Donald Trump, el presidente electo de los Estados Unidos, en varias ocasiones ha negado públicamente la existencia del cambio climático, e incluso hace algunos años llegó a decir que no era más que un invento de los chinos para manipular la industria norteamericana. Afortunadamente, su discurso está cambiando.
Durante una entrevista con un grupo de periodistas de The New York Times el presidente reculó en sus declaraciones pasadas. Ahora Trump cree que la actividad humana sí tuvo parte de la culpa del cambio climático, aceptando además que el concepto es real y no algo inventado por China para “hacer menos competitiva la industria de manufactura en los Estados Unidos”, como mencionó cuatro años antes de ser elegido presidente.
El concepto del calentamiento global fue creado por los chinos para su provecho con la finalidad de hacer menos competitiva la industria de manufactura en los Estados Unidos.
Pero las cosas cambian y también las ideas, sobre todo cuando su próxima responsabilidad será la de liderar una de las más grandes potencias mundiales. Los periodistas que le entrevistaban no perdieron la oportunidad para preguntarle su opinión sobre el cambio climático, asunto ante el que Trump aseguró “tener la mente abierta”.
¿Cree Trump que la actividad humana está ligada al cambio climático? Su respuesta: “Sí, creo que hay conexión. Alguna, algo... Depende de cuánto estemos hablando”.
Sobre los acuerdos en la Cumbre climática de París que el presidente Barack Obama firmó este año, Trump no ha decidido abandonarlos... ni tampoco quedarse. Lo está analizando de cerca.
Tom Friedman pregunta si Trump se saldrá de los acuerdos del cambio climático. Su respuesta fue: “Lo estoy estudiando de cerca. Tengo una mente abierta al respecto [para todas las posibilidades]”.
Finalmente Donald Trump tiene claro algo:
“El aire limpio es de vital importancia”.
Así es, presidente electo, y los acuerdos a los que llegaron casi 200 naciones en la cumbre climática de París de este año son el mejor camino que ha ideado el mundo para lograrlo, o al menos los primeros pasos. [vía The New York Times]