
Majestuosas naves espaciales que vuelan hacia el espacio profundo para salvar el planeta Tierra. El peligro de un abismo infinito. Bellos reflejos en la superficie de un casco. Lo hemos visto todo antes. Incluso las películas espaciales más futuristas suelen resultarnos familiares. Pero ese no es el caso de Ad Astra, la última película del director de cine James Gray. Ad Astra cuenta una historia aparentemente simple ambientada en un futuro realista, con giros que nos parecen frescos, sin perder de vista a su personaje principal o los temas más nobles y elevados. Es una de las mejores películas espaciales en años.
Brad Pitt interpreta a Roy McBride, un astronauta muy capaz y muy centrado que es el hijo del astronauta más famoso de todos los tiempos, Clifford McBride. Clifford (Tommy Lee Jones) viajó al espacio hace décadas con la esperanza de encontrar vida inteligente y nunca regresó. Su hijo siguió su camino convirtiéndose en un explorador espacial. Un día, las circunstancias dictaron que Roy tenía que salir a averiguar qué le pasó a su padre.
Escrita por el propio Gray y por Ethan Gross, Ad Astra tiene lugar en un “futuro cercano”. Un momento en el que puedes comprar un billete para ir a la Luna, en el que hay una base con humanos en Marte y una agencia del gobierno de Estados Unidos llamada Comando Espacial gestiona todo eso, al mismo tiempo que busca vida inteligente. Es un futuro que parece alcanzable, pero también increíble gracias a cómo se presenta. Por ejemplo, nos encontramos con Roy en una estación espacial atracada justo encima de la atmósfera de la Tierra. La Luna es habitable y una atracción turística. También es una zona de guerra donde países de la Tierra luchan por el terreno y hay piratas vagando por el polvo, saqueando objetos de valor. Y en lugar de Marte o algún lugar insondable en el infinito, el objetivo de Roy es Neptuno. Un planeta que está a miles de millones de kilómetros de distancia y aun así está en nuestro sistema solar. Es lo suficientemente lejano como para ser algo nuevo, pero lo suficientemente cercano como para parecer algo lógico, como la película en sí misma.

Cuando una película espacial tiene escenas de acción con piratas lunares, pero aborda la búsqueda de vida extraterrestre de una manera realista y aspira a llegar a un planeta que la mayoría de las películas ignoran, comienzas a entender que Ad Astra es impredecible y propulsora. También hay otros ejemplos de cómo la película aborda la exploración espacial de una forma inesperada, como lo que pasa cuando Roy encuentra una nave abandonada, o cómo sale de Marte, pero contarlos sería un spoiler. Con cada giro ocurre algo que probablemente nunca imaginaste.
Pero, cuando llega la acción, la familiaridad es la sorpresa. Cada escena de acción parece inspirada en una película clásica del género. Primero Point Break, luego Mad Max, luego Indiana Jones, luego 2001. Y sin embargo, para darle otro toque de originalidad, a todas esas escenas de alto voltaje se les resta importancia porque las vemos a través del punto de vista de Roy, que es siempre muy recatado y relajado. La yuxtaposición de piezas sorprendentes con elementos y personajes conectados a tierra es otro de los elementos que distingue a Ad Astra.
Gran parte del tono de la película se debe al propio Roy. Es un personaje complejo y cautivador, y Pitt lo interpreta con una intensidad genial. Roy es conocido por su genialidad inhumana en las circunstancias más difíciles, un rasgo que mantiene durante la mayor parte de la película. Sin embargo, también aprendemos cómo su comportamiento y estado mental son impulsados por la pérdida de su padre a una edad muy temprana y cómo su dedicación a su trabajo dañó su vida personal. Es un hombre roto por dentro, pero tranquilo, sereno y centrado por fuera. Una alquimia fascinante, como la película en sí.
Sin embargo, como la película se centra en Roy, Ad Astra no explora ningún otro personaje. Liv Tyler tiene una o dos líneas de diálogo como esposa separada de Roy. Ruth Negga es la jefa de la base de Marte, que es tan interesante que desearás un spin-off sobre ella. Pero Negga es apenas un engranaje intrigante en la historia de Roy, como la mayoría de los demás actores. Me hubiera gustado que hubiera más desarrollo de personajes en la película pero, en última instancia, las complejidades de Roy son más que suficientes.

Otro elemento en contra es que Ad Astra ofrece muy pocas pistas de cuál es el mensaje que pretende transmitir. Desde el comienzo de la película, es obvio que Gray está interesado en algo más que llevar al público a una aventura en el espacio profundo. La narración omnisciente de Roy, así como sus frecuentes revisiones psicológicas, lo dejan claro. Pero en todo momento, esos hilos temáticos más profundos se pierden en la narrativa dinámica. Cuando la película llega a su punto culminante y las intenciones de Gray se expresan alto y claro, es casi como si hubieran sido añadidas, aunque obviamente no lo fueran.
Y aunque el equilibrio de pathos, acción e historia puede no ser perfecto, una vez que todo se une, no puedes dejar de pensar en ello. Roy encuentra más de lo que espera mientras busca a su padre, y los conmovedores momentos finales se desarrollan suave y silenciosamente. Esos momentos no están a la altura de las salvajes escenas de acción de la película, pero lo compensan siendo una reflexión mental, reafirmante y llena de una mezcla de emociones que se reflejan en la audiencia misma. Ad Astra es una película que en última instancia está un poco desequilibrada, pero nos deja entusiasmados y reflexionando sobre cómo todo se une y lo que significa para nosotros.
Hoy en día, las películas espaciales son tan comunes que es sorprendente ver algo como Ad Astra. Contiene todos los elementos conocidos de su género, pero desde un ángulo completamente nuevo. La acción es intensa y aun así plausible. Los personajes son provocativos y dictan el tono de la película. Y, en última instancia, el mensaje es impactante. Ad Astra es una excelente película que inspira y entretiene.