
A veces, la solución a los grandes enigmas son mucho más simples de lo que pensamos. Por ejemplo, el incidente diplomático que se dio en la década de 1980 entre superpotencias nucleares. Suecia pensó durante 15 años que los submarinos rusos estaban invadiendo su territorio. Resultaron ser pedos.
La historia tuvo lugar en 1981, momento en que un submarino soviético encalló en la costa sur de Suecia, a tan solo 10 kilómetros de una base naval sueca. Mientras que los soviéticos afirmaron que entraron en territorio sueco por problemas y errores de navegación, Suecia lo vio como una prueba de que la Unión Soviética se estaba infiltrando en sus aguas.
Para colmo, cuando los suecos midieron en secreto materiales radiactivos utilizando espectroscopia de rayos gamma, dijeron que habían detectado con un 90 por ciento de seguridad que había uranio-23 (utilizado para revestir armas nucleares) dentro del submarino, lo que indicaba que podía ser armamento nuclear.
Finalmente, el submarino se devolvió a aguas internacionales, pero el gobierno sueco permaneció alerta, convencido de que los soviéticos aún podrían estar operando cerca de su territorio. Fue en ese instante cuando comenzaron a captar señales y sonidos submarinos esquivos. En 1982, varios submarinos, barcos y helicópteros de Suecia persiguieron una de estas fuentes no identificadas durante todo un mes, sin embargo, no lograron dar con ella.
Esta búsqueda duró más de una década, y cuando los suecos captaban una señal acústica, buscaban y no encontraban nada más que unas pocas burbujas en la superficie del mar. En Suecia estaban confundidos y preocupados por las intrusiones, y no entendían por qué, con la Guerra Fría ya terminada, Rusia podría seguir provocándolas de esta manera.
Finalmente, en el año 1996 se descubrió la misteriosa fuente. El profesor de la Universidad del Sur de Dinamarca, Magnus Wahlberg, se involucró en la investigación de las extrañas señales. Según explicó en una charla TED en 2012:
Nos llevaron a esta habitación muy secreta debajo de la base naval de Bergen en Estocolmo. Estábamos sentados allí con todos estos oficiales para reproducirnos estos sonidos. Era la primera vez que un civil los escuchaba. Había estado imaginando que sonaba como el ping que se escucha en las películas cuando se detecta un submarino o incluso el ruido de una hélice.
Pero no, no era así. Sonaba como si alguien estuviera friendo tocino. Como pequeñas burbujas de aire que se liberan bajo el agua.
Wahlberg y un colega comenzaron a investigar para averiguar el origen de una fuente qué podría estar haciendo burbujas a una escala que hacía pensar a Suecia que se trataba de un submarino nuclear. Según el investigador:
Resulta que los arenques tienen una vejiga natatoria ... y esta vejiga natatoria está conectada al conducto anal del pez. Es una conexión única, que solo se encuentra en el arenque. Por tanto, un arenque puede apretar su vejiga natatoria y de esa manera puede soltar una pequeña cantidad de burbujas a través de la abertura anal.
Para probar su teoría, Wahlberg compró un arenque en una tienda y aplicó presión (cuando algo cerca de ellos los asusta pueden generar una gran cantidad de gas). Efectivamente, el arenque hizo el sonido. Wahlberg llevó las imágenes al personal de la Marina y se las reprodujo. Combinaba perfectamente con el ruido que habían estado escuchando durante 15 años.
Así se llegó a la conclusión de que no eran los soviéticos preparando un ataque durante más de una década, eran arenques lanzando gases. [IFLScience, TED]