
En ocasiones, la arqueología encuentra restos que nos descubre con todo lujo de detalles lo que ocurrió en un momento de la historia pasada. En otras, lo que se encuentra es un misterio que necesita de más datos para encontrarle sentido. Esto último ha ocurrido recientemente.
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Al parecer, un equipo de arqueólogos liderados por el investigador Folke Damminger dio con los restos óseos de un hombre enterrado hace 1.400 años. Sin embargo, lo más fascinante fue lo que encontraron cerca del hombre: un caballo sin cabeza en un antiguo cementerio de la ciudad de Knittlingen, en el sur de Alemania.
Cuentan los arqueólogos que muy probablemente ambos restos están relacionados, quizás sea el dueño/jinete del animal cuando estaba vivo. Se calcula que al hombre lo enterraron en un momento en que la dinastía merovingia (476-750 d. C.) se expandía en la zona y gobernaba una franja bastante amplia de territorio en lo que ahora es Francia y Europa Central.
Según ha explicado Damminger:
Durante su vida, el hombre probablemente sirvió a los reyes de la dinastía. Estaba en una ‘cadena de mando’ con los reyes merovingios en la parte superior, lo que significaba que estaba obligado a participar en las campañas del rey. Como miembro de la élite local, lo más probable es que fuera el cabeza de familia de un granjero compuesto por su familia y sus sirvientes. Sin embargo, el hombre no era agricultor en un sentido estricto, ya que otros trabajadores pueden haber realizado gran parte de la agricultura.

Ahora bien, en cuanto al caballo sin cabeza y la razón de que ambos fueran enterrados en la misma zona, todo son preguntas, aunque el investigador tiene una teoría:
Es probable es que la decapitación [del caballo] fuera parte de la ceremonia del entierro. El caballo pudo haber sido colocado cerca de su dueño como un “bien funerario” para el más allá en lugar de un sacrificio.
En su estudio, Damminger también indica que existe la posibilidad de que su entierro fuera ideado por la familia del hombre para retratarlo como una persona importante:
Una de las funciones de esta ceremonia fue la ‘puesta en escena’ del difunto en su antiguo estado y riqueza como un reclamo de sus sucesores para mantener este estado.
Por cierto, aunque no se ha encontrado la cabeza del caballo, los investigadores sí hallaron los de otras personas que vivieron aproximadamente al mismo tiempo que este jinete, todas dentro del mismo cementerio. En algunos casos, se trataba de personas con armas como lanzas, espadas e incluso escudos. [Live Science]