La sensación que más se repite al leer un manga de Junio Ito es el miedo a pasar la página.
Junji Ito es uno de los artistas del manga más famosos en Japón y en el mundo. Es considerado el maestro del terror en el género, en gran parte por la forma en la que encuentra y retrata el lado más macabro de cualquier situación o idea, incluyendo temáticas paranormales y algunas tan extrañas e incluso absurdas que cuesta dejar de pensar en ellas por un largo tiempo.
Desde hace algunos años el nombre de Junji Ito está sonando con mucha fuerza en occidente, en especial por tres motivos: la reciente adaptación de algunas de sus historias cortas en una miniserie de anime, la próxima adaptación al anime de una de sus obras maestras, Uzumaki, y porque iba a estar involucrado en el videojuego Silent Hills de Hideo Kojima y Guillermo del Toro, colaborando como diseñador de criaturas, espantos y cosas horribles, algo que al maestro Ito se le da tan bien. El resultado ha sido que cada vez más personas están conociendo su obra y estilo único en materia de terror y de contar historias. Después de todo, para los fans de mangas, cómics o novelas de terror, el trabajo de Junji Ito es imprescindible.

Recientemente tuve la oportunidad de conversar con Ito durante su visita a la Argentina Comic-Con de la mano de la editorial Ivrea, quienes acaban de lanzar otra de sus obras, Remina, en el país. Lo que más tenía curiosidad de saber es cómo funciona la mente y la creatividad del mangaka al momento de plasmar terror en una página. Cuáles son sus secretos, la clave en sus trabajos (si es que existe solo una) y, por supuesto, de dónde provienen sus ideas.
Para Ito, la clave se encuentra en mantener la intriga y las expectativas. En que cada vez que pasemos de página haya algo que nos impacte. “La intención es que cada vez que des vuelta a una página tenga algún impacto. Para ello, además de posicionar algún suceso o acontecimiento importante o fuerte, dibujo muchas más líneas y hago los trazos con una mayor intensidad”, explicó el mangaka. Básicamente, además de lo terrorífica o grotesca que pueda ser la imagen de por sí, acentúa más la escena, les da una especie de textura, lo que crea una mayor impresión en el lector. La estética de sus obras es su mayor firma.
Por ejemplo, esto es algo que se puede encontrar al momento de pasar una página en un manga de terror de Ito. Un momento impactante, lleno de repulsión y sorpresa.

Uzumaki es una de las obras más populares y conocidas del mangaka. Se trata de una historia que se desarrolla alrededor de los espirales. Sí, algo tan simple como un espiral y el terror que pueden ocasionar, desde la figura geométrica como tal hasta la obsesión de las personas con ellos.
Y es que ahí está la esencia del trabajo de Ito, su magia: la forma en la que entiende el terror, o mejor dicho, cómo lo plasma. Para entenderlo debemos recordar que el terror no necesariamente es eso que vemos en las películas de Hollywood. Muchos de esos trabajos simplemente se aprovechan de impactar al espectador con una imagen y/o sonido abrupto y repentino, eso que se conoce como “jump scare”. Puede que la película tenga que ver con demonios, fantasmas, monstruos o lo que sea, pero al final lo que suele provocar es el susto inmediato y momentáneo de una persona cuando salta una imagen repentina en la pantalla.
En el caso de la obra de Ito, es más cercano a un terror psicológico, que más allá de simplemente ocasionar miedo puede dejar una imagen grabada en la mente del que lo lee, en ocasiones hace que nos preguntemos, ¿cómo sería si esto me sucediera? Porque esa es otra de las características de sus mangas: las historias suelen estar protagonizadas por personas comunes y corrientes, y se relacionan a su vida cotidiana. Es como si intentase reflejar un mundo tranquilo y normal que, de repente, se rompe de algún modo, y cosas horribles comienzan a suceder.

“Mis ideas provienen del día a día, del mundo real”, me comentó el autor. “Suelo obtener inspiración de eventos reales que ocurren en el mundo y a mi alrededor. A partir de entonces relaciono la idea a personajes comunes, y voy desarrollando la trama de los personajes, el antes y el después de esa primera idea”.
Uno de sus cuentos más conocidos se relaciona mucho a esta explicación del mangaka. Su nombre es “El enigma de la falla de Amigara”, y en ella un terremoto abre una grieta en una montaña que se extiende por kilómetros, y a los lados de la grieta han aparecido siluetas humanas. Poco a poco cada vez más personas van a visitar la grieta y comienzan a sentirse atraídas por los agujeros, y de ahí las cosas se tornan bastante macabras. Este cuento, que se encuentra al final del segundo tomo de su novela Gyo (que tiene que ver con peces mutantes robóticos que salen a tierra firme. Sí, has leído bien), fácilmente podría haber estado inspirado en alguno de los tantos terremotos de Japón o el mundo. Es posible asociar algunas historias de Ito a acontecimientos del mundo real y pensar: quizás esto lo ha inspirado.
Algunas, pero no muchas. Porque sus historias suelen rozar conceptos abstractos y macabros, como es el caso del ya mencionado Uzumaki.

Ito dice que una de sus mayores ambiciones al momento de crear una nueva obra es que sea una mezcla de algo hermoso y algo terrorífico y grotesco. Tras leer varias de sus obras, tengo claro que lo ha logrado. Sus personajes suelen sentirse básicos en emociones, reflejando cierto cansancio o vacío en la mirada, como si guardaran algún secreto. Sin embargo, eso sirve de contraste con el mundo que desarrolla a su alrededor, en especial en esos momentos de impactos que suceden al cambiar de una hoja a otra en los momentos más tensos de la historia. Esos momentos a veces llegan por sorpresa, pero a veces pasas tanto tiempo esperando esa hoja que añade aún más tensión a la historia.
El terror de Junji Ito es uno visual. Es uno que distorsiona la realidad, uno que juega con cosas que para la mayoría de nosotros son completamente normales (como peces, espirales, estrellas o incluso con la idea de soñar al dormir), y la transforma en algo que puede ser grotesco, terrible y en cosas como esta, que no quisiera ver nunca en mi vida, ni en persona ni en mis pesadillas:

Durante su conferencia en la Comic-Con de Argentina, el autor dijo que no siente miedo de sus propios trabajos. Sí, algunas obras le han dejado una impresión o sensación de mal cuerpo debido a su relación con el mundo real (por ejemplo, mencionó una historia corta acerca de un intento de suicidio), pero no siente miedo de sus bichos, afortunadamente para él. Sin embargo, eso puede presentar un reto al trabajar: “cuando hago mis historias y dibujos lo que me parece más difícil es encontrar cómo puedo hacer que el lector entienda el desarrollo de la historia, que comprenda la forma en la que avanza. [...] Además, que no me den miedo [mis creaciones] es un reto, porque me pregunto si le darán miedo al lector”, explicó el mangaka.
Ito también mencionó que no cree en fenómenos paranormales, pero no se niega a la posibilidad de que existan. “De hecho, quisiera creer que existen”, afirmó durante la conferencia. De todas formas, confiesa que le atemoriza la idea de encontrar alguna sombra extraña, o imagen fantasmal, en una casa, foto o video. ¿Y a quién no?

La primera obra de Junji Ito fue Tomie, una historia que tardó poco más de una década en completar, y que cuenta la historia de una mujer hermosa y misteriosa vuelve locas y violentas a las personas, hasta que se matan o incluso la matan a ella, pero no para de volver a la vida. Tanto Tomie como Uzumaki y Gyo se encuentran entre las obras maestras y clásicas del autor, pero Black Paradox, Remina y cuentos cortos como La falla de Amigara y Long Dream (Largo Sueño) son historias espectaculares que se tornan cada vez más extrañas a medida que pasan las páginas.
Una adaptación de Uzumaki como anime está en desarrollo, e Ito dice estar muy entusiasmado con el proyecto, que incluso será en blanco y negro para intentar adaptar la fuente original. De todas formas, trasladar su obra al anime o live action (lo han intentado) no es tarea fácil, porque no hay nada más impactante que ese momento, sí, el momento en el que vas a pasar de página y no sabes con qué te vas a encontrar.