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Xbox One X, análisis: la consola de videojuegos más potente del mundo solo tiene un problema

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Hay demasiadas cosas bien hechas en la Xbox One X. Desde el momento en el que la enciendes y una fanfarria de sonido y audio te deslumbra desde el televisor, la “nueva videoconsola más potente del mundo” deja bien claro que es un producto especial, bien cuidado y diseñado. Con todo, la acompaña un gran problema, este es su análisis.

La parte técnica

En lo que respecta a la presente generacion de videoconsolas, Microsoft y su Xbox One X van perdiendo (por mucho) frente a Sony y su PlayStation 4. El éxito, más o menos inesperado, de la Nintendo Switch tampoco les hace ningún favor.

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La Xbox One X es, por tanto, la apuesta de Microsoft para poner al día a la consola y ofrecer “lo último de lo último” en gaming, la oportunidad perfecta para recuperar el terreno perdido y de paso deslumbrar con el hardware. Para ello, por si te interesa la parte técnica, se sirve de un procesador de 8 núcleos a 2,3 Ghz, 12 GB de RAM y una GPU de 6 teraflops (¡teraflops!) hecha por AMD. Es más potente (2 teraflops y 3 GB de RAM arriba) que la PlayStation 4 Pro.

También es más bonita, a juicio del que escribe, que la consola de Sony, más elegante, más pequeña y se siente como algo que no te importa tener al lado de la tele y a simple viste en el salón, en contraposición al mamotreto de líneas alienígenas que es la PlayStation 4 Pro. Así se ven todas juntas:

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Usando la Xbox One X

Con tamaña pila de prestaciones en hardware, desde el momento en el que arranca la consola funciona con una suavidad exquisita. Los menús, las opciones, las pantallas de carga... todo se mueve con una soltura sensiblemente mayor a cómo lo hace en una Xbox One o una Xbox One S.

En lo que respecta a juegos, que es lo que verdaderamente importa, hay dos factores a tener en cuenta, la resolución 4K y el soporte para HDR. Hay un tercero, llamado Xbox One X Enhanced (mejorado para Xbox One X, en inglés) que voy a dejar fuera para evitar complicaciones innecesarias, pero incluye aspectos variados como la resolución, más detalles, las texturas, los frames por segundo y otras variables.

La lista de videojuegos al momento del lanzamiento que soportan algún tipo de compatibilidad es larga, pero varía muchísimo. Algunos de los títulos, como Gears of War 4, ofrecen soporte para jugar a 60fps, 4K y HDR pero otros, como Killer Instinct, solo funcionan a 4k y otros, como ReCore, “solo” soportan HDR.

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Imagino que esa lista se irá normalizando con el tiempo y que de aquí a un año la mayoría de juegos que lleguen al mercado traerán soporte completo (4K, HDR, 60 fps) pero de momento y durante unos meses tener esta lista a mano te servirá para tener bien claro qué juego se ejecuta con qué en la Xbox One X.

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La lista en cuestión nos lleva a uno de los problemas menores de la consola. Entiendo que hay gente con ojos de halcón capaz de diferenciar la mínima diferencia en los píxaleles ante sus ojos, pero a otros, comunes entre los mortales, nos cuesta diferenciar exactamente si lo que tenemos delante es 4K nativo, 4K sobreescalado o HDR (los 60fps, eso sí, se notan sin problemas). Simplemente “se ve bien”.

“Se ve bien”, aunque simplista, es la mejor manera de describir cómo es jugar a un título en la Xbox One X plenamente compatible con todas sus características. Los colores, la resolución, los detalles, la fluidez... es una experiencia genial. Durante la pasada semana he jugado a Assassin’s Creed Origins (mi favorito hasta ahora en términos de espectacularidad visual), Gears of War 4, Forza Horizon 7 y Call of Duty: World War II. Todos, televisor 4K y compatible con HDR mediante, suponen una experiencia fantástica, y lo dice alguien que juega habitualmente en PC con la potencia gráfica al máximo.

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El gran problema

Hasta ahora he hablado del hardware y la experiencia de usuario con la Xbox One X porque es donde la consola realmente brilla, pero falta la otra cara de la moneda: el software.

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Por un lado, y por increíble que sea jugar a 4K, 60 fps y HDR (en serio, lo es), no me parece que exista la suficiente cantidad de buenos títulos como para justificar alegremente un desembolso de $500/500€. Por si fuera poco, y cuando los hay, los niveles de compatibilidad no son uniformes, es posible que tu juego favorito soporte 4K, pero no HDR, o que simplemente sea “Enhacned for Xbox One X. Seguro que compensa al gamer acérrimo, o al fan de Xbox, pero no a la mayoría de usuarios.

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Juegos, juegos, juegos ¿Dónde están los juegos?

Y luego, claro, está el problema de los juegos en sí. Cuando mencionaba la derrota frente a Sony y PlayStation en la presente generación, he omitido el principal responsable, dolorosamente presente también en el caso de la Xbox One X: los títulos exclusivos. Es posible que la Xbox One X sea la consola más potente, en términos brutos y absolutos del mercado, pero para exprimirla al máximo, para que sea la más divertida (es que es fácil perderse en eternas listas de especificaciones, pero hablamos de una simple consola de videojuegos) hace falta que la acompañen títulos de la talla de The Last of Us, Uncharted u Horizon Zero Dawn. Xbox no tiene eso.

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Que nadie me malentienda (y guarden las antorchas, por favor): Xbox tiene buenos exclusivos como el glorioso Cuphead, Gears of War 4 u Ori and the Blind Forest, pero no recogen el éxito abrumador (en crítica sí, en ventas no) que sí se encuentra presente en los títulos de Sony. Es posible, de nuevo, que la Xbox One X sea la consola más potente del mercado, pero dudo que importe mucho a la hora de jugar, con un rendimiento ligeramente superior al de la PlayStation 4, si el juego, en sí, y su experiencia no son abrumadoramente superiores.

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Es un tema complejo y una espada de doble filo para Microsoft: creo que la Xbox One X, como producto, es espectacular y sin duda “la mejor” consola que puedes comprar ahora mismo, la más avanzada y la más potente. Es un 10. Pero de nada sirve si no se ponen las pilas por el lado de los juegos, el producto lo tienen, ahora falta que usarlo sea como poco igual de bueno. La pregunta es si pueden.

¿Merece la pena?

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Respondamos por puntos:

  • Si no tienes una televisión 4K: No, ni de broma. Invierte primero en un buen televisor 4K con HDR y, en un tiempo, cuando la Xbox One X esté a reventar de títulos compatibles con todas sus características, compra una a buen precio.
  • Si tienes un televisor 4K con HDR: Sí, compárala contra una PlayStation 4 Pro (publicaremos una comparativa pronto) y evalúa tus necesidades, pero si andas jugando en una “vieja” Xbox One o Xbox One X el salto es importante y se agradece. En mi caso, además, usarla se ha prestado a volver a jugar a títulos más antiguos que ahora son compatibles (como la campaña de Gears of War 4) así que ¯\_(ツ)_/¯ doble diversión.
  • Si eres fan de Xbox (como yo): Es la mejor Xbox jamás hecha, de principio a fin. Corre a comprarla e ignora todo lo demás.
  • Si quieres un reproductor BluRay 4k HDR: viendo el resto de alternativas en el mercado, probablemente en relación calidad precio y en lo que obtienes por todo lo que pagas la Xbox One X es un reproductor estupendo de BluRay 4K HDR.