Nioh 2 es la secuela de uno de los mejores juegos de tipo “Soulslike” que han llegado en los últimos años, y lo que lo hace especial, al igual que la entrega anterior de la saga, es que no solo se basa en ser muy difícil, sino que también ofrece un montón de herramientas y elementos de combate que lo hacen aún más satisfactorio y diverso. Nioh 2 es más de esto y mejor.
Durante la última década hemos visto el nacimiento de una especie de subgénero en el mundo de los videojuegos conocido como Soulslike. Inspirados en la saga de videojuegos Dark Souls, en esencia se basan en un sistema de combate que castiga al jugador hasta que aprende a dominarlo. Si mueres, lo pierdes todo (o al menos lo último que hayas avanzado) y en la mayoría de casos solo tendrás una oportunidad para recuperarlo, pero si vuelves a morir es adiós para siempre.
Son juegos difíciles que premian el aprendizaje, la paciencia, y que básicamente ofrecen la posibilidad de sentir una gran satisfacción tras matar a ese enemigo con el que llevas horas luchando, intentando una y otra vez. De este modo nacieron un montón de juegos indie y varios juegos triple A. En 2017 llegó Nioh, pero no era simplemente otro clon de Dark Souls.


Lo que hace especial a Nioh 2 es lo mismo que hizo especial al juego anterior: un combate exquisito, lleno de una gran variedad de cosas por hacer, y no simplemente la posibilidad de hacer un par de ataques con un arma y esquivar. En Nioh 2 el jugador tiene a su alcance varias herramientas para hacerse más fuerte una vez aprendas a usarlas: la primera son las posturas, que permiten utilizar tres tipos de ataques distintos con la misma arma, ya sea a mayor velocidad pero menos daño, o a menor velocidad pero con mucho más daño, y puedes cambiar de postura de inmediato incluso en medio de un combo de ataques.
El juego también ofrece árboles de habilidades para cada arma, por lo que es posible hacer combos y golpes especiales con tu arma favorita, bien sea una espada gigantesca, un set de dos hachas, una lanza o la fiel katana, entre otras. Mientras más habilidades desbloqueas de ese árbol y más aprendes, el combate se vuelve mucho más diverso, permitiendo ampliar tu estrategia al momento de combatir ese diabólico jefe que parece imposible de vencer. Porque al igual que el juego ofrece más herramientas, también se siente mucho más difícil de lo que esperas. Sobre todo en las primeras misiones.

No es necesario jugar al primer Nioh antes de jugar Nioh 2 porque en realidad el nuevo juego es una precuela, que se desarrolla en el Japón del siglo XVI en medio de muchos conflictos basados en la historia del país, acompañados de toda la mitología y el folclore nipón en materia de dioses y (sobre todo) demonios o Yokai. Lo que hace especial al protagonista silencioso (que puedes personalizar a tu antojo, y el mío, cómo no, tenía que llevar barba y un parche en el ojo) es que es un híbrido de humano y Yokai, pudiendo no solo derrotar a esos demonios y absorber sus almas, sino también transformarse en uno.
Y estos últimos dos aspectos también son parte del combate y las mecánicas del juego, algo completamente nuevo de esta entrega. Una vez derrotas a algún Yokai especial se puede absorber su alma y obtener una de sus habilidades, lo incluye la invocación de otros demonios para disparar flechas, invocar un tornado para atacar a tus enemigos o arrojar una lanza a distancia, entre otros. Estos ataques consumen una barra especial (que se va llenando a medida que derrotas enemigos) y sirven para combinar con tus propios ataques cuerpo a cuerpo. De nuevo, ofreciendo más diversidad del combate.


Como también mencioné, el protagonista, llamado Hide, puede transformarse en Yokai una vez carga su habilidad. Esta transformación es una especie de “súper” o habilidad especial que dura muy poco tiempo activa y te hace invencible mientras lo está, o al menos en cierto modo. Si bien es cierto que tu barra de vida no disminuirá mientras estás en modo Yokai repartiendo golpes poderosos, cada vez que recibes un ataque o realizas uno reduce la barra de duración de la transformación, lo que significa que tienes que invertir bien tu tiempo como Yokai o no pasarán ni tres segundos antes de que estés de vuelta en modo humano y sin nada de estamina, lo que te dejará abierto a un ataque del jefe.
Una advertencia: los ataques de jefes finales pueden hacer una cantidad ridícula de daño, porque no todo son ventajas. Como mencioné algunas líneas atrás, el juego te ofrece muchas herramientas en materia de combate y habilidades, pero también te hace enfrentarte a enemigos extremadamente difíciles. Después de todo, tiene que haber un balance. Además, el título cuenta con multijugador que permite invocar a otros jugadores o sus “espíritus” para luchar contra ellos, o junto a ellos y que te ayuden a derrotar a ese jefe endemoniado.
Más allá de las mecánicas, las armas y la dificultad del juego, Nioh 2 tiene una campaña muy, muy larga que se desarrolla en escenarios preciosos y temibles, como aldeas japonesas destruidas o cuevas llenas de cosas horribles y medusas mitad humano mitad serpiente que son detestables y las odiaré por siempre.

Pero en general, Nioh 2 se ha convertido en uno de mis Soulslike favoritos porque ofrece una cantidad amplia de cosas por hacer y aprender a hacer, más allá de simplemente golpear y esquivar, lo que resulta en combates en los que te encuentras constantemente haciendo secuencias como dar un ataque con la postura más rápida, presionar el botón para recuperar tu Ki, esquivar brevemente un ataque, cambiar a otra postura, dar un par de ataques en combo, volver a recuperar el Ki, esquivar, hacer un contra Yokai (un contraataque especial que te transforma en demonio por medio segundo), y luego dar un remate final con la postura más alta y potente. Todo esto, presionando un montón de botones en un orden que, tras varias horas, ya te sale natural y te hace sentir como todo un experto, como el samurái más duro en medio de ese mundo lleno de cosas horribles, y que ninguna podrá vencerte.
Eso, hasta que te encuentras a la próxima medusa. Malditas sean.