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La Tiangong-1 se desintegra sobre el océano a poco de alcanzar el cementerio de naves espaciales de Point Nemo

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Si temías que algún pedazo de la estación espacial China Tiangong-1 te pudiera caer en la cabeza, ya puedes salir de casa con tranquilidad. El laboratorio espacial se ha desintegrado ordenadamente al entrar en la atmósfera, y además lo ha hecho en el mejor lugar posible: sobre el Océano Pacífico.

Esta madrugada, el alto mando del ejército de Estados Unidos que monitorizaba la entrada de la estación en la atmósfera mediante su red de sensores y satélites ha confirmado que la Tiangong se ha volatilizado prácticamente por completo al entrar en la atmósfera.

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Es posible que algunos pequeños pedazos del laboratorio de ocho toneladas hayan sobrevivido a la fricción con la atmósfera y hayan llegado hasta la superficie, pero no pueden ser muy grandes. La estación no era un objeto lo bastante voluminoso y ni siquiera tenía escudo térmico para protegerse. Además, la suerte ha querido que la entrada final de la Tiangong tuviera lugar en una zona completamente segura sobre el Océano Pacífico.

Pese a que el descenso de la Tiangong-1 ha sido completamente accidental, ha estado a poco de ser perfecto. Si hubiera aguantado unos cuantos miles de kilómetros más en órbita hubiera ido a caer exactamente en Point Nemo, el remoto lugar del Pacífico donde las agencias espaciales hacen caer sus satélites y estaciones orbitales cuando el descenso es inevitable pero puede controlarse.

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Los pocos restos de la Tiangong-1 que queden, reposan ya en el fondo del océano. Algo más lejos, en Point Nemo, reposan 145 vehículos de abastecimiento rusos Progress, 4 naves de carga HTV japonesas, 5 vehículos de transferencia de la ESA, 6 estaciones espaciales Salyut, y la venerable estación MIR. [vía Space]