
Betelgeuse es como una de esas ancianas adineradas de las películas cuyos ingratos nietos esperan que fallezca para cobrar la herencia. Pero, probablemente igual que la anciana cinematográfica, esta estrella está muy lejos de morir, y lo que es peor, la habíamos medido completamente mal.
Los astrónomos llevan prácticamente todo 2020 examinando con atención la estrella, que es la más brillante del cielo en el espectro infrarrojo y una de las más brillantes a simple vista. La razón de este examen es que en diciembre de 2019 su brillo comenzó a decaer de forma dramática y los investigadores sospecharon que podía tratarse de las fases previas a una supernova.
Cuando una estrella se transforma en gigante roja también ve su brillo reducirse, pero en los últimos meses (desde octubre de 2019) la magnitud de Betelgeuse ha caído tanto y tan rápido que ya no está entre las diez estrellas más brillantes de nuestro firmamento. Nunca antes se la había visto con un brillo tan bajo.
Los astrónomos (los ingratos herederos de esta historia) esperaban que el núcleo de la estrella colapsara y Betelgeuse explotara en una Supernova de tipo II, un espectáculo de extraordinaria rareza y todo un regalo científico para los astrónomos. Lamentablemente no va a ser así. Un nuevo estudio de los datos que estamos obteniendo de la estrella realizado en la Universidad de Australia indica que Betelgeuse aún está quemando hélio en su núcleo, lo que indica que aún está muy muy lejos de morir. Probablemente no la veamos terminar sus días como supernova hasta dentro de muchos años. ¿Cuántos? Pues si nos atenemos a lo que dice la astrofísico Meredith Joyce, directora de esta investigación, alrededor de 100.000.
Pinta a que la supernova nos va a pillar un poco mayores.
¿Por qué los cambios de brillo entonces? Los astrónomos creen que la respuesta más posible es que nubes de polvo y gas hayan oscurecido su brillo o simplemente halla sufrido pulsaciones, un fenómeno relativamente común por el que las gigantes rojas ajustan su presión interna. Estas pulsaciones son además la causa de otro descubrimiento un poco más bochornoso: habíamos medido Betelgeuse mal.
En realidad no hay nada de lo que avergonzarse. Las primeras mediciones del diámetro angular de esta estrella se remontan a 1920, una época en la que ni teníamos la tecnología que tenemos ahora ni la estrellas parecía dispuesta a dejarse medir sin oponer resistencia.
Las pulsaciones interfirieron con una adecuada medición del tamaño de Betelgeuse y también con los cálculos sobre la distancia que la separa de nosotros. Según el nuevo estudio, esta gigante roja es mucho más pequeña de lo que se pensaba y está un poco más cerca. En lugar de tener un tamaño de 1.300 veces el diámetro de nuestro Sol. Betelgeuse es solo 750 veces más grande. Sigue siendo una estrella descomunal que hace honor a su categoría de Gigante Roja, pero ya no ocuparía la órbita de Júpiter como se creía. Además, está a solo 530 años luz, no a 724 como se calculó en 1920. El recorte de distancia no supone ninguna diferencia en términos de su eventual explosión. Su brillo sería perfectamente visible en el cielo, pero seguimos estando a más de 50 años luz, que es la distancia que se calcula como segura a la hora de que una supernova no nos fría con su radiación. [The Astrophysical Journal vía Science Alert]