Hoy en día, es una pregunta completamente hipotética, pero en unos años es posible que tengamos que tomar decisiones importantes sobre la superficie de otro planeta. ¿Quién será el que decida lo que hacer o no hacer? Más importante aún, ¿quién será el responsable si algo sale mal?
Hoy en día hay varias agencias espaciales de varios países distintos y compañías privadas involucradas en la exploración espacial. La primera pregunta es obvia: ¿Quién está al mando hoy? En general, cualquier persona, institución o empresa que quiera enviar algo al espacio debe pedir permiso a su gobierno antes. Esto es así porque, en caso de que algo falle en una misión, el gobierno del país que acoge a esa organización es responsable último de lo que hacen sus agencias y empresas.
El problema es que nunca es tan simple. En general, se aplica una filosofía colaborativa a nivel internacional. Conquistar el espacio es complejo y se necesita toda la ayuda posible, por eso la mayor parte de proyectos son internacionales.
Existe un Comité de Investigación Espacial (COSPAR) respaldado por 142 países que trata de establecer las directrices de cómo proceder en misiones espaciales a nivel internacional, pero no es un organismo regulador como puede serlo un congreso. En otras palabras, no dicta leyes. Solo ofrece asesoramiento y directrices.
Existe también un tratado del Espacio Exterior de Naciones Unidas que se firmó en 1967, pero tampoco es vinculante. Es el tratado en el que se basó, por ejemplo, la decisión de hacer que el robot Mars Curiosity se desviase y pasara por alto una región de Marte que podía albergar agua.
El problema de este tratado es que está redactado únicamente con la idea de salvaguardar la vida de seres humanos y la evidencia científica de vida en otros planetas. No es un marco lo bastante detallado como para proteger el ecosistema de de otro planeta o sus recursos naturales. No sirve, por poner otro ejemplo, para dar una respuesta sobre cómo actuar en caso de que una forma de vida de otro planeta se muestre hostil con los seres humanos.
Catharine Conley es la responsable del Centro de Protección Planetaria de la NASA. Conley explica que a día de hoy es muy complicado establecer quién puede responder de qué acciones, sobre todo si hay diferentes agentes implicados y no todos tienen los mismos objetivos. A día de hoy, solo hay científicos en el espacio, pero el día que comiencen otras actividades como la minería espacial acabará habiendo un conflicto de intereses.
El principal problema, según Conley, es que ni siquiera sabemos a qué escenarios nos vamos a enfrentar. Un microorganismo que llevemos a Marte puede tener una presencia anecdótica sobre la superficie del planeta y morir por la radiación, o encontrar en el planeta rojo el ecosistema perfecto y acabar con las reservas de perclorato del regolito marciano, una posible fuente de energía para las colonias allí. “Hasta que haya un incidente, no sabremos que hacer”, explica Conley “y si hay un incidente, desde el punto de vista de la protección a un planeta, es porque algo ya ha ido mal”.
“La principal amenaza de los seres humanos sobre otro planetas es lo que no sabemos o lo que creemos saber, pero no sabemos” concluye Conley. El polvo de la superficie lunar, que se colaba en todos los rincones y que casi da al traste con las misiones Apolo, es el mejor ejemplo. La pregunta de quién debe decidir en el espacio es una aún por contestar [vía Smithsonian]