxica extraída de las mismas semillas que el popular aceite purgante.

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El proyectil estaba recubierto de una capa de azúcar endurecida que estaba pensada para que se disolviera con el calor corporal, liberando la toxina en el torrente sanguíneo. El servicio secreto búlgaro usó un paraguas-pistola idéntico para tratar de asesinar a otro disidente afincado en París, Vladimir Kostov, pero el proyectil perdió parte de la cobertura al disparar y la dosis no llegó a ser letal.

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El caso se hizo tan famoso que hasta rodaron un documental titulado The Umbrella Coup. Desde entonces, el paraguas-pistola ha protagonizado algunas escenas en películas y series de espías. En la realidad, el paraguas-pistola nunca ha sido tan pintoresco como para disparar gas tóxico o hacer las veces de lanzallamas como imaginaba El Pingüino, pero sí ha sido letal. [vía Atlas Obscura]