Los diamantes son el material de formación natural más duro del planeta. ¿Qué pasa si combinamos ese material mediante nanotecnología? La respuesta es un nuevo tipo de fibra tan resistente que podría llegar a hacer realidad una idea que hasta ahora estaba solo en terreno de la ciencia-ficción: el ascensor espacial.
El diamante es una de las formas más estables del carbono. Sus átomos cristalizan en una red con estructura en forma de tetraedro. La unidad básica de esa red es el ciclohexano, una molécula de átomos de carbono con forma de anillo hexagonal .
El profesor John Badding y sus colegas de la Universidad del estado de Pennsylvania, en Estados Unidos, ha logrado seleccionar la estructura de tetraedro que da lugar al diamante y encadenarla con otras iguales hasta formar una cadena. "Es como si un relojero hubiera engarzado los diamantes más pequeños que pueden existir en una cadena" explica Badding. El equipo de investigadores cree que, al ser en esencia un diamante, el nuevo material puede demostrar las mismas capacidades de resistencia y dureza.
El material ha sido creado comprimiendo átomos de benceno en las instalaciones de alta presión del Laboratorio Nacional Oak Ridge. El truco ha estado en el tiempo que han dejado al benceno reaccionar al aflojar la presión, que ha permitido la creación de estos nuevos enlaces entre sus moléculas.
Badding y sus colegas trabajan ahora en verificar las cualidades de las nuevas nanofibras, y dar con una forma de producirlas en masa. Si se confirma que la ciencia ha sido capaz de crear "hilos" de diamante, sus aplicaciones pueden ser incalculables.
Volviendo a la idea del ascensor espacial, ese mecanismo teórico consiste en un cable que une una estación en órbita geoestacionaria con una base en tierra. Semejante instalación ahorraría miles de millones en combustible y daría un impulso increíble a la exploración espacial. El problema es que no se conoce un material lo suficientemente resistente como para construir los cables por los que debería circular el ascensor. Las nanofibras de diamante podrían ser un comienzo. [Penn State University vía Forbes]
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