La secuencia es escalofriante. Para proteger a sus crías de los depredadores, una familia de gansos árticos ha anidado en lo alto de un saliente de un acantilado de más de 100 metros de altura. Sin embargo, el cambio de estación temprano los obliga a emigrar cuando los polluelos todavía no saben volar. La única opción viable es saltar.
Exhaustos y sin comida, estos gansos jóvenes deben sobrevivir a una terrible caída. Apenas un día después de la eclosión, los polluelos necesitan dejar el nido para alimentarse de pasto porque sus padres no pueden alimentarlos.
La secuencia nos muestra a los tres polluelos frente al abismo y el posterior salto, y aunque todo resulta tremendamente aterrador, son tan ligeros que no suelen morir al golpear el suelo, como explica a National Geographic el profesor David Cabot de la Universidad de Cork en Irlanda, primero en filmar este fenómeno increíble en 1985:
Son ligeros y esponjosos, y a menudo parecen rebotar en las rocas cuando caen. Sólo unos pocos mueren por quedar atrapados en grietas, barrancos o golpes de roca. en una roca afilada.
En realidad, el verdadero peligro de estas aves son principalmente los zorros árticos, aunque también las gaviotas, que esperan a los pichones en su ruta desde el fondo del acantilado hasta la orilla del agua. Los zorros “se apresurarán a capturar la mayor cantidad de pollitos posible para guardarlos para más adelante”, zanja Cabot. [National Geographic]