Marzo ha arrancado con más tensión que nunca en la Península de Corea. Pionyang ha respondido a las maniobras conjuntas entre Corea del Sur y Estados Unidos con varios lanzamientos de misiles en lo que muchos ya no consideran una simple bravata, sino un ensayo real para la guerra.
Las maniobras de Corea del Sur y Estados Unidos forman parte de una operación conocida como Foal Eagle y que dura treinta días. El evento se viene celebrando todos los años desde 1997, pero no faltan las voces que expresan su preocupación ante lo que consideran una provocación innecesaria al voluble régimen de Pionyang. A comienzos de marzo, el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Geng Shuang, hacía referencia a la delicada situación geopolítica en la península y se preguntaba si unas maniobras militares son lo más adecuado para rebajar la tensión entre las dos coreas.
La operación Foal Eagle no ha sido bien recibida por Corea del Norte, que pocos días después lanzaba cuatro misiles que viajaron casi mil kilómetros hasta estrellarse en el Mar de Japón. No es la primera vez que el régimen de Kim-Jong-Un pone a prueba sus misiles Scud y No-Dong, pero desde Foreign Policy llaman la atención sobre el hecho de que estos lanzamientos tienen más de ensayo militar para una guerra real que de simple bravata destinada a llamar la atención sobre su arsenal nuclear.
Los misiles lanzados la semana pasada cayeron cerca de la base de los Marines en Iwakuni, Japón. El propio gobierno de Pionyang se encargó de subrayar este hecho en un comunicado que explicaba que los misiles eran una “contingencia contra posibles acciones desde las bases del agresor imprialista en Japón”. De igual manera se expresaba meses antes, cuando otro misil de prueba se estrellaba en el mar a una distancia equivalente a la de la ciudad de Busan, en Corea del Sur. De nuevo, Corea del Norte despejó cualquier duda sobre este lanzamiento diciendo:
La prueba se ha realizado bajo condiciones simuladas que limitaban el alcance para realizar ataques preventivos sobre los puertos y aeropuertos del teatro de operaciones de Corea del Sur, donde los imperialistas de Estados Unidos acumulan su arsenal nuclear.
La cuestión de fondo es cómo piensan en Pionyang repeler una posible agresión por parte de Corea del Sur o de la propia Estados Unidos. Hacer gala de armas nucleares y de la voluntad de usarlas es una buena forma de disuadir al enemigo, pero Kim-Yong-Un sabe que nada de eso servirá si no golpea primero antes de que posibles fuerzas invasoras encuentren sus arsenales o decidan apretar primero el botón nuclear. Por supuesto, golpear primero también es la estrategia de Estados Unidos, donde la respuesta a un ataque semejante sería definitiva para Corea del Norte. Lo único claro hasta la fecha es que la tensión en esta zona del mundo está muy lejos de terminar. [vía Foreign Policy]