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Por qué tener coches clásicos antiguos con muy pocos kilómetros es una auténtica tortura

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Esta mañana vi un anuncio sobre un coche en venta, el tipo de automóvil en el que normalmente estaría muy interesado. Era un anuncio de un Volkswagen Beetle de 1964, y estaba en un estado increíble. También se vendía por la disparatada cifra de un millón de dólares, que incluso para un fetichista de los escarabajos como yo es algo tan loco como hacer pasta de dientes con avispas vivas. ¿Por qué este escarabajo se vende por un millón de dólares? Porque solo marca 35 en el cuentakilómetros. Esta es también la misma razón por la que sería un coche horrible.

No estoy diciendo que este Beetle no sea valioso, o que no valga lo que pidan por él (probablemente si). Puede ser el Beetle original mejor conservado de todo el universo conocido, y como tal es algo que no tiene precio. Tiene todas las pegatinas originales, los tapacubos todavía están en la caja del concesionario, tiene pequeñas piezas y accesorios que no creo haber visto más allá del manual del coche nunca. Es increíble.

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Pero tener ese coche sería una tortura. Y no solo este coche con un kilometraje tan ridículamente bajo, sino cualquier coche con un kilometraje parecido. No puedo imaginar algo más frustrante que tener un automóvil que me encante y que tenga poquísimos kilómetros.

Debido a que los automóviles se disfrutan más al conducirlos, cualquier coche que tenga valor por lo poco que ha sido conducido va a ser algo que nunca podrás disfrutar realmente. Y creo que es algo que podría volver loco a cualquiera.

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¡Mira esa especie de cubierta del visor! ¡Nunca había visto algo así! ¡Es increíble que todavía exista! Maldita sea.

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Mataría por un Volkswagen de mediados de los sesenta, pero parte de la razón por la que cometería tal atrocidad es porque me gustaría conducirlo. La idea de que puedas tener un coche increíble, pero si lo utilizas de verdad, el valor se desplomaría y serías un estúpido, es algo carente de sentido para mí.

Me imagino paseando con las llaves del coche todos los días y todos los días estaría tentado de conducirlo, y tendría que convencerme todo el rato de que sería una idea terrible. Esto es de todo menos divertido.

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Vale, podrías argumentar que puedes decir: “a la mierda, ¡es solo dinero!” y conducirlo, pero luego vendría la pregunta: “¿por qué no comprar uno de los otros muchos coches con muchos más kilómetros perfectamente restaurados, que puedes conducir todo lo que quieras y sintiéndote absolutamente libre de culpa?” Si de verdad quieres tener un coche, no tiene ningún sentido.

Los coches como este son importantes, pero son el tipo de cosas que deberían estar en un museo. Para los seres humanos reales y amantes de los coches, estos automóviles solo pueden ser una tortura.

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Si encontrases una lámpara mágica y al limpiarla sale un genio, y ese genio te ofreciera el mejor plato de comida del mundo, el más perfecto y el más delicioso creado en la historia de la humanidad, sería increíble. Pero si ese genio te dijera, espera, no puedes comértelo, entonces estarías en tu derecho de mandarlo todo a la mierda. Eso es lo que ocurre con los coches con un kilometraje tan sumamente bajo. Son piezas increíbles que puedes poseer, pero que nunca podrás disfrutar realmente.

Se que es raro sentirme feliz por no tener un millón de dólares para poder tirar en un viejo Volkswagen, pero así es.