Tras los polvorientos desiertos de Marte, en unos cuantos años podríamos estar recibiendo imágenes de un páramo helado como la recreación artística que veis sobre estas líneas. Se trata de Europa, el cuarto satélite de Júpiter y, con toda probabilidad, el siguiente lugar al que la NASA enviaría sus sondas.
Un estudio recién publicado por la agencia espacial en el diario Astrobiología examina los datos que habrá que ir analizando de cara al eventual aterrizaje de un heredero del robot Curiosity sobre la superficie de Europa.
Aparte de por su relativa proximidad a la Tierra, Europa es un astro muy interesante. Aunque tiene un tamaño menor que el de nuestra propia luna, es el cuarto satélite más grande de Júpiter de los descubiertos por Galileo junto a Ganímedes, Calisto e Ío. Lo que conocemos de Europa se debe, sobre todo al paso de las Sondas Voyager 2 en la década de los 70, y Galileo en los 90. El satélite está cubierto de hielo y su superficie está a temperaturas de en torno a 160 grados bajo cero. Sin embargo, los indicios apuntan a que, bajo la supercie del hielo hay un océano de agua líquida.
Las imágenes que tenemos de Europa muestran una superficie blanca surcada de grietas de un color rojizo cuyo tono aún es objeto de especulación. El estudio de la NASA concluye que la búsqueda de química orgánica y de posibles formas de vida microscópicas serían una prioridad si pudieramos aterrizar con un robot allí. El primer paso para lograr eso es cartografiar adecuadamente el satélite para buscar una zona adecuada donde posar un robot. Aunque aún no hay una misión al respecto, la NASA ya está pensando en ello. [NASA vía Gizmag]
Foto de portada: NASA / JPL-Caltech
Foto de comparación entre la Luna, la Tierra y Europa: Wikipedia, bajo licencia Creative Commons