En resumen, la brutal energía de la luz ultravioleta extrema y los rayos X de alta potencia de la enana roja ioniza la atmósfera y produce un fuerte efecto escape de los electrones de oxígeno hacia el espacio.

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El equipo calculó que en un planeta como Proxima b, que está 20 veces más cerca de su estrella que nosotros, las tormentas estelares se descargan contra la atmósfera cada dos horas. En diez millones de años, su oxígeno habrá desaparecido por completo.

Hay una noticia aún peor dentro de esta mala noticia: las enanas rojas son las estrellas más comunes de nuestra galaxia. De las 60 estrellas más cercanas a la Tierra, 50 son enanas rojas.

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A medida que seguimos descubriendo lo que hace falta para ser una estrella progenitora de la vida, parece cada vez más claro que el Sol es una madre perfecta. [The Astrophysical Journal Letters vía NASA]