La antimateria es una de las sustancias más fascinantes que existen. Solo tiene un problema. Desaparece en un estallido de energía en cuanto toca materia común. El CERN es uno de los pocos laboratorios que ha llegado a estudiar brevemente antimateria y ahora se prepara para un paso decisivo: transportarla.
Hasta la fecha solo conocemos un puñado de las antipartículas que conforman la antimateria. Todas ellas son similares a las partículas que forman la materia común salvo por un detalle. Su carga eléctrica es opuesta. Un positrón o antielectrón, por ejemplo es idéntico a un electrón común, pero su carga es positiva.
En la naturaleza, la antimateria se genera en fenómenos tan extremos como las estrellas de neutrones, los chorros de plasma que emiten los agujeros negros o los cinturones de Van Allen que rodean la Tierra. También se ha observado que las descargas de las tormentas eléctricas crean pequeñas cantidades de antimateria en la atmósfera que se desvanecen tan rápidamente como surgen.El contacto entre materia y antimateria ocasiona su aniquilación mutua. En el proceso se generan fotones de alta energía, rayos gamma, y otros pares partícula-antipartícula. Las antipartículas también reaccionan entre ellas como lo hace la materia ordinaria. Se unen entre ellas para formar átomos de antimateria, lo que pasa es que no suelen durar lo suficiente como para estudiarlos en profundidad
La comunidad científica comenzó a experimentar con antipartículas en los años 30. Las primeras partículas de antimateria observadas fueron los positrones, y desde entonces se ha avanzado mucho. En 1995, el CERN logró crear los primeros átomos de antihidrógeno durante unas décimas de segundo. Para 2011 ya lograron estabilizar los átomos durante 16 largos minutos.
El CERN ha logrado crear antipartículas, unirlas en antimateria e incluso conservarlas durante un corto espacio de tiempo en una contenedor mediante campos magnéticos, pero nada de esto es útil si no son capaces de contener la antimateria y transportarla a otras instalaciones en las que otros equipos de científicos puedan someterla a sus propias baterías de pruebas. Esa es precisamente la tarea que se han propuesto ahora en el proyecto PUMA (antiProton Unstable Matter Annihilation).
Lo que están diseñando es una trampa de antimateria capaz de retener miles de millones de antiprotones. El sistema de contención combina un contenedor al vacío, poderosos campos magnéticos y eléctricos para evitar que la antimateria toque las paredes del recipiente y una temperatura cercana al cero absoluto para que las antipartículas estén lo más estabilizadas posible.
Los primeros experimentos consistirán en usar este contenedor para almacenar millones de antiprotones durante unas semanas. Si las pruebas tienen éxito, en unos años podría haber una furgoneta circulando entre los laboratorios del CERN. En su interior llevará la sustancia más cara del mundo, con un costo estimado de unos 62.500 millones de dólares el miligramo. También una de las más peligrosas. [Nature vía New Atlas]