
Elon Musk ha presentado un coche feo o eso es, al menos, lo que dice mucha gente en Internet. Parece un triángulo enfadado. No ha terminado de renderizar. Es como un coche de la Nintendo 64. ¿Lo ha dibujado un niño pequeño?... Una cosa os digo: ojalá hicieran más coches feos como este.
Vaya por delante que lo que vas a leer a continuación no es un debate sobre las características técnicas del Tesla Cybertruck. No tengo los conocimientos para saber si esa forma triangular tiene un coeficiente aerodinámico mejor o peor. Tampoco estoy muy seguro de qué pasaría con ese enorme tejado de cristal a dos aguas (y los ocupantes que hay debajo) si la camioneta vuelca violentamente. En realidad me importa poco porque tampoco podría pagar un Cybertruck. Para mí el debate sobre si lo compraría o no es completamente estéril. Apenas puedo permitirme una bicicleta.
No. Esto no es un debate técnico. Deposite en esta bandeja sus conocimientos sobre mecánica e ingeniería antes de seguir adelante. Aquí vamos a discutir única y exclusivamente sobre diseño.
Más allá del Tesla Cybertruck
Tampoco es una defensa del Tesla Cybertruck en particular. De hecho todavía no soy capaz de decidir si me gusta o no. Esa cubierta perfectamente triangular me genera un desequilibrio visual realmente molesto. Me repugna, y al mismo tiempo me fascina en un ciclo sin fin, y esa es precisamente la razón por la que creo que es absolutamente necesario que se hagan más automóviles como este. Necesitamos que se hagan coches que provoquen, que molesten a la vista, que hagan a la gente escupir bilis en Internet y que generen interminables debates estéticos.
Y los necesitamos, porque los coches actuales son mortalmente aburridos.
No, no me pongas una foto de un Ferrari o de un BMW i8. Los deportivos de gama alta pueden permitirse el lujo (nunca mejor dicho) de ser diferentes precisamente porque son modelos exclusivos y muy caros de producir. Hablo de los automóviles normales, los turismos, las berlinas y los SUV del mundo que la mayor parte de personas compran. Esos coches, en esencia, son todos iguales. Soy consciente de que diseñar un automóvil es un proceso sujeto a una larga lista de requisitos: requisitos de seguridad, de ingeniería, de consumo, y de costes de producción. El problema es que, cumplidos estos requisitos, los fabricantes terminan haciendo un modelo muy parecido a todos los demás.

También entiendo la razón última de esto. El objetivo de un fabricante es vender coches, y para eso tiene que lograr un equilibrio entre un diseño radical y uno que le guste a mucha gente. Esa es la razón por la que la mayor parte de los concept cars que vemos en las ferias del automóvil pasan por un proceso de vulgarización absolutamente detestable que hace que el modelo de producción parezca una versión censurada del original.
En la historia de la fabricación de automóviles ha habido algunos hitos de diseño importantes, y todos ellos han sido objeto de burla. Cuando Ford presentó el Sierra en 1982, el público norteamericano, acostumbrado a coches enormes y de lineas rectangulares, se lo pasó pipa criticando el diseño. Pero las lineas curvas del Sierra dejaron un poso invisible en el imaginario colectivo. Ese poso fue el sustrato sobre el que se lanzó el Ford Taurus, un éxito de ventas.
El Ford Focus escandalizó a más de uno con sus faros traseros elevados y verticales. El Renault Twingo fue también objeto de mofas. Los coches con forma de huevo o las vans como la primera Citroen Xsara Picasso han sido material para chistes durante años. Muchas risas, sí, pero estamos en 2019, y la mejor idea que han tenido los fabricantes a la hora de diseñar coches eléctricos ha sido añadirles detalles en color azul metalizado para que se note que son eléctricos. ¿En serio eso es lo mejor que sabéis hacer? Para ser justos, hay algunas pequeñas excepciones a esta regla como el Honda e, cuyo diseño tiene algo mas de personalidad que el del resto de eléctricos.

Los coches eléctricos tienen las suficientes particularidades técnicas (ausencia de motor de combustión, con todo lo que eso supone a la hora de ganar espacio y de prescindir de elementos como la rejilla delantera) como para haberse convertido en una categoría de producto radicalmente diferente a la de los coches convencionales. En lugar de ello tenemos la misma forma aburrida de siempre, pero con detalles azules. En ese panorama desolador, el Tesla Cybertruck es el purgante estomacal que necesitamos. Ojalá los demás fabricantes se animen a poner en producción sus propios diseños locos y condenadamente desagradables a la vista. Necesitamos más coches feos, porque sin ellos olvidaremos lo que es un coche bonito.