La vida del señor Fenn siempre estuvo marcada por los grandes desafíos, así que cuando supo que iba a morir, pensó que lo mejor que podía hacer era transmitirle al mundo su pasión por la exploración con un reto que nadie ha conseguido descifrar. La búsqueda de un tesoro de reliquias millonarias.
Se calcula que hace unos 50 millones de años se formó lo que se conoce como Rocky Mountains. De la tierra emergieron un ancho cinturón de montañas que corrían por el oeste de Estados Unidos. Desde entonces, la enorme actividad tectónica y la erosión por los glaciares han esculpido las Rocky Mountains en picos y valles dramáticos.
Es probable que hacia el final de la última Edad de Hielo los seres humanos comenzaron a habitar la cordillera. Después de que europeos, tipos como Sir Alexander Mackenzie, y estadounidenses, como la expedición de Lewis y Clark, comenzaron a explorar la zona y sus minerales y riquezas, las montañas pasaron a ser explotadas, aunque la extensión jamás llegó a ser poblada por completo.
De hecho, gran parte de la cordillera está protegida por parques y bosques. Es un sitio perfecto para esconderte. O para esconder algo. Quizás uno de los tesoros más valiosos que alguien podría encontrar.
El tesoro de Fenn
Forrest Fenn fue un chico que creció al sur de Waco, Texas, a finales de los años treinta. Su padre era el director de la escuela local, y cuando no estaba ocupado viendo cómo se educaban los chicos de la ciudad, el padre de Fenn gastaba su tiempo con su otro gran pasatiempo, o cómo él mismo decía, “el mejor aprendizaje para mi hijo”: la búsqueda de artefactos de nativos americanos por las tierras.
Así fue como Forrest encontró su primera punta de flecha cuando tenía unos 9 años. Fenn contaría años después que estaba tan emocionado por el hallazgo que jamás perdió el apetito por la exploración, “aquello me inició en una aventura para toda la vida, la de descubrir y recoger cosas”.
En la década de 1950, Fenn se unió a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y se convirtió en un piloto de caza. Su carrera militar lo llevó por todo el mundo, y cada vez que estaba de viaje, el hombre buscaba artefactos raros y antiguos. Encontró frascos romanos llenos de aceite de oliva en Pompeya, viejas monedas de latón en el mar Mediterráneo cerca de Trípoli, o en Libia, y otras puntas de lanza de 8.000 años de antigüedad en el desierto del Sahara.
Cuando Fenn estaba en pleno auge en su carrera militar, el hombre decide cambiar lo que hasta ahora era su afición por su modo de vida. A comienzos de la década de los 70 se hace comerciante del arte y antigüedades en el sudoeste en Santa Fe, Nuevo México.
Pasaron los años, y en 1987 el padre de Fenn muere de cáncer de páncreas. Un año después, en el 88, Forrest también fue diagnosticado con cáncer de riñón. Los médicos le dieron únicamente un 20% de posibilidades de sobrevivir unos años más. Siendo así, el hombre que había explorado medio mundo y que tenía reliquias de todas las partes del planeta, comenzó a pensar en su propio legado, ¿qué tipo de marca quería dejar en el mundo?
El ahora comerciante de arte decidió que su “huella” sería un reto al mundo entero, como una gran X en un mapa del tesoro. La búsqueda de sus artefactos le había dado tanto placer durante su vida que decidió intentar transmitir su amor por la afición a otros, tal y como su padre se lo había pasado a él. ¿Qué mejor manera de hacerlo que darle a los cazadores de tesoros un verdadero tesoro para cazar?
Con los años, Fenn había acumulado una colección de artefactos que valían millones de dólares, y comenzó a seleccionar algunas de sus piezas favoritas para incluirlas en el tesoro. En 1990 llegó a pagar 30.000 dólares por una caja con cerradura de bronce de 800 años de antigüedad.
Aquella caja pensó que sería un buen cofre del tesoro, y desde entonces comenzó a llenarlo con los artículos que seleccionaba: cientos de pepitas de oro, más de 200 monedas de oro, joyas como un collar de fetiche de 2.000 años de antigüedad o un anillo español incrustado de piedras preciosas que data de 1600, entre otros. Cuando estaba llena, la caja pesaba más de 20 kilos.
Por último, debajo del tesoro, en el fondo de la caja, había una copia de la autobiografía de Fenn impresa en letras minúsculas y enrollada y rellenada en un tarro antiguo. Incluso dejó una lupa en la caja para que las minúsculas palabras fueran más fáciles de leer.
Fenn tenía una idea en la cabeza. Esperaba que, al estar tan cerca de la muerte, quizás podría llevar el tesoro a su escondite, acostarse y morir junto a él, asegurándose de que tanto su cuerpo como su tesoro serían encontrados juntos un día. Ésa era una de las razones para poner su autobiografía en la caja fuerte: quería facilitar a las autoridades la identificación de su cuerpo.
Sin embargo y contra todo pronóstico, Fenn venció al cáncer.El hombre retuvo durante 20 años el cofre del tesoro, pero la enfermedad jamás regresó.
No se sabe muy bien cuando, porque ni él lo ha explicado, pero con la entrada del nuevo milenio, el explorador se decidió a activar el plan. Se subió a su camioneta y se dirigió a un punto indefinido en las Rocky Mountains, en algún punto de Santa Fe. Luego salió del camión y llevó el cofre durante horas. Finalmente se detuvo y lo escondió. Luego regresó a casa y espero a que alguien lo encontrara. Y así hasta el día de hoy.
Para ayudar a los buscadores a encontrar su cofre, Fenn escribió un poema que dice que contiene hasta nueve pistas que apuntan a su ubicación. Esto es todo lo que sabemos (si lo averiguas) de la ubicación del tesoro:
- Como he ido solo hasta allí
- Junto con mis tesoros,
- Puedo guardar mi secreto en ese lugar,
- Y las pistas de riquezas nuevas y viejas.
- Comienza allí donde las aguas cálidas se detienen
- Y toma el cañón hacia abajo,
- No muy lejos, aunque demasiado lejos para ir andando.
- Sitúate debajo de la casa de Brown.
- Desde allí no hay lugar para los tímidos,
- El final se acerca;
- No habrá que remar en el arroyo,
- Solo algunas cargas pesadas y mareas altas.
- Si has sido sabio y encontrado el fuego,
- Mira rápidamente hacia abajo, tu misión está a punto de acabar
- Pero párate y contempla la maravillosa vista,
- Solo toma el cofre y ve en paz.
- Entonces, ¿por qué tengo que irme?
- ¿Y dejar mi tesoro para que todos lo busquen?
- Las respuestas yo ya las sé
- Lo he hecho cansado, y ahora estoy débil
- Así que oídme todos y escuchadme bien,
- Tu esfuerzo compensará el frío.
- Si tú eres valiente y en el bosque
- Te doy permiso para llegar al oro.
Fenn publicó el poema junto con su autobiografía en un libro del 2010 llamado The Thrill of the Chase: A Memoir. Ocurre que al principio lo vendió solamente a través de una librería en Santa Fe, así que el conocimiento del tesoro se supo lentamente. Luego, en 2013, la NBC se enteró y sacó su historia en un programa. A las pocas semanas de la publicación, cientos de cazadores de tesoros de todo el mundo comenzaron a llegar a Santa Fe y apuntaban hacia el norte para buscar las reliquias de Fenn.
Desde entonces, los exploradores no han dejado de llegar, y las cifras siguen creciendo. Se estima que hasta 40 mil personas se dirigen a las Rocky Mountains cada año para buscar el tesoro de Fenn. Pero lo único cierto es que el tesoro sigue allí, esperando que alguien se haga con él. Así lo afirma el mismo Forrest, “El tesoro permanece con toda seguridad donde lo escondí hace años”. [Wikipedia, The Thrill of the Chase: A Memoir, NPR]