Todd Richmond, del Instituto de Tecnologías Creativas en la Universidad de California, explica que el problema de la realidad virtual es que elimina el proscenio. En otras palabras, un smartphone, un tablet o un televisor están limitados siempre por un marco, una frontera que separa lo que ocurre en la pantalla del mundo real. En la realidad virtual no existe ningún elemento que delimite el escenario.

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Richmond matiza que tampoco hay que pensar en los efectos de la Realidad Virtual como el fin del mundo. En los años 60 nos preocupaba como afectaría la televisión al cerebro. En los 90 nos preocupaban los videojuegos y en los 2000 Internet. La diferencia con la realidad virtual es que esta propone un entorno mucho más radical en términos de información. En unos diez años probablemente tengamos más claro como se adapta nuestro cerebro a este nuevo entorno. [vía Mashable]