
En mayo de 2019, la administración Trump incluyó a Huawei en la lista negra del Departamento de Comercio de Estados Unidos, lo que además de prohibir la venta de cualquier producto de Huawei dentro del país, impedía a empresas estadounidenses hacer negocios con la multinacional china sin aprobación previa del gobierno. Esto nunca se ha cumplido a rajatabla porque una licencia general temporal —que ha ido renovándose para que los proveedores de redes rurales pudieran reemplazar sus equipos de Huawei por otros de distintos fabricantes— ha permitido a Google seguir proporcionando actualizaciones de seguridad y de sus propias aplicaciones en los teléfonos con sistema operativo Android que Huawei puso a la venta antes del veto. Sin embargo, esa licencia general ha expirado, y Estados Unidos confirma que esta vez no va a renovarla. Es más, el gobierno ha decidido endurecer el bloqueo a Huawei y sus filiales.
En sendos comunicados, el Departamento de Estado y el Departamento de Comercio de Estados Unidos revelan que las restricciones impuestas en mayo de 2020 (que aceleraron el fin del suministro de procesadores Kirin, al depender de tecnología estadounidense), se ampliarán ahora con nuevas restricciones:
El Departamento de Estado apoya firmemente la expansión de la normativa de producto directo extranjero del Departamento de Comercio, que evitará que Huawei eluda la ley de Estados Unidos mediante la producción de chips alternativos y el suministro de chips listos para usar (OTS) producidos con herramientas adquiridas en Estados Unidos. Esta medida sigue a la expansión más limitada de la normativa de producto directo extranjero en mayo, que Huawei ha tratado de evadir continuamente.
El Departamento de Comercio también ha agregado 38 filiales de Huawei a su Lista de entidades, que identifica las partes extranjeras a las que se les prohíbe recibir ciertas tecnologías sensibles, y ha permitido que expire la Licencia General Temporal (TGL) de Huawei. Estados Unidos ha ofrecido suficiente tiempo para que las empresas y personas afectadas, principalmente clientes de Huawei, identifiquen y elijan otras fuentes de equipos, software y tecnología. Ahora se ha acabado el tiempo.
La nueva lista negra eleva a 152 las empresas afiliadas a Huawei que no podrán hacer negocios con compañías de Estados Unidos. Cada una de ellas tendrá que pedir una licencia individual al Departamento de Comercio para actuar como compradora, intermediaria, destinataria o incluso usuaria final de tecnologías estadounidenses. Y puesto que la licencia general ha expirado, tendrán que presentar nuevas solicitudes para las transacciones previamente autorizadas.
El impacto de estas restricciones en el hardware de Huawei es conocido: la compañía se quedará sin procesadores Kirin tras el lanzamiento del Huawei Mate 40. Estos chips, diseñados por su filial HiSilicon, están basados parcialmente en tecnologías de empresas estadounidenses como Cadence Design Systems y Synopsys. Además, son producidos por TSMC, que al utilizar equipos de empresas estadounidenses ha tenido que renunciar a seguir fabricándolos.
Pero, a nivel de software, las nuevas restricciones podrían traer problemas incluso a los teléfonos de Huawei más antiguos. Aunque los servicios de Google sigan funcionando con normalidad, Huawei no podrá recibir soporte de Google si futuras actualizaciones rompen la compatibilidad de estos terminales con aplicaciones de Google. En el peor de los casos, Google podría verse obligada a dejar de certificar las nuevas actualizaciones de software de Huawei, lo que dejaría a estos teléfonos sin sus servicios, como ocurre con los dispositivos de Huawei y Honor que han llegado al mercado a partir del 16 de mayo de 2019.
Y aunque es probable que Huawei encuentre la forma de que eso no pase (la compañía ha estado lanzando ediciones nuevas de teléfonos antiguos, como el Huawei P30 Pro New Edition, con los servicios de Google preinstalados), es posible que sus dispositivos dejen de pasar la certificación del SafetyNet Attestation, lo que rompería su compatibilidad con algunas aplicaciones bancarias y de pagos con el móvil.
Ahora, más que nunca —paradójicamente, cuando se ha convertido en el primer fabricante de teléfonos del mundo—, Huawei tendrá que apostar por su propia tienda de aplicaciones y su propio sistema operativo, HarmonyOS, para seguir vendiendo teléfonos fuera de China.