Es casi un insulto decir que The Defenders es exactamente lo que pensaste que sería, pero no es así. Es un programa consciente de las expectativas que ha generado y de los problemas con los que han tropezado otras series de Netflix en el universo Marvel. Además, sabe muy bien cómo utilizar a su reparto y su tiempo en pantalla. En otras palabras, es estupenda.
Tras ver los cuatro primeros episodios de The Defenders, puedo decir honestamente que me molestó no poder ver la serie completa. Dicho esto, es común que las series de Netflix y Marvel tiendan a perder algo de ritmo hacia la segunda mitad de sus temporadas; The Defenders solo tiene ocho episodios, en comparación con el estándar de trece de otras series, lo que significa que se mueve a una velocidad mucho mayor que sus predecesoras, no tiene tiempo que desperdiciar, lo que es una gran bendición.
Al ser más corta, la temporada trae consigo un sentido de urgencia, pero el formato de serie de televisión le proporciona una duración extra, a diferencia de sus hermanos de la pantalla grande, The Avengers/Los vengadores. Este tiempo le permite mostrar de mejor manera cómo sus personajes llegan a conocerse. La desconfianza inicial resulta natural, así como el trabajo en equipo entre los protagonistas. No es una serie que escatime en bromas, algunas de las cuales están mejor logradas que muchas de las escenas de acción.
Todos los personajes son exactamente como los recuerdas, e incluso mejor después de haber madurado en el transcurso de sus propias series. Matt Murdock (Charlie Cox) se había vuelto bastante desagradable al final de la segunda temporada de Daredevil, pero The Defenders te recuerda por qué Cox es tan bueno en su papel. La inherente rareza de Matt es destacada en este universo, y de manera notable. (En el tráiler, por ejemplo, identifica la comida por su olor, y el resto del equipo se le queda mirando, lo que resulta maravilloso).
Jessica Jones, interpretada por Krysten Ritter, hace larga la espera para su segunda temporada. Su serie describía una lucha personal, y The Defenders hace un estupendo trabajo al utilizar su profunda necesidad de ayudar y su no tan profunda curiosidad por explicar cómo es que se enreda con La Mano. El hecho de que este personaje sea tan reacio, e incluso hostil, en involucrarse con el equipo es maravillosamente verosímil y nos ofrece una auténtica tensión.
Luke Cage, interpretado por Mike Colter, también es introducido en la trama de manera cuidadosa y auténtica, con un real entendimiento de cuáles son las motivaciones del personaje. Gracias a Dios es así, porque sus reacciones ante Danny Rand (Finn Jones) hacen que Iron Fist sea soportable. La serie le da a Luke una estaca personal en el conflicto, que sirve como un recordatorio de sus víctimas, de una manera que las superproducciones no pueden (o no quieren) manejar.
¿Es Finn Jones tan poco carismático que sigue siendo doloroso incluso ver a Danny Rand? Sí. Sin embargo, afortunadamente, no permanece mucho tiempo solo. No lo podemos evitar cuando hace su aparición en la historia, pero tan pronto llega otro Defender para restarle importancia a lo muy en que serio se toma a sí mismo, pasa a un segundo plano. The Defenders reconoce lo que Iron Fist no pudo: las muchas, pero muchas razones por las que Danny Rand no le agradaba a la gente. Darse cuenta de lo insufrible del personaje y dejar que el resto del equipo lo note no limpia los errores de Iron Fist, pero ayuda.
De hecho, por todas partes hay evidencia de que los guionistas pensaron mucho en las preguntas que los espectadores tendrían sobre el programa, así como en los momentos que los fans querrían ver. Si te has preguntado por lo raro que resulta que Daredevil sea el único de los cuatro cuyo nombre nadie conoce, bueno, la serie también ha pensado en ello. Es fanservice bien hecho, sin sacrificar la historia de ningún personaje.
Por otro lado, The Defenders ha hecho un mejor trabajo con sus villanos que muchas de las películas de Marvel. Sigourney Weaver interpreta maravillosamente a Alexandra, un personaje al que parece no importarle dejar caer trozos de conocimiento que no debería tener. Sus motivaciones están un poco burdamente explicadas, lo que es una pena porque Weaver es capaz de mostrarlas con su actuación sin necesidad de información excesiva.
Este es uno de los mayores fallos de la serie: hay demasiado diálogo. Todo es mostrado y dicho: las historias previas, los sucesos entre la última vez que vimos a los personajes y el presente, quiénes son los villanos. Aunque las bromas son encantadoras y el discurso de un villano puede ser aceptable, parece que existe miedo de que los espectadores se pierdan por completo si es que cada milímetro de la historia no fuese explicado en voz alta.
Sin embargo, lo bueno de The Defenders supera ampliamente lo malo. No es una historia revolucionaria, los villanos (como es típico) tienen un excesivo, enrevesado e hilarante plan —pero todo es una excusa para mostrar a Matt, Jessica, Luke y Danny reunidos en un equipo—. No solo son más fuertes al estar unidos; resulta que también son más entretenidos.