
La semana pasada Huawei mostró al mundo las líneas maestras de su nuevo sistema operativo. Debo confesar que lo primero que pensé era que Harmony (internamente conocido como Hongmeng) era la respuesta de la compañía a la campaña de acoso por parte de la administración Trump. Me equivocaba.
Es muy fácil caer en esa visión polarizada y simplista. El pasado mes de mayo, Trump emprendió una campaña de acoso y derribo contra Huawei en Estados Unidos que comenzó con la inclusión de Huawei en la lista negra del Departamento de Comercio. Desde entonces venimos asistiendo a un tenso juego político de tira y afloja entre la Casa Blanca y la multinacional nacida en China.
Los primeros coletazos de esa guerra comercial amenazaron con afectar a los servicios y aplicaciones de Google en los móviles Huawei. Se dijeron muchas cosas catastrofistas, pero ninguna ha llegado a cumplirse. Tres meses después, Huawei anuncia su propio sistema operativo y es difícil no sumar dos más dos. Parafraseando aquel genial gag de Bender en Futurama: Estados Unidos expulsa a Huawei de su sistema operativo, así que Huawei se monta su propio sistema operativo... con casinos.. ¡y furcias!
Solo que no es exactamente eso... Dos más dos no son exactamente cuatro, y Harmony no es el Android de Huawei. Quizá nunca llegue a serlo.
Los propios responsables de desarrollo de negocio de Huawei han reconocido que el proyecto para crear el corazón de este sistema operativo se ha beneficiado de un impulso importante provocado por los problemas con Android en Estados Unidos. Sin embargo las piezas que forman Harmony OS llevan mucho tiempo en desarrollo. Más de cuatro años si nos atenemos a lo que explicó Wang Chenglu, Presidente del Departamento de Ingeniería de Software de Huawei, en una rueda de prensas celebrada en Guandong a la que tuve el placer de asistir.

Chenglu ofreció algunas claves muy interesantes sobre lo que es en realidad Harmony, sobre cómo funciona y cuál es su relación con Android. A continuación vamos a tratar de resumir algunas de esas claves y cómo podrían afectar al actual ecosistema de sistemas operativos móviles.
Harmony no es una alternativa a Android (al menos por ahora)
Tanto Wang Chenglu como Catherine Chen, vicepresidenta de Huawei y miembro de su junta directiva explicaron que Harmony no es un sistema operativo creado para competir con Android, y la razón para esto es sencilla: Huawei no quiere abandonar el barco de Android.
A día de hoy, parece bastante dudoso que la persecución iniciada por Trump termine tan mal para Huawei como para que sus móviles queden completamente fuera del ecosistema creado por Google. Chenglu explicó en Dongguang que Huawei solo se plantearía cambiar de Android a Harmony si no le quedara ninguna otra alternativa. Sería, por así decirlo, la respuesta de la compañía a una situación absolutamente límite que, a día de hoy, es muy poco probable que se produzca porque no interesa a nadie.

Hablando de esto, el Presidente del Departamento de Ingeniería de Software de Huawei explicó que incluso aunque se produjera una ruptura forzosa y completa de las relaciones entre Google y Huawei, los móviles del fabricante que ahora mismo llevan Android no dejarían de recibir actualizaciones. Esas actualizaciones son de código abierto. Huawei solo tiene que hacerse con ellas (algo completamente legal) y transferirlas a sus teléfonos mediante su tienda de aplicaciones App Gallery. En otras palabras, si tienes un móvil Huawei no vas a tener problemas en seguir usándolo por muy burro que se ponga Trump.
Harmony ni siquiera es un sistema operativo como lo es Android
Pase lo que pase, nunca verás el logo de Harmony al iniciar un móvil. No ocurrirá porque Harmony no es un sistema operativo para móviles como lo son Android o iOS. Los responsables de la compañía comparan Harmony con Unix (más sobre eso a continuación). Si se da el caso en el que Huawei sea completamente expulsada de Android, Harmony será la plataforma de base sobre la que se construya una alternativa, pero esa alternativa estará basada en su actual capa de personalización: EMUI.
¡Ok!... entonces ¿qué diablos es Harmony?
En realidad, la apuesta de Huawei por Harmony es mucho más ambiciosa de lo que puede parecer, pero también es mucho mas a largo plazo y no busca la confrontación con Android, sino su integración en algo más grande.
Harmony es un sistema operativo modular, distribuido (multiplataforma, si prefieres ese término) y de código abierto. Dicho así, suena un poco a chino (chiste no intencionado), pero vamos a tratar de explicarlo.

La base de Harmony es una arquitectura de microkernel o micronúcleo. Normalmente, las plataformas de software como Android llevan las funciones de sistema en un núcleo bastante grande en términos de código. El kernel de Android organiza los permisos de las aplicaciones, el sistema de archivos, el consumo de energía, las instrucciones del chipset... Harmony funciona sobre la idea de un micronúcleo que solo gestiona las instrucciones del chip, la comunicación entre procesos, y la información de seguridad. El micronúcleo se centra en los servicios más básicos, y por tanto de menor consumo, como la planificación de tareas y la comunicación entre procesos de alto rendimiento.

Todo esto permite a Harmony funcionar por igual en diferentes dispositivos sin importar si la potencia de sus procesadores o el código utilizado para programarlos. La base es la misma para todos, lo que permite crear un ecosistema en el que cualquier dispositivo puede interactuar con otro de forma natural y sin tener que desarrollar software que haga de intermediario. Un motor de compilación de baja latencia llamado ARK establece las prioridades de ejecución de tareas y reserva los límites de tiempo de forma anticipada. Los recursos se redirigen hacia tareas con alta prioridad, reduciendo el tiempo de respuesta de las aplicaciones en un 25.7%. El micronúcleo puede hacer que el rendimiento de la comunicación entre procesos sea hasta cinco veces más eficiente que los sistemas operativos existentes.
En otras palabras, lo que Huawei quiere es eliminar el actual sistema de comunicación entre dispositivos, que es completamente absurdo. A día de hoy es muy difícil, por ejemplo, pasar una videollamada del móvil al televisor sin la mediación de software específicamente diseñado con ese fin. Lo mismo ocurre entre un smartwatch y un móvil si se da la circunstancia de que no son de la misma compañía. Hay estándares de conexión, sí, pero el proceso es innecesariamente complejo porque no existe una base de software común. Harmony quiere ser esa base.

Eso por no mencionar que Harmony es compatible con Android. El kernel de Android podrá instalarse sobre el microkernel de Harmony sin problemas. La ventaja fundamental de Harmony para los desarrolladores es que las aplicaciones que se desarrollen sobre Harmony servirán para diferentes tipos de dispositivos sin necesidad de adaptarlas a mano.
¿Cuándo llega?
La versión 1.0 ya está aquí. El primer televisor de Honor con Harmony OS ya es una realidad, pero aún habrá que esperar un tiempo para verlo en más dispositivos. 2020 será un año de desarrollo frenético para el SO, y probablemente no veamos una versión realmente completa hasta Harmony OS 3.0, que saldrá en 2022.
El proceso podría acelerarse si las tensiones con Estados Unidos se agravan, pero la idea actual de Huawei es tomarse el proyecto con calma y poner lo que tiene hasta ahora a disposición de la comunidad. Los usuarios finales no veremos resultados o ventajas hasta dentro de unos años.

¿Qué gana Huawei en todo esto?
La pregunta es completamente lógica. Un fabricante se compromete a desarrollar un sistema operativo multidispositivo, compatible con todos los demás fabricantes, de código abierto y lo llama Harmony... O estamos en el país de la piruleta o Huawei oculta algo.
La respuesta rápida a esta pregunta es que Huawei gana lo mismo que Microsoft cuando lanzó MS DOS, que Sony cuando creó el Blu-Ray o que Nokia, Lucent y otras tantas cuando crearon la Alianza WiFi. Lo que Huawei busca es crear un estándar, una base común que permita que las comunicaciones entre dispositivos IOT, móviles, televisores o smartwatches sea más fluida y fácil para todos los fabricantes. Por supuesto, ser el creador original de ese estándar les confiere una posición de increíble poder en la industria aunque solo sea por el hecho de que nunca van a tener que preocuparse por problemas de compatibilidad. Todos son compatibles con ellos.

El hecho de que el primer equipo con Harmony sea un televisor Honor ya dice mucho de esa estrategia a largo plazo. Han comenzado instalando Harmony en un dispositivo que es el centro de todo el ocio en el salón y que tarda muchos años en reemplazarse por uno nuevo. Si eso no es una apuesta a largo plazo, no sé qué lo es.

Huawei quiere espiarnos a todos, el musical
Huawei es probablemente la mayor compañía tecnológica China y eso implica necesariamente estar vinculada al gobierno de ese país. Desde una perspectiva netamente estadounidense es fácil pensar que Harmony es una jugada maestra para que todos los dispositivos del mundo tengan código de Huawei, código sospechosísimo que puede ser empleado para espiarnos porque por supuesto.
El problema de esta teoría es que Huawei ha elegido que Harmony sea un sistema operativo de código abierto. Cualquiera puede husmear en ese código a sus anchas y descubrir partes maliciosas. Si se trata de una maniobra para colarnos software espía, es la maniobra más idiota de la historia. Por otra parte, la información que almacena el microkernel de Harmony permite establecer un nivel de verificación formal entre dispositivos muy superior a los actuales. Cada desarrollador puede triangular datos como el reconocimiento facial o de huellas, la clave y cualquier otro dato del usuario para crear un sistema de seguridad bastante difícil de vulnerar comparado con los actuales.

Wang Chenglu explicaba durante su presentación que Harmony no recopilará ningún dato de los usuarios que lo tengan instalado en sus dispositivos. Es más de lo que hacen muchas otras compañías de Software del otro lado del charco, entre ellas la propia Google. Tiene sentido si además tenemos en cuenta que Harmony no tiene tienda de aplicaciones ni publicidad que vendernos en un buscador.
Harmony es la respuesta a un hecho que a día de hoy es innegable: los sistemas operativos móviles están en manos de dos compañías, y las dos son del mismo país. Esa es la razón de fondo por la que a Trump no le gusta nada el auge de Huawei. Al final, toda esta ópera bufa que han montado en Washington alrededor de Huawei no va sobre seguridad, ni sobre espionaje. Va de tener en casa a las compañías que gestionan las telecomunicaciones de todo el planeta.