SpaceX llevaba una racha de 26 lanzamientos completamente exitosos en cuanto a recuperar la primera fase de sus cohetes Falcon 9, mediante un aterrizaje en vertical sobre tierra firme o una barcaza en medio del océano. Esa racha se ha visto interrumpida por problemas en su más reciente aterrizaje.
En la misión que SpaceX llevó a cabo el 5 de diciembre, cuyo propósito era enviar una cápsula Dragón a la Estación Espacial Internacional, todo se estaba desarrollando a la perfección hasta que, en pleno descenso, la primera fase del cohete Falcon 9 que utilizaron comenzó a girar sin control, hasta que cayó suavemente en el océano Atlántico, en la costa de Florida, Estados Unidos.
El objetivo de la primera fase era aterrizar en vertical en la Estación Espacial Kennedy, pero una de las aletas de rejilla del cohete, utilizadas para estabilizarlo durante el descenso a tierra, se quedó estancada, según explicó Elon Musk.
Así fue el descenso fuera de control del Falcon 9, hasta caer en el agua.
“Los motores pudieron estabilizar al cohete justo a tiempo, permitiendo que quedara intacto tras caer en el agua. Un barco va camino a rescatar al Falcon”.
Según Musk, el culpable del fallo fue la bomba hidráulica de la aleta, por lo que ahora planean añadir una bomba de respaldo para el caso de que vuelva a fallar. La buena noticia, explica, es que parece que la primera fase del Falcon 9 salió ilesa del percance, e incluso está transmitiendo datos a la sede de control de SpaceX, por lo que evaluarán usarla de nuevo para una “misión interna de SpaceX”. El resto de la misión sí fue exitoso.
Hasta un próximo lanzamiento exitoso, solo nos quedan las fotos del Falcon descansando en el océano hasta que lo rescaten.