A muchas personas les marea llevar un visor de realidad virtual durante mucho tiempo, pero los efectos de esta nueva tecnología van bastante más allá de un simple mareo. La realidad virtual es algo a lo que nuestro cerebro nunca se ha enfrentado antes, y sufre sus efectos de manera profunda.
Mayank Mehta trabaja en el Centro de Físicas biológicas de la Universidad de Ucla. Ese centro es de los pocos en el mundo que tiene un laboratorio en el que se estudian los efectos de la realidad virtual sobre el cerebro de las ratas. Mehta apunta una primera conclusión fascinante. Durante una sesión de realidad virtual, el 60% de las neuronas del hipocampo que están activas en el mundo real, sencillamente se apagan. El ejercicio en ambos casos es el mismo, pero las neuronas que están activas en el mundo real no lo están en el virtual.
¿Es bueno o malo que se produzca este efecto? Ese es el problema, que a día de hoy no lo sabemos. Mayank Mahta simplemente explica que la realidad virtual, como otras actividades, tiene la facultad de reescribir el cerebro potenciando unas conexiones y debilitando otras. Aún es pronto para conocer con qué efectos exactamente.
Todd Richmond, del Instituto de Tecnologías Creativas en la Universidad de California, explica que el problema de la realidad virtual es que elimina el proscenio. En otras palabras, un smartphone, un tablet o un televisor están limitados siempre por un marco, una frontera que separa lo que ocurre en la pantalla del mundo real. En la realidad virtual no existe ningún elemento que delimite el escenario.
Richmond matiza que tampoco hay que pensar en los efectos de la Realidad Virtual como el fin del mundo. En los años 60 nos preocupaba como afectaría la televisión al cerebro. En los 90 nos preocupaban los videojuegos y en los 2000 Internet. La diferencia con la realidad virtual es que esta propone un entorno mucho más radical en términos de información. En unos diez años probablemente tengamos más claro como se adapta nuestro cerebro a este nuevo entorno. [vía Mashable]