Estoy cambiando las reglas del trato. Reza por que no las cambie otra vez más adelante. La frase es de Darth Vader, pero puede aplicarse muy bien a Disney. Wall Street Journal ha tenido acceso a algunas de las condiciones secretas que la compañía impone a los cines, y son dignas del imperio.
Las salas de cine que quieran hacerse con la licencia para estrenar The Last Jedi tienen que cumplir una larga lista de condiciones. Aparte de los requisitos técnicos de imagen y sonido de la propia sala, Disney exige unas condiciones económicas que rayan en lo abusivo, sobre todo para cines pequeños.
Según la información filtrada desde los propios distribuidores, Disney exige un 65% de los ingresos en taquilla por la película. Es un 10% más que la cifra habitual que piden los estudios de Hollywood.
El cine tiene que comprometerse a un calendario de sesiones que dura un mínimo de cuatro semanas. Si por el motivo que sea, la sala deja de ofrecer uno solo de esos pases, o si falla a la hora de cumplir algún otro requisito del contrato, Disney se reserva el derecho de imponer una sanción del 5% adicional sobre la recaudación en taquilla.
La cuestión es que las salas de cine no pueden hacer nada para negociar estas condiciones. Las películas de Disney (Desde Marvel a Star Wars pasando por las de animación) suponen un 26% de los ingresos anuales de los distribuidores en Estados Unidos. Ninguna sala de cine puede permitirse arriesgar esa cifra.
Por otra parte, The Last Jedi es una apuesta segura en lo que a taquilla se refiere. Los términos no entran en vigor si la película no sobrepasa los 500 millones de dólares de ingresos en Estados Unidos, pero The Force Awakens hizo 936. No es de esperar que su esperada secuela falle tan espectacularmente. [Wall Street Journal vía Screen Rant]