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Por qué la tensión entre Rusia y EE.UU. es positiva para la ciencia

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Soplan tiempos revueltos en el mundo geopolítico. La creciente tensión entre Estados Unidos y Rusia por el conflicto en Ucrania ha sacudido los cimientos de la propia carrera espacial. La cosa ha llegado a un punto en el que Rusia ha anunciado su retirada del proyecto de la Estación Espacial Internacional. Con todo, el río revuelto diplomático puede ser proverbial ganancia de pescadores si las agencias espaciales de cada país saben jugar sus cartas.

¿Qué ha pasado?

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La crisis en Ucrania está enfrentando a las distintas potencias mundiales que tienen intereses en la zona. Estados Unidos y la Unión Europea acordaron recientemente imponer sanciones económicas a Rusia. El viceprimer ministro ruso, Dmitry Rogozin ha respondido a estas sanciones con dos medidas que tienen incidencia directa sobre el espacio.

La primera de estas medidas es la prohibición de exportar a Estados Unidos motores a reacción RD-180 y NK-33 con fines militares. Se da la circunstancia de que estos motores son los que llevan, entre otros, los cohetes espaciales Atlas-5, que son los más utilizados por el ejército estadounidense para poner en órbita satélites.

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La segunda medida ha sido anunciar su retirada de la Estación Espacial Internacional para dedicarse "a otros proyectos de exploración". La NASA, la ESA, Canadá, Japón, y la Agencia espacial soviética mantenían un acuerdo para trabajar en la ISS hasta 2020. El anuncio de Rogozin no explica que va a pasar con la parte rusa de la ISS, ni con la cooperación entre los dos países.

La NASA llama a la calma asegurando que la cooperación entre Estados Unidos y Rusia en materia espacial se ha mantenido intacta, incluso en los tiempos de la guerra fría, pero lo cierto es que nadie sabe con seguridad que pasará dentro de unos años. No hay que olvidar que las actuales misiones a la Estación Espacial Internacional viajan a bordo de cápsulas rusas Soyuz, por poner solo un ejemplo.

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¿Por qué puede ser bueno?

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En una palabra: Competencia. Por mucha colaboración que haya entre Moscú y Washington, saber que los vecinos de enfrente van a dejar de sentarse tantos días en la misma mesa para dedicarse a proyectos propios puede ser la espuela que necesitan los gobiernos para dedicar más presupuesto y esfuerzos a la investigación. La llegada del hombre al espacio y a la luna probablemente no hubiera sido posible si no hubiera sido por la feroz competencia entre Rusia y Estados Unidos por sacar músculo en materia científica.

Para empezar, el veto a los motores RD-180 obligará al Pentágono a ponerse las pilas y desarrollar sus propios cohetes. Por mucho que la NASA asegure que no pasa nada, la tensión con Rusia también avivará, con toda probabilidad, proyectos de lanzaderas espaciales propias como la Orión, la Boeing CST-100, o la Falcon-9 de Space-X.

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Una oportunidad para el resto

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Durante años, la exploración espacial ha sido un juguete prácticamente en manos de Estados Unidos y Rusia. El enfado entre ambos países puede ser la oportunidad que necesitaban agencias espaciales de otros estados para buscar acuerdos, bien sea como meros proveedores de tecnología, o para estrechar lazos de cooperación en materia de exploración espacial.

No sería raro que, por cercanía geográfica y política, Rusia y China comiencen a cortejarse mutuamente en materia espacial. China busca notoriedad en ese campo, y tiene más músculo económico que una Rusia debilitada financieramente. Rusia, por su parte, tiene una extraordinaria trayectoria en ciencia e investigación.

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Tras sumarse a las sanciones contra Rusia en Ucrania, a la UE y su Agencia Espacial Europea no le queda mucha alternativa aparte de estrechar lazos con Estados Unidos y Canadá. No obstante, sigue siendo una oportunidad de oro para la ESA, que siempre ha sido el sujetavelas en el triángulo amoroso espacial entre Rusia y Estados Unidos.

Por supuesto, podríamos equivocarnos. Al fin y al cabo, los políticos tienen una larga y abultada experiencia en tomar siempre la peor decisión posible en lo que a ciencia, progreso y tecnología se refiere. Siempre cabe la posibilidad de que la única decisión que tomen sea engordar mas los presupuestos de investigación en defensa, pero hasta eso sería positivo, habida cuenta del porcentaje de proyectos militares que acaban mejorando la vida de las personas en el ámbito civil (siempre que las armas no se usen primero, claro). Un ambiente de competencia en materia espacial también haría más facil a las empresas privadas obtener fondos públicos para desarrollar proyectos tan lejanos ahora como la explotación minera de asteorides.

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Si las agencias son inteligentes, harían bien en empezar a concertar reuniones en las altas esferas para ir reservando sitio en un futuro de la exploración espacial que pinta muy diferente a lo que hemos conocido hasta ahora.

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Fotos: NASA y ESA

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