Muchas cosas hacen que Black Panther sea una película de Marvel como ninguna otra, pero uno de sus aspectos más sorprendentes e impactantes es lo familiar que se siente el mundo de Wakanda. No en el sentido de que ya has visto algo como esto (créeme, no es así), sino más bien el hecho de que al verlo se siente como estar en casa.
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Incluso con todas sus maravillas tecnológicas y delicias en su apartado visual, Black Panther es, en esencia, el tipo de drama familiar con el que todos se pueden sentir identificados de una forma u otra. Black Panther inicia con una promesa y una traición, antes de meterse de lleno en el estado actual del presente tras los acontecimientos de Captain America: Civil War. En resumen, dos hermanos del destino viven un conflicto existencial que le da a la película un sentido de grandeza shakespeariana.
La promesa de Wakanda como tal, simbolizada en un breve pero poderoso flashback que muestra los años de juventud de T’Chaka (interpretado por el actor Atandwa Kani, cuyo padre, John Kani, interpreta al T’Chaka anciano que vimos en Civil War y en esta película), quien se encuentra en una misión encubierta en Estados Unidos. La tradición se centra en que T’Chaka descubre una revelación acerca de los cambios en el rumbo del futuro de Wakanda, lo que lleva a Black Panther a hacerse una pregunta: si Wakanda es el icono de excelencia que dice ser, ¿por qué no ha hecho más para ayudar al mundo?
Esta pregunta regresa a las mentes de la familia real una vez Ulysses Klaue (interpretado por Andy Serkis) logra que el agente de la CIA Everett K. Ross (Martin Freeman) se fije en Wakanda. Los secretos en su cultura y su aislamiento del mundo es algo muy importante para la nación, pero a su vez son temas que Black Panther analiza a través de los varios objetivos que motivan a todos sus personajes.
Como su nuevo Rey, T’Challa (Chadwick Boseman) siente la obligación de continuar sus tradiciones, como le enseñaron sus padres. Pero la duda de cómo debería encarnar a un Rey hace que sea un poco más flexible en su enfoque para que Wakanda se relacione con el mundo. Nakia (Lupita Nyong’o), una espía que viaja por el mundo constantemente y ha visto los problemas y la pobreza que abunda en todo el planeta, no tiene dudas de que Wakanda debería luchar mucho más por el bien mundial. Describir a Okoye (Danai Gurira) simplemente como la general de las Dora Milaje no es del todo exacto; ella prácticamente es la Mano del Rey, solamente superada por la madre de T’Challa, la Reina Ramonda (Angela Bassett). Juntos, representan un bloque muy fuerte a favor de mantener las tradiciones de Wakanda. Un bloque que estaría completamente unificado sino fuera por la Princesa Shuri (Letitia Wright), la hermana adolescente y genio de T’Challa, que está mucho más interesada en su investigación científica que en las políticas familiares.
Aunque la Familia Real y sus allegados no siempre están de acuerdo entre sí, existe un equilibrio en su unidad que fortalece al trono de Wakanda. La estabilidad de la Familia Real asegura la confianza y lealtad de todas las otras tribus de Wakanda, como los Jabari, un grupo de personas antitecnológicas que viven en la región montañosa al norte del país, liderados por M’Baku (Winston Duke). Cada una de las tribus de Wakanda es una presencia cultural diferente, lideradas por personas diferentes que tienen sus propias agendas políticas.
El funcionamiento interno de Wakanda es complicado y a veces tenso, pero el hecho de que se mantengan aislados del mundo solo funciona porque los habitantes de Wakanda ponen su supervivencia antes que cualquier otra cosa. Dado el espectro de colonialismo que ha existido en el continente africano, esto es comprensible. Sin embargo, la forma en la que presentan Wakanda durante el inicio de la película es, en cierto sentido, una forma de mostrar a la audiencia para entender cómo alguien de fuera puede llegar a resentir el país.
Black Panther es una de las películas más sinceras y humanas de Marvel. Es posible entender de inmediato las motivaciones de Erik Killmonger (Michael B. Jordan), el villano de la película, e identificarse con ellas. Si fueras tu y supieras lo que él sabe, también habrías querido luchar con T’Challa. Incluso en los momentos en los que la ambición de Killmonger por el trono ha pasado a convertirse en una sed de sangre, hay una voz en tu cabeza que te recuerda cómo llegó hasta esta situación, y por qué tal vez tiene razón.
De una manera muy literal, Killmonger es la encarnación del dolor y la angustia que viene de la mano de ser un estadounidense negro que es incapaz de rastrear sus raíces familiares hasta más allá de pocas generaciones. Esos vacíos en el conocimiento ancestral son el resultado directo de tantas familias asesinadas y borradas de la historia, las cuales sus descendientes nunca conocerán. El trauma de Killmonger es algo que T’Challa no puede entender, debido a la naturaleza de su crianza. Ellos son opuestos el uno del otro, a pesar de que ambos básicamente están luchando por lo mismo: mejores condiciones para su gente.
De todas las personas alrededor de T’Challa, Killmonger es el más extremo en sus creencias de que Wakanda debería ser más abierta y expandirse. Su visión es algo comprensible para todas las personas de color cuando consideramos lo que podría significar una Wakanda más abierta, no solo para el mundo, sino también para la diáspora africana. Black Panther hace el tipo de preguntas sobre Wakanda en las que no es divertido pensar, pero son muy importante. ¿Cómo podría haber cambiado la historia si el país no hubiese sido cerrado? ¿Cómo se vería y se sentiría la comunidad negra en un mundo así? El universo cinematográfico de Marvel es un mundo en el que se pueden hacer esas preguntas y la gente de Wakanda tiene líderes con posibles respuestas.
Black Panther no sería una película tan fuerte si no contemplara esos conceptos más series, pero la película tampoco pierde ninguna oportunidad de mostrarse orgullosa y feliz acerca de la magnificencia de Wakanda. Aunque Wakanda es una tierra maravillosa afrofuturista, ha sido plasmada como si fuera un real en la Tierra, y así se siente . El director Ryan Cogler y la directora de fotografía Rachel Morrison han logrado realizar tomas impresionantes que le dan textura y vida a las calles de Wakanda, combinando el ajetreo y el ruido del viejo mundo con relucientes pinceladas de futuro.
También es gratamente sorprendente lo divertida que es Black Panther. La película, incluso con su trama seria, nunca deja pasar la ocasión para hacer una broma acerca de las “sandalias de papá” de T’Challa, en momentos que nunca imaginabas y que te harán reír a carcajadas. Los momentos de comedia en el film son sutiles y a menudo aparecen en los momentos en los que menos lo esperas, casi como si solo existieran para demostrar la grandiosa química que tiene el elenco entre sí. Se puede notar el amor que fluye entre T’Challa, Ramonda, Shuri y Okoye, ese que los mantiene unidos. Al mismo tiempo, existe una especie de comprensión de ellos hacia Killmonger que complica la trama.
La acción de Black Panther es maravillosa y constante, estando allí para siempre recordarte que estás viendo una película de Marvel. Afortunadamente, no hay un villano final brillante, exagerado y hecho mediante montones de CGI, pero la penúltima batalla más importante de la película está llena de explosiones y caos para complacer a todos los que le gustan esas cosas.
Mucho más se podría decir acerca de Black Panther porque, al igual que Wakanda, está compuesta de un montón de riquezas que no podrás disfrutar por completo la primera vez que la veas. Dicho de otro modo, es ese tipo de película de Marvel en la que descubres más cosas cada vez que la ves, y la disfrutas por igual en cada ocasión.