Ahora que está comenzando a enfriar, puede que te encuentres con el insólito espectáculo de un árbol al que le ha salido una especie de barba oscura. A veces puede aparecer también en una roca o bajo un alero en una pared. Si se da el caso no la molestes. A menos por supuesto que te gusten las arañas.
La extraña masa de pelos no es más que una acumulación de opliliones, una extensa familia de artrópodos emparentados con las arañas. Son, de hecho, arácnidos, pero no arañas en sentido estricto. A menudo se les confunde con las típicas arañas domésticas de patas larguísimas que anidan en nuestros hogares porque también tienen ocho patas, pero el parecido termina ahí.
Los opiliones no son venenosos como sus primas las arañas, y tampoco pueden tejer telas porque carecen de las glándulas para ello. Además solo tienen dos pequeños ojos. La manera más sencilla de reconocerlos es porque su cefalotórax y su abdomen forman una única masa bulbosa en lugar de estar separados como en las arañas.
Aunque hay especies que cazan para alimentarse, la mayor parte de opiliones domésticos con los que podemos encontrarnos simplemente son carroñeros. No está del todo claro por qué se reúnen para formar esas masas con tan poco respeto por el espacio personal, pero se cree que es para protegerse de los depredadores (al menos de los que no son capaces de usar un lanzallamas) y ayudar a mantener su calor corporal cuando llega el frío.
Volviendo al tema de arriba, si perturbas la paz de estos animalitos inofensivos no te van a hacer nada, pero probablemente parte de la masa se te caiga encima y la idea de correr cubierto de una masa de arácnidos, por muy inofensivos que sean, no parece agradable. Una vez separados de la masa principal, los opiliones regresan a ella o forman otra en algún rincón donde les dejen tranquilos.