
En octubre de 1962, la crisis de los misiles cubanos amenazó con convertirse en una guerra termonuclear global. Los Estados Unidos y la Unión Soviética entraron en un conflicto por la presencia de unos misiles nucleares en la isla de Cuba, y una sola chispa podría haber terminado con la civilización tal y como la conocemos. Pero lo que hoy no tenemos tan presente es que en el punto álgido de ese conflicto, un avión perdido cerca del Polo Norte casi condujo al mundo a ese resultado.
El 4 de octubre de 1962, un avión espía U-S que estaba haciendo un vuelo de reconocimiento sobre Cuba dio con un hallazgo inquietante: misiles balísticos de corto alcance SS-4 soviéticos y misiles balísticos de alcance medio SS-5. El líder soviético Nikita Krushchev aprovechó la oferta del líder cubano Fidel Castro para almacenar misiles en su país, a solo unos cientos de kilómetros de América.
Washington, furioso, ordenó a la Marina de los Estados Unidos bloquear el país, lo que técnicamente era un acto de guerra, y también dejó listas a sus tropas ante una posible invasión y preparó sus armas nucleares por si acaso. Las fuerzas estadounidenses de todo el mundo estaban en estado de alerta DEFCON 2, a solo un paso de la guerra nuclear.
El 27 de octubre, cuando la inteligencia estadounidense estaba intentando evaluar el estado de las instalaciones de misiles, derribaron un avión U-2 que sobrevolaba Cuba, pilotado por el comandante de la Fuerza Aérea Rudolph Anderson. Aquel ataque hizo que el subsecretario de Defensa declarase que “(Los soviéticos) han hecho el primer disparo”.
Lo que no sabían los que tomaban las decisiones en aquel momento era que había muchas posibilidades de que se produjese un segundo disparo, uno que podría haber desencadenado una guerra total.
A medida que la inteligencia de Estados Unidos miraba hacia Cuba con lupa, el resto de operaciones de reconocimiento contra la Unión Soviética continuaron de manera normal. Por ello, el 27 de octubre, un U-2 pilotado por el Capitán Charles Maultsby despegó de la Base de la Fuerza Aérea Eielson en Alaska.
Maultsby se dirigía al Polo Norte, donde recogería muestras de aire que podrían dar más pistas sobre las pruebas nucleares soviéticas al norte del Círculo Polar Ártico.

Por aquel entonces, el GPS aún no se había inventado y Maultsby estaba demasiado al norte como para fiarse de los sistemas de navegación terrestre, por lo que el piloto volaba orientándose con las estrellas. Desafortunadamente, y en parte debido a una aurora boreal, Maultsby se perdió y comenzó a ir en la dirección equivocada, entrando en el espacio aéreo soviético.
Las tropas de defensa aérea soviéticas, conocidas como Voyska PVO, detectaron el U-2 y enviaron a sus cazas MiG-19 para interceptarlo. Al mismo tiempo, la Fuerza Aérea de Estados Unidos envió un par de cazas F-102 Delta Dagger para proteger el U-2 y llevar a Maultsby de vuelta a casa. Los cazas generalmente llevaban misiles aire-aire Falcon, y su misión en tiempos de guerra era derribar bombarderos soviéticos que pudiesen portar armas nucleares. Un detalle realmente preocupante fue que el Pentágono había cambiado el estado de alerta a DEFCON 3, y los misiles que llevaban normalmente los Delta Daggers fueron sustituidos por misiles nucleares. Una vez equipados con estos misiles, los pilotos podrían lanzar cabezas nucleares a voluntad.
(Para que te hagas una idea, puedes ver la potencia de las armas nucleares que llevaban estos aviones en el vídeo de abajo. La cabeza nuclear W-54 que portaban tenía una potencia equivalente a 0,25 kilotones, o lo que es lo mismo, 250 toneladas de TNT. La bomba de Hiroshima, en comparación, tenía una potencia de 16 kilotones).
¿Qué pasó después? Como tu y yo seguimos sobre la faz de la Tierra, parece que la cosa se resolvió pacíficamente. Sin embargo, no resulta muy difícil imaginar cómo se habrían podido torcer las cosas
Los pilotos de los F-102 recibieron la orden de defender el U-2 de los cazas soviéticos, pero solo tenían armas nucleares para llevar a cabo la misión. Si realmente los hubieran lanzado contra sus homólogos soviéticos, Moscú lo habría interpretado con total seguridad como los primeros avances hacia una guerra nuclear total. Confirmados sus temores, el mando soviético hubiese ordenado un primer ataque para destruir la mayor cantidad posible de armas nucleares estadounidenses sobre el terreno. Una parte clave de este ataque habría sido el lanzamiento de los misiles de Cuba contra objetivos como Washington D.C. y Nueva York, y las represalias habrían convertido la isla en cenizas radioactivas.
También, si el Capitán Maultsby se hubiese estrellado o hubiese sido derribado, el gobierno de los Estados Unidos podría haber considerado que se trataba del “segundo disparo” y posiblemente hubiesen usado sus armas nucleares antes de que fuesen destruidas por un ataque sorpresa ruso.
Las tensiones entre Rusia, China y Estados Unidos están en su momento álgido desde hace mucho tiempo. Pero al menos, las campañas electorales y las guerras comerciales no son lo mismo que un holocausto nuclear, aunque nunca deberíamos olvidarnos de lo cerca que hemos estado de que eso ocurra.
Si quieres saber más sobre el incidente, echa un vistazo al último mini documental de Mark Felton Productions que hay arriba del todo o lee este artículo que publicó Vanity Fair en 2008.