Tras la Guerra Fría se hicieron públicos unos documentos donde se le proponía a Stalin enviar unos dos millones de personas a Siberia para crear “asentamientos especiales”. La realidad es que las únicas personas enviadas a una de las zonas más inhóspitas del planeta fueron aquellas consideradas indeseables. Esto fue lo que ocurrió.
En febrero de 1933, Genrikh Yagoda, jefe de la policía secreta de OGPU, y Matvei Berman, jefe del sistema de campos de trabajo del GULAG, propusieron un autodenominado “plan grandioso” a Joseph Stalin, entonces Secretario General de la Unión Soviética.
La idea consistía en restablecerse. ¿Cómo? Enviando a esos 2.000.000 de personas a Siberia y Kazajstán en “asentamientos especiales”. Los deportados, o “colonos”, como preferían llamarlos, debían poner en producción más de un millón de hectáreas de tierras vírgenes en las regiones escasamente pobladas (y heladas), convirtiéndose en última instancia en autosuficientes en un período de dos años.
En realidad, el plan de Yagoda y Berman era una versión de algo que ya hicieron en el pasado, pero a diferencia de ese, ahora los recursos disponibles para apoyar semejante idea se veían gravemente limitados por la hambruna en curso en toda la Unión Soviética. A pesar de ello, el nuevo plan se aprobó en el Consejo Soviético el 11 de marzo de 1933.
Poco después de la aprobación del mismo, el número de posibles deportados se redujo a 1.000.000. Pasaron los meses y cuando realmente llegó el momento de poner en práctica lo acordado, las autoridades soviéticas reunieron a 25.000 personas y las enviaron a Tomsk, en Siberia.
Los deportados eran principalmente los considerados como “Elementos socialmente dañinos”, es decir, antiguos mercaderes y comerciantes, campesinos que habían huido de la hambruna en el campo, pequeños delincuentes o cualquiera que no encajaba en la estructura de clase comunista idealizada de la época. También, por supuesto, opositores políticos en el ejército o en el propio Partido Comunista.
Con sus antecedentes no se les emitieron pasaportes, de forma que podrían ser arrestados y deportados de las ciudades después de un procedimiento administrativo ordinario de lo más “eficaz”. La mayoría de los arrestados fueron deportados en un período de dos días, entre marzo y julio de 1933.
Según el plan de Yagoda y Berman, los deportados pasarían por campos de tránsito en Tomsk, Omsk y Achinsk. El campamento más grande estaba en Tomsk, que tuvo que reconstruirse desde cero para albergar a los 25.000 deportados que llegaron en abril a pesar de que el campamento no estaba programado para completarse hasta el 1 de mayo.
El transporte fluvial a los campos de trabajo finales se cerró hasta que se despejó el hielo en los ríos Ob y Tom. La mayoría de los primeros en llegar fueron kulaks y trabajadores agrícolas, junto a personas de ciudades del sur de Rusia. La llegada de tantos deportados aterrorizó a las autoridades de Tomsk, quienes los vieron como “hambrientos y contagiosos”.
Luego, en mayo de 1933, se eligieron 5.000 para seguir moviéndose en una barcaza a la isla Nazino, a unos 600 kilómetros al norte de Tomsk. Los “colonos” fueron enviados allí sin herramientas, refugio, ropa o comida. De hecho, la única provisión que se les dio para su nueva vida en la remota isla de Siberia fue harina, aunque no se les dio ningún utensilio con el que cocinarla.
La isla caníbal
Cuando llegaron a la isla, 27 personas ya habían muerto. Cerca de 300 personas no sobrevivieron a la primera noche de nieve. Cuando los supervivientes se despertaron, muchos se dieron cuenta del horror de la situación, de la realidad de la inanición.
Se suponía que la isla era un campo de trabajo donde los deportados podían mantenerse mientras ayudaban a crecer las tierras de cultivo en los bosques que rodeaban la isla. Sin embargo, a las autoridades a cargo del campo de trabajo no se les entregaron herramientas, lo que significaba que los prisioneros fueron esencialmente arrojados a la isla hasta que sus captores pudieran averiguar qué hacer con ellos.
La isla en sí era un pantano deshabitado sin arquitectura alguna. Esto significaba que los miles de prisioneros apiñados en tan solo 500 metros de ancho y menos de 3.000 metros de largo no tenían dónde refugiarse de los elementos. Para empeorar aún más la situación, el 27 de mayo llevaron a la isla otros 1.200 prisioneros.
No había nada que comer en Nazino, así que las autoridades comenzaron a enviar más harina. Ocurrió que la primera mañana que intentaron llevarla, los prisioneros hambrientos invadieron a los soldados que trataban de entregarla, estos a su vez comenzaron a disparar contra la multitud. Al día siguiente, el proceso se repitió de nuevo, y fue el momento en que las autoridades decidieron que los prisioneros eligieran capitanes o jefes para recolectar la harina de la orilla del río.
Pero como suele ocurrir en situaciones desesperadas, los capitanes, normalmente pequeños delincuentes, acumularon la comida y exigieron un pago de la misma a quien quisiese alimentarse. Sin hornos para hacer pan, los prisioneros que podían comer harina la mezclaban con agua de río y la comían cruda, lo que llevó a la gran mayoría a la disentería.
En pocas semanas, la gente comenzó a morir en masa. La isla descendió rápidamente en el caos y la anarquía. Con tan poco alimento para tanta gente y en una zona perdida del planeta donde no existía ley para proteger a los más débiles, los prisioneros comenzaron a asesinarse unos a otros. Incluso muchos recurrieron al canibalismo. Tal y como informó un testigo hace unos años, las escenas fueron escalofriantes:
En la isla había un guardia llamado Kostia Venikov, un joven. Estaba cortejando a una chica bonita que habían enviado allí. Él la protegió. Un día tuvo que estar lejos por un tiempo. La gente atrapó a la chica, la ató a un álamo, le cortó los senos, los músculos, todo lo que pudieron comer, todo, ... Tenían tanta hambre, tenían que comer. Cuando Kostia volvió, la chica todavía estaba agonizando. Intentó salvarla, pero había perdido demasiada sangre.
Los deportados, desesperados, comenzaron a construir balsas para tratar de escapar de la locura. Sin embargo, las balsas se hundían casi de inmediato. Los que estaban a bordo normalmente se ahogaron en su intento por escapar, y cientos de cadáveres comenzaron a llegar a las costas de Nazino. Cualquiera que trató de salir de aquel infierno pereció en el desierto implacable de Siberia o fue cazado por los guardias por puro deporte.
De las 6.000 personas que finalmente fueron enviadas a la isla, solo 2.000 sobrevivieron. En un período de varias semanas, entre 1.500 y 2.000 personas murieron por inanición, enfermedad, asesinato o muerte accidental. Otros 2.000 “colonos” habían desaparecido y su paradero era imposible de encontrar, por lo que se presumía que estaban muertos.
Para el mes de julio los pocos supervivientes fueron enviados a un campo de trabajo cercano, donde muchos más sucumbieron a las duras condiciones. En última instancia, fueron solo una pequeña parte del gran número de “colonos” que murieron durante las purgas de Stalin realizó a cualquiera que considerara una amenaza para el régimen.
Los acontecimientos que ocurrieron en la Isla Nazino destacaron los problemas de los proyectos de colonización soviética, y los líderes comenzaron a dudar de su calidad y eficiencia. De hecho, la isla condujo directamente al final de los planes de asentamientos a gran escala en la Unión Soviética.
Para finales del año 1933, los eventos en la isla parecían haberse borrado de la memoria de todos, en gran medida, porque no se hicieron públicos, y solo un pequeño número de supervivientes, funcionarios del gobierno y testigos presenciales sabían la verdad.
Tuvieron que pasar décadas hasta que en 1988 los detalles de la purga se pusieron a disposición del público a través de los esfuerzos del grupo de derechos humanos Memorial.
Entonces se supo que los primeros informes de canibalismo vinieron de la isla tan solo tres días después de que los deportados desembarcaran, sin embargo, las autoridades soviéticas continuaron dejando a más personas en la isla, incluso sabiendo el nivel de enfermedad y hambre de la zona.
Los informes posteriores de los supervivientes se encuentran entre los más espantosos y terribles de lo sucedido durante todo el mandato de la Unión Soviética. [The History of the Gulag, Wikipedia, Cannibal Island: Death in a Siberian Gulag]