El 8 de noviembre de 1961, los cinco miembros de la familia Duperrault se embarcaron en el velero Bluebelle para iniciar el viaje que tanto habían planeado. Por delante, una semana probando la vida en el mar previo paso al año donde pensaban recorrer el mundo. Sin embargo, los Duperrault jamás regresaron.
Arthur Duperrault les había comentado a sus allegados días antes cuál era la idea de la familia. El hombre, un hombre de negocios con éxito, tenía el dinero suficiente para dejarlo todo y vivir un año con el resto de la familia navegando por el mundo.
Para ello, Arthur pensó que lo mejor era comenzar con un primer viaje de prueba, una semana navegando para catar como era la vida en el mar y, si todo salía según lo planeado, podrían prolongar el año sabático. La familia decidió comenzar la aventura en pleno invierno en Wisconsin (de donde eran naturales). De esta forma, el padre, su esposa, Jean, su hijo, Brian (de 14 años), e hijas Terry Jo (de 11), y René (de siete), se dirigieron a las Bahamas a bordo de un velero alquilado, el Bluebelle.
Los Duperrault contrataron Julian Harvey, un ex piloto de la Fuerza Aérea y un experimentado marinero para capitanear el barco. La esposa de Harvey, Dene, se uniría al grupo más tarde.
Con todo listo, la tripulación del Bluebelle zarpa en la mañana del 8 de noviembre. El Capitán Harvey alejó el barco del muelle navegando por la corriente del Golfo, pasando entre Florida y Bahamas. Durante los siguientes cuatro días, Harvey navegó el Bluebelle hacia el este, en dirección a la pequeña cadena de islas de Bimini, para luego acudir a Sandy Point, una pequeña aldea en el extremo suroeste de la isla del Gran Ábaco.
En este lugar el grupo pasó la semana buceando y paseando por las playas, un entorno idílico, hasta que tocó regresar. Antes, Arthur Duperrault estuvo con Roderick Pinder, el hombre de Sandy Point encargado de aprobarles los formularios para salir de las Bahamas y regresar a los Estados Unidos. Arthur le llegó a comentar que “volverían antes de Navidad”.
Esa noche, todos cenaron en el Bluebelle. Sería la última comida para casi todos ellos y la anfitriona fue Dene, la mujer de Harvey que se había unido al grupo en Sandy Point.
Poco antes de la medianoche, Terry Jo se dirigió debajo de la cubierta a su dormitorio, la niña tenía una especie de pequeña cabaña en la parte trasera del bote. Por lo general, René dormía allí también, pero esa noche su hermana pequeña seguía con sus padres y su hermano en la cubierta de la cabina.
Cuando llegó la media noche, Terry Jo se despertó con los gritos de su hermano gritando, “¡Ayuda, papá! ¡Ayuda!” La niña también escuchó unos ruidos de pasos muy rápidos, como si alguien estuviera corriendo. Después, silencio absoluto. La pequeña se había quedado inmóvil en su cama temblando, desorientada y aterrorizada, no sabía que debía hacer.
Tras cinco minutos, quizás más, Terry Jo salió sigilosamente de su cuarto. Nada más salir vio a su madre y su hermano tirados en un charco de sangre en la zona principal del camarote, un área que funcionaba como cocina y comedor durante el día y se convertía en dormitorio por la noche. La niña supo al instante que ambos estaban muertos.
Lentamente, subió las escaleras y asomó la cabeza por la escotilla. Allí vio más sangre acumulada en el costado de estribor de la cabina y un arma punzante, probablemente un cuchillo. Terry Jo subió a la cubierta y se volvió hacia la parte delantera del bote. De repente, el capitán Harvey se abalanzó sobre ella y la empujó escaleras abajo. Con el corazón latiéndole a mil por hora, Terry Jo desvió la mirada de los cuerpos de su madre y su hermano, y regresó corriendo a su dormitorio para esconderse en la litera.
Desde allí, temblando de miedo, comenzó a escuchar un chapoteo extraño. En poco tiempo, el agua comenzó a filtrarse en su cabina y cubrió el piso. Terry Jo se dio cuenta de que el barco se estaba llenando de agua, pero tenía miedo de moverse. En ese momento, la pequeña escuchó un ruido, giró la cabeza y vio la sombra del capitán en la puerta. El hombre la miraba fijamente y tenía algo entre las manos, parecía un rifle.
Unos minutos más tarde, el capitán dio media vuelta y subió a la cubierta. Con el agua llegando a la parte superior de su colchón, la niña sabía que debía salir de allí o moriría. Caminando a través del agua hasta la cintura, subió a la cubierta de nuevo. No vio al capitán, pero desde la luz de una bombilla sobre el mástil principal de la embarcación observó la balsa salvavidas de goma flotando.
De repente, Harvey aparece por detrás y le dice que el barco se está hundiendo. Le señala el bote y la pequeña se sube mientras deja que la cuerda que lo mantenía unido con el velero se suelte. El bote se aleja lentamente mientras el Bluebelle se hundía. Harvey saltó por la borda para tratar de atraparlo, e incluso Terry Jo lo vio nadar detrás del bote mientras desaparecía en la noche.
Así comenzó una odisea de cuatro días donde la pequeña Terry Jo, sin saber muy bien que clase de horror le había llevado hasta esa situación, se mantuvo aferrada a un flotador sin quitar la mirada del horizonte, temerosa de que el capitán la acechara desde algún punto.
No tenía agua, ni comida, y la ropa que llevaba no la iba a proteger del frío de la noche. A la mañana siguiente, un lunes, la pequeña contó que el sol hizo su aparición secando su cuerpo. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que supondría un peligro mayor. A medida que avanzaba el día, la temperatura subió rápidamente, y el sol comenzó a quemarla.
No sólo eso, el flotador también empezó a desintegrarse, exponiendo sus piernas y pies a lo que fuera que pudiera haber bajo el mar. Cada hora que pasaba, su lengua se volvió más seca. Aun así, la pequeña recordaba no tener especial apetito o sed.
Al segundo día, un pequeño avión rojo sobrevoló en círculos. La joven lo miró y lo saludó, el avión pasó directamente sobre ella, pero en un ángulo que hacía imposible que los pilotos la vieran. Lo cierto es que las posibilidades de que alguien en un barco o avión que pasara descubriera a Terry Jo eran cada vez más escasas.
El tercer día amaneció brillante y claro, volvía a hacer mucho calor. Todos sus músculos le dolían. La piel estaba completamente quemaba, sus labios estaban hinchados, y su cuerpo apenas lo sentía. Las pocas fuerzas que le quedaban las utilizaba para mantener el equilibrio en los bordes del flotador inestable, ya que gran parte del mismo estaba destruido.
La pequeña comenzó a alucinar, imaginando una pequeña isla desierta con una única palmera solitaria. De hecho, creyó verla de frente y trató de remar hacia ella. Unos minutos después, Terry Jo cayó inconsciente.
El cuarto día la niña no sentía los rayos del sol. Con muy pocas esperanzas de vivir, a media mañana levantó los ojos y divisó una gran sombra junto a un rugido. Cuando levantó la vista, vio cabezas y gente agitando los brazos. Podía oír voces que gritaban. Finalmente, varios brazos la levantaron lentamente mientras volvía a caer inconsciente.
El Capitán Harvey
Cuando Julian Harvey fue contratado como capitán del Bluebelle, la familia no sabía mucho sobre su vida anterior. El hombre era teniente coronel retirado de la Fuerza Aérea, casado con Mary Dene Jordan, una aspirante a escritora y ex auxiliar de vuelo. El día después de que se hundiera el Bluebelle, un petrolero con destino a Puerto Rico vio un pequeño bote de madera flotando en el medio del Canal de Providence.
Cuando el capitán se acercó observó a un hombre en el bote que gritaba. Se identificó como Julian Harvey, capitán del Bluebelle. En los días que siguieron, Harvey explicó que él fue el único superviviente de un grave accidente. El hombre contó que en mitad de la noche anterior, una tormenta repentina dañó el velero.
Según el, su esposa y los Duperraults fueron golpeados por los mástiles. El gas en la sala de máquinas se rompió, y el barco se incendió mientras se hundió lentamente. Harvey dijo que había logrado lanzar el bote y la balsa y tirarse por la borda, pero el aparejo enredado atrapó a todos los demás a bordo.
Unos días más tarde, mientras se estaba quedando en un hotel, Harvey escuchó que Terry Jo había sobrevivido. Al día siguiente, una criada del establecimiento vio sangre en las sábanas de la habitación de Harvey. La mujer no pudo abrir la puerta del baño y llamó a la policía. Forzaron la puerta para abrirla y encontraron el cuerpo ensangrentado y sin vida de Harvey en el suelo, se había suicidado.
Este es parte del relato que Terry Jo contó a través de su libro Alone: Orphaned on the Ocean 50 años después de lo sucedido. Una semana después de su rescate, las autoridades interrogaron a Terry Jo en la cama de hospital. Su historia tiraba por tierra el relato de Harvey.
Al parecer, su familia, junto con Dene Harvey, habían sido asesinados a bordo del Bluebelle a manos de Julian Harvey. La policía sospechó que Harvey mató a su esposa para cobrar el dinero de su seguro de vida, y esta teoría sugiere que Duperrault sorprendió a Harvey en el acto, lo que provocó los otros asesinatos.
Han pasado 57 años desde entonces, y la mujer todavía se pregunta cada día por qué Harvey no acabó con su vida. [Wikipedia, Alone: Orphaned on the Ocean, CBS, TIME]