Esta temporada de Daredevil me hizo recuperar la fe en la serie, en el héroe, en su complejidad y en cómo se pueden contar historias oscuras sin dejar de lado la ficción de los cómics. Incluso los personajes secundarios de Daredevil han evolucionado por completo, y podemos conectar mucho más con todos ellos: Foggy, Karen, el sacerdote Paul, las monjas, Kingpin, cierto agente del FBI... La serie, sin rodeos, hace que te importe cada uno de ellos, para bien o para mal. Incluso me atrevería a decir que en esta temporada no hay un solo protagonista, sino varios. Todos importan.

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No puedo dejar de mencionar al nuevo villano de la serie, ese Daredevil impostor que cualquiera que conozca los cómics no tardará en reconocer (por respeto a los que no, que son mayoría, no pienso nombrar). La trayectoria de este personaje a través de los 13 episodios de la temporada es impresionante, brillante y macabra. Si creíamos que Matt estaba roto, es porque no conocíamos a Poindexter. No quiero mencionar mucho acerca de él porque el personaje y su evolución es la mayor sorpresa de la serie. De nuevo, si hay algo que saben hacer en Netflix, es crear villanos míticos para sus series de Marvel.

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La tercera temporada de Daredevil se alza entre las tres mejores temporadas de series de Marvel, entre todas, no solo las de Netflix, quizá junto a la primera de Jessica Jones y la primera de Daredevil. Si al igual que Matt, habías perdido la fe (pero en las series de Netflix y Marvel), es hora que le des una nueva oportunidad.