
Hubo una época en la que Sound Blaster era sinónimo de tener un buen sonido en el ordenador, pero claro. Era la época en la que la alternativa era que nuestro PC tan solo emitiera pitidos estridentes. ¿Tiene sentido comprar una tarjeta de sonido externa en 2021. Hemos probado una para intentar averiguarlo.
Para recordar los tiempos dorados de la Sound Blaster nos tenemos que remontar a 1995. Para ese año Creative Labs había vendido 15 millones de tarjetas de sonido. Siete de cada diez computadoras domésticas llevaban su tecnología dentro. A partir de ahí las cosas comenzaron a torcerse un poco. Los fabricantes de placas base comenzaron a integrar chips dedicados a procesar audio en sus placas base. Al principio no ofrecían un sonido de mucha calidad, pero para 2011 ya prácticamente todas las placas base de calidad tenían chip y conexiones de sonido en HD. Las Sound Blaster pasaron a ser un componente completamente opcional hasta el punto de que la gente más joven ni siquiera conoce la marca.
Llegamos a 2021 y Creative nos ha cedido una Sound Blaster Z SE para prueba. Se trata de una edición especial de la Sound Blaster Z, y a sus 99 euros, es una de las tarjetas de sonido dedicadas más asequibles del fabricante. ¿Cómo? ¿99 euros asequible? Pues sí. La Sound Blaster AE-9 cuesta 299 euros, pero hablamos de un componente con prestaciones profesionales que solo apreciarás si te dedicas al sonido en alguna de sus muchas ramas.
De vuelta a la Z SE, mi intención no es tanto hacer una review al uso sino tratar de explicar qué aporta sobre una configuración de PC normal que carece de ella. ¿Qué sentido tiene para un usuario normal comprar una tarjeta de sonido en 2021? Depende mucho de lo que tengas en casa. Si tu placa base es de última generación lo más probable es que la respuesta a esa pregunta es que no tiene ningún sentido a menos que seas un loco del sonido. Mi placa (una MSI de Gaming, la MPG Z49OM) tiene sonido multicanal 7.1 en alta definición (virtual) y salida S/PDIF. Y ni siquiera es la mejor placa de su categoría.

Sin embargo, si tu placa es antigua o tiene problemas de sonido, una tarjeta de sonido externa puede ser la manera más fácil de solucionarlos. Las tarjetas externas, por ejemplo ayudan a reducir el zumbido de unos altavoces y ofrecer un sonido más limpio al reducir la señal/ruido o las interferencias. Igualmente, si tiene un sistema 5.1 o 7.1 pero tu placa no tiene puertos de audio para conectarlos, una Sound Blaster es la mejor manera de añadir esos conectores sin mucho esfuerzo y sin tener que actualizar toda la placa base. El problema, claro, es que la Z SE cuesta casi tanto como una placa base normalita.

Otro detalle a considerar es que una tarjeta de sonido no deja de ser un procesador externo dedicado a ese tipo concreto de tareas. Disponer de uno hará que tu procesador quede liberado de la tarea de gestionar esa parte. ¿Hará eso que tu Intel Core vaya más rápido? Pues no, pero si tu chip es antiguo o está sobrecargado de tareas liberarle de algunas no es una mala idea.
Buscando el eslabón más débil
Si lo que estás montando es un nuevo PC quizá te estés preguntando si merece la pena gastarte esos 100 euros en mejorar el sonido del equipo. De nuevo, depende. El problema del audio es que la calidad final siempre dependerá del eslabón más débil. De poco sirve que pinches una Sound Blaster fetén en tu PC si le vas a conectar unos auriculares o unos altavoces de 40 euros. Ahora bien, si tu sistema de sonido lo soporta o tienes unos auriculares realmente buenos, la tarjeta de sonido dedicada deja de ser una opción, y la Z SE es una muy buena elección para usuarios no profesionales.
En general, instalar una tarjeta de sonido externa permite tener un sonido más profundo y envolvente (siempre y cuando tus altavoces y auriculares lo soporten. Recuerda el eslabón más débil). También supone disponer de una mejor potencia de amplificación y un mejor muestreo de los archivos de audio (Si tienes archivos de audio en esa calidad. Si es para poner Spotify no se qué haces leyendo esto).

Lo que la Sound Blaster Z SE ofrece es sonido de alta resolución y 24 bits (192 kHz) de profundidad de sonido (16 bits se considera el mínimo hoy en día. 32 es lo normal en sonido profesional). La relación señal/ruido de su amplificador es de 116 dB, pero además cuenta con amplificación independiente para audífonos que eleva su calidad a la de unos audífonos de estudio si, de nuevo, los cascos lo soportan. Los puertos de salida permiten conectar un sistema de sonido posicional Dolby Digital 5.1 real, o emular un un entornos 7.1 de forma virtual, finalmente soporta los estándares DTS y ASIO 2.0.

Físicamente, la Z SE es una preciosidad, Su cubierta roja metalizada no solo cumple una función estética. Además es un escudo contra interferencias, algo que cuando hablamos de calidad de sonido es bastante deseable. Eso sí, se conecta por PCI Express y lo más probable es que ese precioso escudo acabe mirando hacia abajo. La instalación es simple y rápida, pero no está exenta de problemas. En mi caso tuve que reinstalar los drivers porque la aplicación Sound Blaster Command se negaba a reconocer la tarjeta. Después estuve días escuchando microcortes en el sonido y volviéndome loco hasta que me di cuenta de que era un cable óptico mal ajustado.
Una vez conectada correctamente, los resultados son apreciables de inmediato. Basta conectar unos auriculares decentes como los SXFI Gamer a los puertos nativos de la placa y después a los de la Sound Blaster para notar la diferencia en potencia y claridad de sonido. Lo mismo ocurre con unos altavoces, de nuevo bastante normalitos, como los Stage V2.
Todo el sonido se controla desde una aplicación llamada Soundblaster Command, que es la que permite no solo gestionar los dispositivos, sino además crear y aplicar perfiles de audio específicos para juegos o cine en función del dispositivo de salida que tengamos conectado.
En resumen
¿Mi problema con la SoundBlaster? Pues que la he probado casi al mismo tiempo que los Jabra Evolve 2 85, unos auriculares de oficina de gama alta que se conectan por Bluetooth y que ofrecen un sonido igual de bueno con una configuración mucho más sencilla.
El caso de los Jabra no es único. En el mercado hay decenas de auriculares y altavoces que ofrecen un sonido potentísimo y cristalino a través de Bluetooth o de cable USB-C, y la Sound Blaster Z SE no tiene ese puerto. Que el sonido de la Z SE es mejor que el de mi placa base es algo innegable que se aprecia a poco que tengamos oídos en lugar de zapatos. El problema es que para disfrutar de ese sonido vas a tener que usar soluciones con cable y estar un buen rato configurando.
Si la idea de tener que abrir una aplicación para cargar un perfil de audio específico de un juego o tener que activar manualmente el DTS para ver una película no te molesta y además eres un amante del buen sonido, entonces la Sound Blaster Z SE (o cualquier otra tarjeta de sonido discreta como las Asus Xonar y Stryx, que son estupendas) está hecha para ti. Si te gusta que tu PC suene bien pero no estás especialmente interesado en invertir tiempo y dinero en ello, entonces te basta y sobra con el sonido de tu placa base.