Moscú, tenemos un problema. La que fuera la industria espacial más potente del mundo durante la Guerra Fría está hoy tocada y casi hundida. Tecnología desfasada, cohetes que se estrellan, corrupción, escaso presupuesto... ¿Cómo ha llegado Rusia a perder de esta forma su liderazgo espacial?
Los últimos accidentes espaciales de Rusia han hecho sonar todas las alarmas. El problema viene de lejos, desde hace casi una década, pero le ha estallado ahora definitivamente entre las manos al gobierno de Vladimir Putin. En apenas 3 semanas Rusia ha sufrido 3 graves accidentes espaciales: la pérdida del cohete Proton-M con un satélite mexicano a bordo, un fallo en el arranque de la nave Progress M-26M anclada a la ISS, y la pérdida y desintegración de la Progress M-27M cuando iba también rumbo a la ISS con materiales de abastecimiento. Y no, no son casos aislados.
Justo hace un año otro fallo en el cohete Proton-M hizo que se perdiera el satélite ruso Express-AM4R. Y en el 2012 otro problema en el Proton-M dio al traste con dos satélites de coste millonario (el indonesio Telkom-3 y el ruso Express-MD2). Este cohete ha sufrido accidentes en 7 ocasiones en poco más de 3 años y medio. Demasiados en tan poco tiempo. A la lista se une otras muchas misiones espaciales rusas fracasadas, como la de 2011 con la cápsula Progress 44 a bordo de un cohete Soyuz, que tampoco pudo llegar a la ISS, o la más reciente a comienzos de este año con la sonda Phobos-Grunt a Marte que también se estrelló.
¿Qué demonios está pasando?
“La industria espacial rusa se derrumba”
El analista espacial Pavel Luzin lo explica de forma muy directa en sus columnas y artículos del Moscow Times: “Puedes compararlo a la caída del Imperio Romano. La industria espacial Rusa se está derrumbando”. Luzin señala una de los problemas clave que ha llevado a la situación actual y que viene de atrás: la pésima gestión, tanto de la Agencia Espacial Federal Rusa (Roscosmos), bajo la supervisión del gobierno, como de compañías aeroespaciales clave.
En el periodo entre 2006 y 2014 los gastos de Roscomos se han multiplicado por 5 y, sin embargo, el número de misiones fallidas no ha dejado de aumentar. Compañías espaciales clave del sector, como las estatales Khrunichev State Research o RSC Energia, se han ido endeudando progresivamente en un círculo vicioso que ha conducido a todo el sector a la inestabilidad financiera.
Corrupción y “decadencia moral”
Esta misma semana, el viceprimer ministro ruso Dmitryi Rogozin, responsable de defensa y de toda la industria espacial estatal, atacó al sector al más puro estilo Putin: buscando culpables. Rogozin confirmó la apertura de una investigación precisamente sobre Khrunichev State Research, fabricante del cohete Proton y de su sucesor Angara, por haber evaporado 182 millones de dólares en 8 casos de presunta corrupción de sus dirigentes.
“La industria espacial [rusa] está plagada por la decadencia moral de sus oficiales y por personal mal pagado. Con tal baja moral de su liderazgo, uno no debe sorprenderse de la pobre calidad de sus productos”, dijo. En otras palabras: el máximo responsable del sector aeroespacial ruso llama poco más que chatarra a los cohetes y naves que Rusia utiliza en la actualidad.
Por supuesto, tratándose en su mayoría de empresas estatales, algo de culpa tiene que tener el propio gobierno de Putin. Rogozin, sin embargo, achaca la última lista de accidentes a la corrupción “de otros” y a la falta de eficiencia en el sector. Señaló que el reciente accidente del cohete Proton-M fue muy similar al registrado en 1988 o en 2014, una prueba de que quienes deberían haber encontrado el problema no han hecho su trabajo. Compañías (corruptas) como Khrunichev emplean 13 veces más personal que la estadounidense Orbital Sciences, encargada de parte de las misiones de abastecimiento a la ISS, y aún así no son capaces de cumplir con éxito sus misiones. “La industria espacial estadounidense es en general 9 veces más eficiente que la rusa”, dijo Rogozin esta semana. “Es una vergüenza, estamos todavía anclados al siglo XX”.
El fiasco del nuevo Cosmódromo Vostochni
Rogozin es conocido por ser despiadado en sus palabras y decisiones. La mejor prueba: su reacción al conocer el desastre y retrasos en la construcción del nuevo Cosmódromo Vostochni. “No permitiré el sabotaje. Simplemente arrancaré cabezas”.
El Cosmódromo Vostochni es un buen ejemplo de la situación de caos en la que vive la industria espacial rusa. Está llamado a sustituir el de Baikonur, en Kazajistán, el que se utiliza ahora para todos los lanzamientos rusos de la Soyuz o el cohete Proton. Vostochni permitirá a Rusia dejar de depender de Kazajistán y reducir costes. Debería estar finalizado en 2018 y costar unos 2.400 millones de dólares, pero los retrasos y la corrupción de las compañías constructoras están convirtiendo el proyecto en una pesadilla.
El año pasado, por ejemplo, el responsable de la construcción del cosmódromo fue arrestado acusado de robar millones del proyecto. Rogozin, que fue justo nombrado entre otras cosas para encarrilar la situación, incluso llegó a instalar cámaras accesibles públicamente en un intento de erradicar la corrupción y acelerar el ritmo de construcción. La idea no parece estar funcionando porque hace solo unas semanas otro responsable de las obras fue despedido.
¿Solución de Putin? Volver a la mentalidad soviética
Ante semejante desaguisado de corrupción, cohetes estrellados y tecnología desfasada, Vladimir Putin y el primer ministro Dmitry Medvedev han tomado una decisión drástica: unir en un solo conglomerado la actual Agencia Espacial Federal Rusa, Roscosmos, con el conglomerado United Rocket and Space Corporation (URSC). ¿Qué significa esto? El regreso a un único gigante espacial controlado por el gobierno central de Moscú. Un intento de retornar a esa mentalidad de la era soviética en la que un solo y enorme organismo central, y no múltiples empresas y agencias independientes, era capaz de organizar toda una industria espacial. ¿Servirá de algo?
Según el analista Pavel Luzin, de poco: “La industria espacial Rusa es hoy en día incapaz de desarrollar o construir nada nuevo. Y ahora solo puede hacer una cosa: presentar facturas al gobierno para unos costes cada vez mayores”. Según Luzin, la decisión de crear un nuevo y único conglomerado sumirá a Rusia aún más en el pozo de la burocracia del que será complicado salir.
Foto: Ministerio de Defensa ruso
El momento que afronta Rusia en exploración espacial es crítico. Su principal cliente de cohetes y cápsulas de transporte de astronautas y material para la ISS, EE.UU., ya ha anunciado su compromiso de dejar de depender de Rusia para estas tareas. Compañías estadounidenses como SpaceX y Orbital Sciences van a comenzar a proveer muy pronto a la NASA de toda esta tecnología. El más triste ejemplo es el cohete ruso Angara (en la imagen de arriba): tras 20 años de desarrollo y fabricación, va a tener muy pocas misiones espaciales que provengan del exterior.
La crisis espacial le llega a Rusia en el peor momento: en plena carrera de EE.UU. y Europa hacia Marte. Ya no estamos en la Guerra Fría, pero Rusia necesitará más que un milagro para competir de verdad con EE.UU. y China si de verdad quiere plantar su bandera en algún lugar más allá de la Luna.
Foto de apertura: el Presidente ruso Vladimir Putin en una visita reciente a las obras del Cosmódromo Vostochni/AP. Resto de fotos: AP
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