Ocurrió el pasado 4 de octubre en California, momento en que una estudiante de la Academia Da Vinci les trajo al resto de sus compañeros unas galletas caseras que había cocinado. La receta tenía un ingrediente sorpresa que muchos desconocían: llevaba las cenizas de su abuelo.
Al parecer, al menos nueve de los compañeros de clase compartieron las galletas. A algunos les dijo la verdad antes de probarlas, pero a otros no les dijo que habían cenizas humanas. Además, a falta de los resultados de los análisis para corroborar la historia, la policía ya ha confirmado que todo indica que fue así porque “la estudiante ha ofrecido una serie de detalles que no podemos revelar”.
Un compañero de la clase le dijo a la cadena KCRA que le dio un mordisco a una de las galletas “con textura arenosa”, también dijo que cuando las probó creía que contenían cenizas humanas. “Nuestra compañera había mencionado antes las cenizas de su abuelo a algunos”, explicó.
El mismo alumno contó que la chica le ofreció algunas cenizas que había llevado si intercambiaba los escritorios con otro estudiante de su clase. “No le creí hasta que sacó la urna”, dijo a los medios:
Me dijo que había un ingrediente especial en la galleta. La verdad es que pensé que puso drogas o algo así, pero cuando continuó con el tema del abuelo comencé a estar horrorizado. Sólo tomé un bocado. Si alguna vez comiste arena de niño, sabes que puedes sentirla crujiendo entre tus dientes. Fue parecido.
En realidad, todo esto suena como un experimento de sociología sin escrúpulos de los años 60 con todo tipo de implicaciones. Éticas por supuesto pero, ¿y legales? ¿Es punible la acción de la estudiante?
Los padres de los jóvenes fueron los primeros en reclamar justicia por el incidente. Paul Doroshov, teniente de la policía, abrió un caso y ha estado tratando de determinar qué código penal se aplicaría a la cocción de restos humanos en los alimentos.
Los oficiales consideraron una sección del código penal de California con respecto a la eliminación de restos humanos de manera inadecuada, “aunque los cargos por molestia pública podrían ser más apropiados”, ha explicado Doroshov.
No obstante, y después de darle muchas vueltas al caso, Doroshov ha comunicado que tanto él como el resto de los investigadores no han podido identificar un motivo claro. “Son menores y no es un crimen atroz o grave. Tampoco había riesgo para la salud pública”, comunicó.
Por tanto, la policía ha explicado que el extraño caso “no encaja bajo ninguna sección de delitos de Estados Unidos”. Siendo así, el comunicado oficial de los agentes finaliza dejando que la escuela se encargue del asunto.
La escuela Da Vinci enseña a 580 estudiantes entre 7y 12 años y está ubicada en la ciudad universitaria de Davis, sede de la Universidad de California. El director Tyler Millsap dijo en un comunicado a los padres que el incidente “ha sido particularmente desafiante y hemos respondido de manera apropiada y más respetuosa y digna posible”.
Una cosa parece clara después de existir el incidente. Hornear unas galletas con las cenizas de algún pariente para luego compartirlas, no es delito, al menos en California. [LATimes, Time]