Para el hombre capaz de cambiarse un apellido tan simbólico como es Coppola por el del superhéroe de Marvel Luke Cage, o para decidir, en contra de la ley no escrita de evitar los nombres que marcaran a tus hijos de por vida, y llamarlo Kal-El (el último hijo de Krypton), el 15 de febrero del año 2000 tuvo que ser el peor día de su vida. Ese día, el señor Nicolas Cage no encontró su tesoro más preciado en la casa: había desaparecido su ejemplar número 1 de Action Comics, la primera aparición de Superman de la historia.
Puede resultar una nimiedad para muchos, pero como contaría el mismo Cage, lo ocurrido por aquellas fechas fue una de las historias más tristes de su nada ordinaria vida. Cage, la estrella del cine y posiblemente uno de los actores más singulares que hayan existido, tiene un historial único fuera de la gran pantalla.
De entre sus aficiones destacan dos tipos de compras. En primer lugar, aquellas dedicadas a completar las fantasías de una estrella de Hollywood. De esta forma, el hombre que ha contado que sólo come carne de animales que tienen una vida sexual plena, cuenta entre sus preciadas compras con el cráneo fosilizado de un tarbosaurus de hace 67 millones de años, todo un mausoleo en forma de pirámide (la casa donde dejará el planeta Tierra), dos cobras reales albinas, un tiburón blanco, un conjunto de cabezas reducidas de pigmeos, cocodrilos y las típicas compras con las que se asemeja al resto de actores (mansiones, castillos, jets privados e incluso una casa encantada).
Y luego está su segunda afición, o quizás la primera, posiblemente por encima de cualquier otra; su pasión por el mundo de los cómics de superhéroes. Y es que Nicolas Cage ha contado con una de las mayores colecciones de cómics de la historia, cuya valoración llegó a sobrepasar los 1,5 millones de dólares. Evidentemente cuenta con los medios económicos para ello, pero Cage es sin ninguna duda uno de los mayores fanáticos que han existido en el mundillo.
Aunque en cine han sido varias sus incursiones en el mundo de los superhéroes (Ghost Rider o Kick-Ass), sin duda le quedará una espina clavada por no haber podido interpretar a su personaje favorito, Superman. Y es que a principios de los 90 Tim Burton iba a dirigir Superman Lives, protagonizada por un Nicolas Cage que muchos recordaran por las fotos virales en la red, con el señor Cage de pelo largo en las pruebas de vestuario del personaje. Un proyecto que finalmente se frustró y del que Cage habló en el 2015:
Tenía una gran fe en aquella película y en la visión que Tim Burton tenía sobre la misma. Me hubiese gustado verla, pero en cierto modo creo que todos hemos salido ganando con el hecho de que no exista. Gracias al poder de la imaginación, ahora la gente puede imaginar cómo hubiera sido, y quizás esa imagen sea más fuerte que la de la película terminada... Tim es el artista total, un artista puro con una visión propia. Suelo decir que es capaz de crear mundos de la nada, y eso es lo que iba a hacer en ‘Superman Lives’. Vi algunos diseños de personajes y vestuarios de Krypton y eran absolutamente surrealistas, mágicos y magníficos. Él es, definitivamente, uno de mis cineastas favoritos, por su originalidad y su mirada.
Cage nunca llegó a interpretar a Superman, pero a cambió nombró a uno de sus hijos Kal-El y se hizo con la joya de la corona de su impresionante colección de cómics. En el año 1997 compra por 150 mil dólares el ejemplar número 1 de Action Comics, con la aparición estelar por primera vez de Superman. Una reliquia, una obra inigualable para un coleccionista como él (el cómic es el único calificado con un 9 por la CGC) que iba a colocarse en un lugar muy especial de la mansión.
Historia del primer Action Comics
La compra realizada por Nicola Cage era una prestigiosa copia en perfecto estado del primer número de Action Cómics creado por Jerry Siegel y Joe Shuster. Un cómic publicado por primera vez en 1938 que marcaba el debut de Superman, a su vez el que sería el primer gran superhéroe de la historia.
Superman fue sin ninguna duda uno de los personajes que dio vuelo a la llamada Edad Dorada de los cómics, un personaje y un contexto, con las tensiones previas a la Segunda guerra Mundial, que motivó un éxito sin precedentes y dio origen a una gran cantidad de personajes similares.
En cuanto a ese primer número, se hicieron una tirada original de 200 mil copias impresas, de las cuales se cree que han sobrevivido o que permanecen en buen estado alrededor de 100. Y el señor Cage contaba con una de ellas, y no una cualquiera, la copia mejor conservada de todas (no restaurada).
Una copia que ha tenido su propia historia antes de llegar a manos de Nicolas Cage. Dos años antes, en 1993, la casa de subastas Sotheby’s la vendió a un particular por un valor de 86 mil dólares de la época. Al poco tiempo fue Stephen Fishler, un conocido distribuidor de cómics de Manhattan, el que se hacía con el número por 135 mil dólares.
Meses más tarde, Fishler recibe la llamada de Cage. No era para comprarle el número, el actor le pide información porque está interesado en comenzar una colección de cómics y no sabe por donde iniciarse. Esta época en la vida del actor coincide con las famosas pruebas que iban a llevar a la gran pantalla a un Superman melenudo. Sí, se encontraba en la fase de pre-producción de Superman Lives.
El caso es que tras varias llamadas y encuentros, en 1997 el señor Fishler acaba vendiéndole a Cage nada menos que 400 cómics de la época de su colección personal. Y uno de las historietas era el santo grial del mundo de los cómics, el número 1 de Action Cómics.
Es en este momento de la historia cuando el señor Cage le dedica al cómic un pequeño mausoleo en su mansión de la casa de Los Ángeles, enmarcado como cuadro en el centro de un amplio salón y escoltado a ambos lados por otras dos joyas, dos ediciones especiales de Batman. Allí debían convivir en paz y armonía estos dioses de DC.
Y así lo hicieron durante tres años.
Superman deja la casa de Cage
Hasta ese mes de febrero del año 2000. Lo curioso de todo ello es que Cage no supo decir en su momento qué día le habían robado las historietas. Las semanas anteriores había dado en su casa varias fiestas y aunque los tres cómics estaban en la pared central del salón, el actor no había prestado atención hasta ese día.
El 15 de febrero del año 2000 se presenta en casa de Cage el detective de Los Ángeles Don Hrycyk. El hombre contaba a los medios lo que se encontró al llegar. Una casa peculiar donde reinaba la excentricidad:
La sala de estar de Nicolas era un revoltijo de la exuberancia. El actor parecía no hacerle ascos a nada, tan pronto te encontrabas con un fósil de dinosaurio como con el coche más raro que jamás habías visto. Era como el patio de un niño adulto: había un robot gigante, perros por todos lados y una increíble colección de coches vintage donde destacaba uno especialmente: era un modelo deportivo en medio de una habitación. Sinceramente, no podría decir cómo llegó hasta allí, pero parecía que la casa se había construido alrededor del coche estacionado.
Hrycyk contaría que Cage estaba descompuesto, soltando gritos e improperios de rabia ante el robo en el interior de su casa de uno de sus mayores tesoros. El hombre le condujo hasta la escena del crimen, en realidad, una salón que también servía como sala de fumadores en las fiestas, ubicado en una planta inferior de la casa con poca luz y donde destacaban esos cuadros que mostraban los tres cómics.
No eran los únicos, pero si eran los protagonistas. A los lados del salón también colgaban vitrinas, todas a pruebas de balas con docenas de historietas de la colección del actor. Un santuario dedicado a los superhéroes donde se podían ver ejemplares rarísimos de Spider-Man, Los Cuatro Fantásticos, Linterna Verde, Hulk…
Hasta ahora no habíamos hablado de los otros dos cómics robados, ambos de Batman. Se trataba de sendas joyas que formaban parte de los comienzos de Detective Comics (la que luego sería DC). Para ser más exactos, a la derecha de Superman se encontraba el número 27, es decir, la primera aparición en la historia de Batman. A su izquierda el número 28. Y en aquel momento, tres espacios en blanco en la pared, obra de un personaje desconocido, quizás un conocido del actor.
Para el detective era el caso más peculiar de cuantos se había encontrado en sus tres décadas de trabajo entre las paredes de las mansiones de Hollywood. Jamás había iniciado una investigación por el robo de unos cómics. Eso no quita que no se diera cuenta de lo importante que era para el ganador del Oscar, el hombre que fue capaz de escapar con vida de un avión que trasladaba a los presos más peligrosos de la historia (Con Air), estaba deshecho y angustiado. “Ese día pude ver que Cage tenía un gran apego a los cómics, y especialmente al que salía Superman”.
Mientras el detective comenzó la investigación, el actor realizó una de las primeras llamadas a Stephen Fishler, la persona con la que inició su colección, la misma que le había vendido el famoso cómic de Superman. Cuando el actor le contó la historia del robo Fishler pensó que no podía ser, y que lo más probable era que lo había movido de sitio sin acordarse. El distribuidor vuela hasta Los Ángeles para reunirse con Cage y buscar junto a él en la enorme mansión.
Ni Cage, ni Fishler ni el detective Hrycyk encuentran nada en los siguientes meses, aunque surge una pista. Una llamada de los dueños de una tienda de cómics de la zona dicen que han oído hablar de un tipo que está intentando vender las tres historietas. Lo cierto es que pasaron los días y poco más se supo de esa posibilidad.
Un año después del robo, en el 2002, a Hrycyk le llega una nueva pista. Una carta al detective informa de una dirección y una caja de seguridad en Tennessee donde se encuentran los cómics. Resultaría una pista falsa. Cuando la policía acude al lugar y registran la caja se encuentran una réplica del cómic original envuelta en ropa interior de mujer.
Quizás fue un bromista, quizás fue el verdadero autor del robo, nunca se supo. Lo único cierto es que el caso se fue enfriando y Nicolas Cage se fue haciendo a la idea de que jamás recuperaría a “su” preciado Superman.
El regreso de Superman
Hasta la primavera del año 2011.
Once años después del robo en casa de Cage, el caso da un giro inesperado. Así fue como lo contaba Vincent Zurzolo, socio de Fishler, a los medios de comunicación:
Era la primavera del 2011 cuando un día recibimos una llamada de alguien desde California. Nos llamaba para contarnos que tenían una copia del primer Action Comics a la venta. El hombre nos envía una foto, y mi socio Stephen Fishler, que tiene una memoria fotográfica, lo reconoció al momento. Era la copia de Nicolas.
La persona que había llamado era Dan Dotson, un subastador de cómics de la época bastante conocido en el circuito de Los Ángeles. Al parecer, uno de sus clientes habituales, Silvestre Lozano, apareció con el cómic. Tras ojearlo y ver que efectivamente era de 1938 y que estaba conservado en tan buena forma, el hombre piensa que probablemente se trate de una reproducción.
Obviamente no era así. Lozano era un coleccionista que vivía a las afueras de Los Ángeles y que se ganaba la vida comprando todo tipo de cosas y almacenándolas para luego venderlas. El hombre le contó a Dotson que el ejemplar lo había encontrado entre un montón de “chatarra” que le había llegado al almacén. De esta forma fue como llegó a oídos del mayor distribuidor de cómics de la época, el señor Fisher.
Fishler contaría que tardó apenas un segundo en percatarse que era el cómic de Cage. La historieta guardaba un sello distintivo, una pequeña marca en forma de mancha blanca y azul única de esa copia. El distribuidor llama al detective Hrycyk y este traza un plan para intentar averiguar de dónde venía.
Finalmente se arregla una reunión en unos almacenes, un encuentro donde el detective se hizo pasar por el socio de Fishler. Mientras, varios agentes de policía aguardaban en los alrededores para entrar en acción si fuera oportuno. A Fishler le enseñan el cómic, este lo examina y le hace una señal a Hrycyk informándole de que efectivamente es la historieta de Cage.
En ese momento el detective muestra a Lozano su verdadera identidad como detective de Los Ángeles. Lozano se quedó blanco según relataron los testigos. En cuestión de segundos se había esfumado la posibilidad de ser millonario. Hrycyk pasó a realizar un informe para la policía del caso del robo y la copia del cómic se confiscó para su análisis. Los expertos forenses compararon la historieta con una imagen que tenían de la copia cuando fue vendida por Sotheby’s en 1993.
La policía encontró hasta 15 coincidencias exactas, todos defectos de la impresión original. No hay duda, se trataba del cómic que habían robado en la mansión de Nicolas Cage.
Cuando el actor se enteró de todo el caso declaró que “una providencia divina había encontrado el cómic. Tenía la esperanza de que la herencia fuera devuelta a la familia”. El único problema ahora era que el cómic ya no le pertenecía, estaba en poder de la compañía de seguros según habían acordado con el actor (supuestamente después de pagarle) tras el robo. Así que mientras Cage luchaba ahora contra la compañía de seguros por recuperar lo que fue de su propiedad, el santo grial de los cómics se mantuvo en el despacho de Hrycyk, quién contó sobre la anécdota:
Lo recuerdo como un momento de estrés. Después de tantos años, era angustioso para los detectives tener en la sala ese tesoro mientras todos lo querían mirar y tocar. Recuerdo pensar que después de todo y de su valor, sería gracioso que alguien pusiera una taza de café encima. Al final tuvimos que sacarlo de la sala donde estaba y asegurarnos de que nadie ponía sus manos sucias sobre él. Lo envolvimos y lo pusimos en una caja fuerte de la sala de pruebas.
Cage llegó a un acuerdo con el seguro y volvió a tener el cómic, aunque más tarde lo vendió al igual que la mayoría de su colección. Desde entonces, la joya de la corona de todos los cómics ha pasado por varias manos. En el año 2011 fue vendido a través de una subasta en Internet por 1.607.000 euros. La casa de subastas era Internet Comicconect, cuyo presidente no es otro que Stephen Fisher. Años más tarde, en el 2014, se volvía a vender, en este caso por 3,2 millones de dólares.
Ese Action Comics es ahora parte de una colección asombrosa de, quién si no, el señor Stephen Fisher. Nadie sabe nada de los otros dos cómics de Batman sustraídos en casa de Cage, mucho menos de quién fue el autor del robo. Lo que sí se sabe es que todas las cifras que alcance el cómic en futuras subastas se quedarán cortas con la historia de lo ocurrido en esas fechas. Hollywood ya ha comprado los derechos del mayor robo de la historia en el mundo del cómic... un robo en la mismísima casa del padre de Kal-El.