Durante alrededor de una década, los astrofísicos se han estado preguntando por qué hay tanta antimateria en la región del sistema Solar cercana a la Tierra. Un nuevo estudio sitúa la respuesta a esa pregunta a 800 años luz en Geminga, una estrella de neutrones dotada de un extraño halo.
Geminga es un púlsar, el remanente estelar de una supernova que explotó hace alrededor de 300.000 años en la constelación de Géminis. El colosal campo magnético de las estrellas de neutrones como Geminga expulsa electrones y positrones (un tipo de partícula de antimateria equivalente a un electrón) a velocidades cercanas a las de la luz. Estas partículas de alta energía recorren grandes distancias, pero triangular su origen siempre ha sido complicado porque su trayectoria es muy susceptible de desviarse por la presencia de otros campos magnéticos. Eso hace que para cuando las partículas de alta energía llegan a la Tierra es casi imposible determinar de dónde proceden. Los pulsar como Geminga son los presuntos culpables más obvios de toda esa antimateria, pero hasta hace dos años no podía probarse.
En 2017, el Observatorio de rayos gamma de alta energía HAWC (High-Altitude Water Cherenkov Gamma-ray Observatory) confirmó la presencia de de un halo de rayos gamma (formado en su mayor parte por electrones y positrones) alrededor de Geminga. Sin embargo, los investigadores no fueron capaces de determinar si las partículas impulsadas por esta estrella eran las causantes de la abundancia de antimateria alrededor de la Tierra.
Ahí es donde entró un equipo de investigadores de la Universidad Católica de América y el Centro Goddard de la NASA en Maryland. El equipo, dirigido por el astrofísico Mattia Di Mauro, estudió el halo de Geminga separando diferentes modelos de dispersión de estas partículas y otras posibles fuentes.
Sus conclusiones se detallan en un estudio recién publicado en Physical Review D, y básicamente revelan que el halo proveniente de Geminga es monstruosamente grande. Solo la región de 20.000 millones de electronvoltios ocuparía el 20% de nuestro cielo nocturno si pudieramos verlo a simple vista (el ojo humano es incapaz de detectar radiación de tan alta energía).
Tras aislar el flujo de rayos gamma proveniente de Geminga, Di Mauro y su equipo descubrió que los datos concuerdan con las mediciones realizadas por el HAWC hasta el punto de explicar el 20% de los positrones detectados por este observatorio. Extrapolando ese dato, los investigadores creen que es bastante seguro afirmar que toda la materia oscura presente en nuestro Sistema Solar procede de manera casi exclusiva de la acción de púlsares como Geminga. Además, ahora sabemos que estas estrellas de neutrones emiten un gran halo en radiación de positrones, lo que nos da nuevas herramientas para encontrarlos y estudiarlos. [Physical Review D y NASA vía Universe Today]