La sal es un elemento básico de nuestra cocina, y se utiliza desde tiempos inmemoriales para darle más sabor a las cosas. Pero, ¿es eso cierto? ¿Es la sal realmente un potenciador del sabor de los alimentos?
En primer lugar, el cloruro sódico o sal, como lo conocemos, es un nutriente básico que necesitamos. Ayuda a regular la presión arterial, controla la cantidad de agua del organismo y es fundamental para la transmisión de impulsos nerviosos al cerebro.
Pero claro, nuestro cuerpo no puede fabricarlo de cero, así que parte de ello lo conseguimos a través de nuestra dieta. Por eso hemos desarrollado cierto gusto hacia la sal, de forma que mantengamos así su consumo.
Paradójicamente, la sal hace que el sabor de las cosas sea mas dulce, ya que reduce nuestra percepción de los sabores amargos. Los científicos parecen haber descubierto que el sodio bloquea las uniones entre los componentes amargos y los receptores que tenemos en la lengua para este tipo de sabores, provocando una percepción menos amarga de los alimentos.
Y no solo esto. También la sal puede hacer que los alimentos sepan mejor potenciando su olor.

Cuando echamos sal a algo, los iones de la sal son atraídos hacia las partículas de agua que hay en la comida. Esto provoca que ciertas moléculas relacionadas con el aroma se evaporen con más facilidad. Puede ser que esas moléculas no lleguen a alcanzar tu lengua, pero contribuyen enormemente a tu percepción del sabor.
De hecho influye también en la textura de la comida, mejorando la jugosidad de los alimentos ricos en proteínas al contribuir a su retención de agua y disminuyendo su acidez.
Pero tienes que tener también cuidado: si abusas de la sal, tus riñones no serán capaz de filtrarla toda, y acabará en tu sangre, provocando un aumento de tu tensión arterial. Por eso, cuando ingerimos sal en grandes cantidades, se disparan los receptores amargos y agrios de nuestra boca, provocando que el sabor de la comida nos resulte desagradable.
Así que, el truco para darle un poco más de sabor a tus comidas es la sal. Y y no es cosa tuya, lo dice la ciencia.
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