
A menudo los antivacunas presumen de ser los únicos despiertos en un mundo de borregos que aceptan la versión oficial. La realidad es que ellos son los títeres que difunden información falsa para engrosar las cuentas corrientes de doce personas en el mundo. Se los conoce como La docena de la desinformación.
El dato procede de un nuevo informe publicado por dos organizaciones sin ánimo de lucro que monitorizan Internet en busca de información falsa, discriminatoria o tendenciosa. Esas organizaciones son El Centro contra el Odio Digital (Center for Countering Digital Hate o CCDH por sus siglas en inglés) y la Anti-Vax Watch, que es una organización encargada de monitorear la industria antivacunas.
¿Hemos dicho industria? Sí, por supuesto. Las teorías antivacunas no son precisamente la voz de alarma hecha pública por un grupo de rebeldes antisistema (si lo has leído en WhatsApp o en Facebook de antisistema y de clandestino tiene poco). Se trata de virales difundidos por personas y grupos adscritos a todo tipo de empresas que tienen muchos ceros que ganar haciendo adeptos a su causa.
El estudio ha analizado más de 812.000 publicaciones con contenido antivacunas que han aparecido en Facebook y Twitter entre el 1 de febrero y el 16 de marzo de 2021. Muchos de esos mensajes se traducen y cambian de formato o imagen pero, al tirar del hilo, resulta que los autores originales son siempre los mismos. el informe ha revelado que el origen del 65% de todos los mensajes antivacunas se remonta a las cuentas online de 12 personas:
- Joseph Mercola: Osteópata y defensor de la medicina alternativa y empresario fabricante de suplementos alimenticios y diversos dispositivos médicos de dudosa eficacia.
- Robert F. Kennedy, Jr: Sobrino del presidente Kennedy y conocido portavoz del movimiento antivacunas y teórico de las conspiraciones. CEO del grupo activista Children’s Health Defense.
- Ty y Charlene Bollinger: Dueños del sitio web The Thruth about Cancer y conocido Activistas de la medicina alternativa y de las teorías conspiranoicas.
- Sherri Tenpenny: Activista antivacunas y autora de varios libros que se oponen a la vacunación.
- Rizza Islam: Ronnie Steven Islam es un influencer que regularmente publica contenido antisemita, anti-LGBTQ y retórica antivacunas así como todo tipo de teorías de la conspiración.
- Rashid Buttar: Osteópata, defensor de la medicina alternativa y del uso de quelantes para tratar enfermedades como el autismo o el cáncer.
- Erin Elizabeth finn: Pareja sentimental de Mercola y difusora de todo tipo de teorías conspiranoicas relacionadas con la salud desde la cuenta UnhealthyTruth.
- Sayer Ji: Escritor y promotor de la medicina alternativa y antivacunas que vive de ofrecer asesoramiento (vía suscripción) en materia de salud y de vender remedios alternativos.
- Kelly Brogan: Psiquiatra holística y autora de varios libros sobre medicina alternativa en los que también promueve teorías de la conspiración. Colabora habitualmente con Goop, la empresa de Gwyneth Paltrow dedicada a discutibles remedios sanitarios.
- Christiane Northrup: Ginecóloga reconvertida en defensora de las terapias alternativas. Recientemente adscrita a las teorías conspiranoicas de QAnon contra el Covid-19.
- Ben Tapper: Quiropráctico y defensor de las terapias alternativas y asociado a diversos grupos de extrema derecha.
- Kevin Jenkins: Activista antivacunas afroamericano que defiende que las vacunas son una herramienta para exterminar a las personas de otras etnias.
- En Medika Life añaden un individuo más a esta lista: Clay Clark, presentador adscrito al partido republicano y conocido nagacionista de la pandemia y antivacunas.
El CEO del Centro contra el Odio Digital, Imran ahmed explica muy claramente la naturaleza de las actividades de estos doce(+1) individuos y el peligro que suponen, no solo para la educación científica, sino para la salud pública:
Existe un pequeño grupo de individuos que son figuras públicas a la vista de todos. Ninguno de ellos tiene experiencia médica de relevancia, pero sí que tienen sus bolsillos relacionados con el tema y abusan de las redes sociales para tergiversar la amenaza del Covid-19 y difundir desinformación sobre vacunas. Esta desinformación supone una amenaza directa a la salud pública.
Se trata de un grupo coherente y organizado de propagandistas profesionales. Muchos de ellos dirigen empresas multimillonarias con sede sobre todo en Estados Unidos. Producen manuales de entrenamiento para sus activistas, diseñan sus mensajes en función de sus audiencias y hasta celebran eventos anuales como cualquier otro sector empresarial.
Los antivacunas están usando las redes sociales para reclutar a millones de personas y adoctrinarlas en el miedo a la ciencia y la duda. Si no actuamos rápido, la pandemia durará más y se perderán más vidas.
La influencia de estos individuos en redes sociales varía. Su influencia llega al 17% en Twitter, pero se dispara hasta el 73% en Facebook. El estudio calcula que entre Twitter, Facebook, YouTube e Instagram, la docena de la información llega a 59 millones de seguidores.
Algunos de estos individuos han abandonado redes sociales debido a la presión de grupos científicos, pero otros siguen trabajando en pro del movimiento antivacunas (y de la industria que hay detrás) como si tal cosa. La docena de la desinformación es conocida desde hace tiempo, pero gran parte del poder para neutralizar sus mensajes está en manos de las compañías tecnológicas como Twitter, Facebook o Google. Esa es precisamente la petición que hace el informe, que los dueños de la plataforma intervengan para poner coto a los bulos cortando las cabezas online de los que los idean. [CCDH vía Science Alert]