La mayoría de los mortales asumen que los artículos de gran lujo, como por ejemplo un reloj Rolex, no les compensa el enorme desembolso. Sin embargo, la importancia de tener un Rolex en tu muñeca puede, como de hecho ocurrió hace unos años, delatar al hombre que cometió un asesinato.
Cuando alguien compra un Rolex entra a formar parte de un selecto club que trasciende lo material. Los propios coleccionistas de Rolex antiguos adoran la noción romántica de que muchos de los modelos clásicos fueron creados para propósitos específicos y funcionales, a menudo aventureros, y no simplemente como joyas o simple decoración.
El GMT-Master, por ejemplo, se creó a petición de Pan-Am para sus pilotos, quienes estaban experimentando un nuevo fenómeno llamado jet-lag. Los profesionales del aire querían un reloj que indicara la hora de dos zonas horarias a la vez. De la misma forma, el mítico Submariner se hizo específicamente para buzos.

El Milgauss se introdujo en la década de 1950 para personas que trabajaban en entornos altamente electromagnéticos, como los primeros laboratorios de investigación nuclear. Se trataba de un reloj antimagnético que podía soportar mil ‘gauss’, la medida de magnetismo (de ahí el nombre). Cuando se hicieron los primeros modelos era inusual que alguien llevara relojes como estos en la vida ordinaria, pero con el tiempo se volvió algo normal, y lo sigue siendo hasta el día de hoy (si tienes el dinero para ello, por supuesto).
En realidad, cada uno de los modelos que ha ido surgiendo entorno a la marca mantienen el ADN original de sus socios fundadores. La historia de sus orígenes se remonta a comienzos del siglo XX, cuando un joven Hans Wilsdorf se muda a Suiza y comienza a trabajar en una empresa de exportación de relojes en La Chaux-de-Fonds, uno de los centros de la industria relojera suiza.
Unos años después, Wilsdorf se mudó a Londres, donde en 1905 estableció Wilsdorf & Davis Ltd. junto a su cuñado Alfred Davis para ensamblar y comercializar relojes utilizando piezas importadas de Suiza.
En este punto de la historia hay que recordar que la mayoría de los hombres todavía usaban relojes de bolsillo grandes y consideraban que los de “pulsera”, como se los llamaba entonces, eran ligeramente afeminados. Precisamente de esta premisa surgió la idea de Wilsdorf: apostó el futuro de su compañía en el reloj de pulsera.
No solo eso. Cambió el nombre a Rolex y registró la marca en 1908. El hombre se propuso hacer relojes de pulsera que fueran masculinos y modernos. En 1914, en una de las primeras demostraciones del talento que tenía para generar publicidad en torno a la marca, Wilsdorf hizo que el gobierno británico certificara un Rolex como el primer reloj de pulsera en pasar una prueba de durabilidad y precisión que solía darse solo a los cronómetros marinos.
En 1915 la compañía cambia de nombre a Rolex Watch Co. Ltd. A partir de entonces el producto no hace más que mejorar, y para 1926 nace el mítico Oyster, el primer modelo impermeable y hermético (al que le siguió el Oyster Perpetual, el primer reloj de pulsera automático).
Wilsdorf también fue un pionero de la imagen. En una época donde los deportistas comenzaban a verse como superhombres, el empresario comenzó a asociarse con aventureros y atletas de ambos sexos. Por ejemplo, en 1927 Wilsdorf le dio a Mercedes Gleitze, la primera mujer británica en nadar en el Canal de la Mancha, un Rolex para usar en su muñeca mientras intentaba cruzar el Canal.
El conductor británico Sir Malcolm Campbell le dio su respaldo a Rolex después de usar sus relojes durante sus intentos de récord de velocidad a principios de la década de 1930. Aunque sin duda, el espaldarazo definitivo llegó en 1953, cuando Edmund Hillary y otros miembros de su expedición hicieron el primer ascenso exitoso del pico más alto de la Tierra, el Monte Everest… mientras llevaban puestos relojes de pulsera Rolex.
Otro momento memorable en la historia de la casa suiza ocurrió en 1960, cuando Jacques Piccard realizó su descenso a las aguas más profundas del planeta, en la Fosa de las Marianas, y se colocó un Rolex especialmente diseñado con un cristal grueso. El reloj aguantó sin pestañear.
Ese mismo año fallecía Wilsdorf, dejando la propiedad de la compañía en manos de la fundación Hans Wilsdorf establecida en 1944. En años posteriores, la fundación continuó controlando la compañía, que permaneció en manos privadas.
Ya en el siglo XXI, Rolex mantuvo su nombre por todo lo alto y pulió su imagen al patrocinar eventos deportivos en campos como el automovilismo, las carreras de yates y el ecuestre. En 2002, en respuesta a la cada vez más generalizada falsificación, Rolex comenzó a colocar un grabado láser casi microscópico de la marca registrada de la corona en sus cristales como un dispositivo de seguridad.
Y curiosamente, tanto este hecho como el número de serie que atestigua la calidad y autenticidad del reloj de cada usuario, iban a acabar resolviendo un crimen del que únicamente se tenía una pista: un Rolex.
El Rolex en la muñeca de un cadáver
Verano de 1996 en Brixham, una pequeña localidad costera situada en el condado de Devon (Reino Unido). El área se encuentra muy cerca de la costa del canal de la Mancha, y la pesca y el turismo son las principales industrias de la ciudad.
Como muchas otras zonas de esta parte de Inglaterra su centro está construido alrededor del puerto, que sigue en uso como muelle para los barcos de pesca. Cuentan los historiadores que el nombre ‘Brixham’ proviene del pueblo de Brioc. ‘Brioc’ era un antiguo nombre inglés o bretónico y ‘-ham’ es un término para el hogar derivado del inglés antiguo.
Históricamente, Brixham eran dos comunidades separadas con solo un carril pantanoso que las conectaba. Cowtown era el área en la cima de la colina donde vivían los granjeros, mientras que a poco más de un kilómetro de distancia alrededor del puerto estaba Fishtown, donde vivían los pescadores y marineros.
Cowtown también era el área de St Mary’s Square, y está en el camino que deja Brixham hacia el suroeste, en dirección a Kingswear. Hoy es conocida porque la ciudad celebra un evento anual de piratas que compite por el título de la mayor celebración de piratas en un solo lugar, y esto, por supuesto, atrae a turistas de todas partes.
Por cierto, cuentan los lugareños que el rey Guillermo III desembarcó en Inglaterra en Brixham el 5 de noviembre de 1688 en su camino para convertirse en rey.
Sea como fuere, la historia reciente del pueblo quedó marcada a finales del mes de julio de 1996. La noche antes del hallazgo, un barco pesquero había salido a la mar. A la mañana siguiente llegó con varios kilos de pescado y un cuerpo humano que había entrado en la red de pesca. El cadáver estaba irreconocible, había pasado con toda probabilidad varios días desde el fallecimiento, por lo que su identificación no iba a resultar sencilla.

Sin embargo, el cuerpo llevaba consigo un elemento distintivo. La muñeca derecha de quienquiera que fuera aquella persona portaba un reloj Rolex Oyster.
Como decíamos al comienzo, el modelo Oyster siempre fue muy especial desde su lanzamiento en 1926, momento en que se conoció como el primer reloj resistente al agua del mundo.
El modelo se probó por primera vez en la muñeca de un nadador y fue un éxito. El origen del nombre Oyster es bastante sencillo de adivinar, tomado prestado del molusco marino del mismo nombre (ostra), y desde entonces ha sido un sello distintivo de la casa suiza. De hecho, todos los relojes Rolex producidos forman parte técnicamente de la colección Rolex Oyster (excepto los modelos Cellini Prince menos comunes), compartiendo el primer enfoque del reloj Rolex Oyster en lo referente a durabilidad y resistencia al agua.
Para que nos hagamos idea de su importancia, si muchos de nuestros dispositivos actuales son “resistentes a…”, en parte se lo deben a Rolex. Sellado herméticamente, el Oyster fue innovador no solo por poder introducirse en agua, sino por resistir la entrada de una gama de líquidos y partículas como el polvo.
Por tanto, aquel reloj tan especial y perfectamente conservado en la muñeca del cadáver podría ayudar a resolver el caso. Un mes y medio después, y tras una larga investigación de la policía siguiendo la pista de los minuciosos registros de servicio de Rolex, los oficiales establecieron que el propietario y víctima era el ex soldado Ronald Platt, de 51 años.
Además, dado que se sabía que la reserva de energía en el Rolex del hombre era de 48 horas, la policía pudo determinar la fecha de la muerte dentro de un margen de error razonable. Fue posible restando la reserva de energía del Rolex de la fecha que se mostró en el mismo cuando se encontró.
Según el reloj, Ronald Platt fue asesinado el 20 de julio de 1996.
El grabado único del número de serie y los documentos de servicio de la pieza relojera habían delatado también que, en al menos dos ocasiones, Platt había llevado el reloj a una firma de joyeros de Harrogate en la década de 1980. Hasta allí acudieron las autoridades obteniendo una nueva pista. Uno de los joyeros recordaba a Platt acompañado de un amigo al que conocía: David Davies.
Las autoridades se desplazaron hasta la dirección de Davies en un pueblo de Woodham Walter, y éste le dijo a la policía que le había dado dinero a su amigo para establecer un negocio en Francia y que no lo había visto desde junio. Sin embargo, unas semanas después de ser interrogado, la policía volvió a la casa del hombre para aclarar una parte de su declaración. Davies no se encontraba en casa, y la policía habló con un vecino preguntando por él.
Para sorpresa de las autoridades, el vecino les informó que el hombre que vivía junto a su casa se llamaba Ronald Platt, no David Davies, y que el mismo era dueño de un bote que se encontraba cerca de donde se encontró el cuerpo de Platt.

Durante las siguientes tres semanas la policía estuvo vigilando los pasos de Davies mientras trataba de resolver el rompecabezas que tenía delante. Finalmente, el 31 de octubre de 1997, Davies fue arrestado por el asesinato de Ronald Platt. El hombre se declaró inocente, pero la abrumadora cantidad de evidencias recogidas en el transcurso de las semanas, incluidos los datos GPS tomados de su barco que señalaron a Walker en la ubicación y hora exactas del asesinato de Platt, lo acabaron condenando.
Entonces la noticia saltó a los medios y la verdadera historia de David Davies salió a la luz. El hombre era realmente Albert Johnson Walker, un consultor financiero canadiense que en 1990 defraudó a 70 clientes de su empresa por una suma total de aproximadamente 3.2 millones de dólares.
Poco después huyó a Europa con la segunda de sus tres hijas, que en ese momento tenía 15 años. Acorralado y viendo que iba a ser acusado de 18 cargos de fraude, robo y lavado de dinero, Walker asumió la identidad de David Davis una vez que llegó a Europa (uno de sus clientes canadienses), y se estableció en Inglaterra, donde vivía con su hija haciéndose pasar por su esposa.
Allí se hizo amigo del canadiense Ronald Platt, entonces dedicado al negocio de reparar televisores. Los dos hombres intimaron tanto que comenzaron varios negocios juntos. Sin embargo, en 1992, Platt le expresó a Walker su deseo de regresar a su país de origen. Walker le compró a Platt un billete de avión de ida a Calgary, y lo convenció de que debía regresar a Canadá y establecerse allí.
Platt siguió el consejo de su amigo, no sin que antes Walker lo persuadiera para que dejara su licencia de conducir, certificado de nacimiento y sello de firma. ¿La razón? Walker afirmaba que los necesitaría, ya que los dos tenían negocios juntos.
Ocurre que tan pronto como Platt dejó el país, Walker robó la información de Platt y asumió su identidad.
Poco después de llegar a Canadá, Platt se quedó sin dinero y regresó a Inglaterra en 1995. Preocupado de que pudieran descubrir su verdadera identidad, Walker invitó a Platt a un viaje de pesca en su barco. Durante el viaje, lo dejó inconsciente de un golpe en la cabeza y lo arrojó al mar con un ancla y una cuerda enrollada en el cinturón de su pantalón.
En junio de 1998, Walker fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de Ronald Platt. Además, también fue acusado de otros cargos de fraude, robo y lavado de dinero que había acumulado previamente durante su tiempo como asesor financiero en Canadá. Según dictaminó el juez del caso:
El asesinato fue insensible y premeditado, diseñado para eliminar a un hombre que había utilizado para sus propios fines egoístas. El señor Platt se volvió un inconveniente para usted, una amenaza a su libertad que le hizo, no solo prescindible, sino un peligro que debía morir. El asesinato fue cuidadosamente planeado y ejecutado astutamente con una eficiencia escalofriante.
El caso generó tanto ruido que se escribieron dos libros y varios documentales para la televisión canadiense. Luego, el oficial a cargo del caso, el detective Phil Sincock, ofreció algunos de los detalles que lo llevaron a resolver el crimen:
En realidad hubo algo de suerte en cuanto a que el policía de Essex se dirigió a la puerta equivocada, pero aparte de eso, todo se debió a un minucioso trabajo policial y algunas nuevas e innovadoras investigaciones científicas. Capturamos toda una carga de documentación de la casa de Walker y entre todos había un recibo de venta que mostraba que había comprado en una tarjeta Barclaycard un ancla.
Probamos que su yate estaba en el mar en el momento del crimen. Por primera vez en un caso, llevamos el sistema de navegación GPS del yate a sus fabricantes y pudieron trazar las coordenadas que nos dieron la hora y la fecha en que se apagó y demostraron que había estado muy cerca de donde el cuerpo de Platt se había encontrado.
Dentro del bote había unos cojines en los que encontramos algunos pelos de la cabeza. Las pruebas de ADN demostraron que eran del hombre fallecido. Y las pruebas forenses encontraron rastros de zinc del ancla en el cinturón del señor Platt y rastros de cuero del mismo.
Y por supuesto, el Rolex. Como explicó el detective Sincock, el reloj no sólo fue la pista principal para iniciar el caso e identificar el cadáver. El Rolex Oyster se detuvo el 22 de junio, lo que significaba que había muerto el día 20, la misma fecha que el GPS situaba el bote de Walker en el área.
Me pregunto qué haría con toda esta historia Hans Wilsdorf si siguiera con vida.
[A hand in the water: The many lies of Albert Walker, Wikipedia, Nothing Sacred: The many lives and betrayals of Albert Walker, The Canadian Encyclopedia, The Scotsman]