Taylor Swift no quiere que escuchemos su música en Spotify. La artista estadounidense ha retirado todos sus discos del popular servicio de streaming, incluyendo su nuevo álbum 1989, que lleva camino de romper todos los récords de ventas. La marcha de Taylor Swift no solo no debería preocuparnos en absoluto, sino que es una buena noticia.
Y no, no es que la música de esta diva del country pop sea prescindible. Todo lo contrario. Según datos de Spotify, 19 millones de los 40 millones de usuarios de Spotify han escuchado canciones se Swift en los últimos 30 días, y sus temas aparecen en la friolera de 19 millones de listas de reproducción.
Taylor Swift no ha ofrecido, de momento, ninguna explicación oficial sobre su retirada de Spotify. Los únicos que han comentado su marcha son los propios responsables de la compañía sueca. En su blog oficial, el equipo de Spotify ha declarado su amor incondicional por la cantante de country pop, y hasta se han permitido el humor de utilizar sus propias letras para pedirle que vuelva, y crear una nueva lista oficial que lleva por título: "Qué escuchar mientras Taylor está fuera".
El hecho de que Spotify se haya tomado con tanto humor la marcha de Taylor Swift ya proporciona un indicio de que el incidente no debe ser tomado en clave de confrontación.
El álbum 1989 sigue listado en el servicio de búsquedas de Spotify, pero no se puede escuchar. Sobre la lista podemos ver un aviso que reza: El artista o sus representantes han decidido no publicar este álbum en Spotify. Estamos trabajando al respecto y esperamos que pronto cambien de opinión. No es la primera vez que Spotify tiene que mostrar esta nota. Antes ha ocurrido con Beyoncé, Coldplay, o los Black Keys. Todos ellos tenían sus razones para dar la espalda a Spotify, y esas razones se resumen en una palabra: negocios.
Las razones de Swift
Tanto Taylor Swift como Beyoncé u otros artistas decidieron retirar su disco de Spotify, al mismo tiempo que lo ponían a la venta en iTunes. En el caso de la artista, las razones para hacer esto son muy comprensibles. Para empezar, 1989 lleva camino de convertirse en el disco de una intérprete femenina más vendido de la historia en su primera semana, superando los 1.319 millones de copias que obtuvo el Oops! … I Did It Again de Britney Spears en el año 2000.
El sistema de streaming de Spotify puede reducir las ventas iniciales y malograr ese récord, así que Swift lo ha retirado justo un día después del lanzamiento del álbum.
Por otra parte, en The New York Post aseguran que la cantante es parte interesada en una discográfica llamada Big Machine. El New York Post explica que el dueño de Big Machine, Scott Borcheta, planea vender el sello por 200 millones de dólares. Aunque Swift solo tiene un disco con Big Machine, el hecho de que sea exclusivo puede servir para mejorar el precio de venta de la compañía de la que participa.
Un actor más de la industria discográfica
No es un secreto que Taylor Swift no es fan de los servicios de streaming. Casi ningún artista lo es, pero retirarse ahora de Spotify no responde a una rabieta, sino a razones perfectamente lógicas y dictadas por estrategia de ventas. El sistema de ventanas de distribución no es nuevo. Lleva años funcionando en el cine y es la razón por la que, por regla general, cuando una productora lanza una nueva película, no quiere ni oír hablar de que los usuarios de Netflix o de otros servicios online puedan verla desde sus casas el mismo día del estreno.
El modelo de negocio de Spotify no es para nada deseable para los artistas cuando de lo que se trata es de vender un disco recién publicado, pero viene bien más tarde, cuando lo conveniente es mantener un hilo de ingresos y dar a conocer la música en cuantos más sitios mejor. Por otra parte, dar la espalda a Spotify también es una manera de presionar a la compañía para obtener mejores porcentajes. Según Spotify, el 70% de sus ingresos van a parar a los artistas o sus representantes.
Nos arriesgamos a equivocarnos, pero lo más probable es que la Taylor Swift acabe volviendo a Spotify más adelante como ya han hecho McCartney y tantos otros después de sus respectivos desplantes. El hecho de que Swift u otros artistas realicen estas maniobras es una buena noticia, porque implica que tienen en cuenta a Spotify como un actor importante más dentro de la distribución de sus obras.
Cada vez más músicos están incluyendo a Spotify o a otros servicios musicales en sus estrategias de ventas y promoción, e integrando por fin la distribución digital que durante tantos años era un tema tabú. Quizá es momento de dejar de pensar en el negocio discográfico como una romántica y eterna confrontación entre malvados artistas codiciosos y justicieros internautas libertarios. El mercado está madurando. Maduremos nosotros también.
Foto de portada: AP Images
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