Musk, que suele hacer servicio al cliente a través de su perfil personal de Twitter, pidió disculpas a la mujer y dijo que Tesla había pasado “del infierno de la producción al infierno de la logística de entrega”, añadiendo que “están haciendo progresos” y que el problema “debería resolverse en breve”.

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Lo que ocurrió después no lo has visto con ningún otro fabricante de coches: decenas de personas se ofrecieron voluntarias para ayudar en la entrega de los nuevos Model 3. “Muchos propietarios de Tesla estaríamos ENCANTADOS de ayudar de forma gratuita con las entregas”, puso alguien en Twitter. “No podemos hacer el papeleo, pero podemos hacer orientaciones. ¡Es divertido educar a los nuevos propietarios y ver su alegría y entusiasmo!”, añadió.

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Musk no solo aceptó la oferta, sino que propuso a sus seguidores acudir a las tiendas de Tesla para “educar a los nuevos dueños” cada sábado y domingo durante el mediodía y cada día de la semana por la mañana o por la tarde.

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No todos entendieron tanta generosidad (“es increíble que una compañía valorada en 50.000 millones de dólares dependa de voluntarios para resolver sus problemas”), pero otros lo vieron como una muestra del valor que tiene Tesla como marca (“lo increíble es que haya clientes tan entusiasmados con un producto que se ofrezcan voluntarios para beneficiar a la corporación”).