Cuando la Agencia Espacial Europea confirmó ayer que el aterrizador Philae, del tamaño de una lavadora, había despertado tras 7 meses de “hibernación”, científicos como Monica Grady se echaron a llorar de alegría. Era, de nuevo, algo histórico. ¿Por qué es tan importante? ¿Qué puede descubrir ahora Philae?
Philae se encuentra ahora mismo en algún punto aún no identificado sobre la superficie del enorme cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. A unos 200 kilómetros de distancia, observando de cerca, orbita la sonda Rosetta. Philae logró ayer conectarse por primera vez a Rosetta en 7 meses y enviar datos durante 85 segundos. Envió solo 300 paquetes de datos almacenados, pero los científicos esperan que envíe pronto hasta 8.000 paquetes de datos más.
Si la misión Rosetta, pese a todos los imprevistos, había sido ya histórica, ahora lo va a ser aún más. Con el despertar de Philae se abre una nueva posibilidad de investigación con la que los científicos casi ya ni contaban. Una investigación que puede revelar muchos misterios sobre el cometa 67P y, de paso, sobre el origen del Sistema Solar y la vida en la Tierra.
¿Fueron los cometas el origen de la vida en la Tierra?
Los cometas son grandes masas de roca y hielo que datan de las primera fases de formación del Sistema Solar hace 4.500 millones de años. Poder estudiar uno de estos cometas de cerca, tan cerca como con un pequeño aparato aterrizado sobre uno de ellos, es algo que hasta hace poco era inimaginable. Pero se ha conseguido. El aterrizador Philae está ahora mismo operativo y funcional, a una temperatura de -35C y con 24 vatios disponibles, lo “suficiente de momento para comunicarse y realizar algunas actividades científicas”, asegura Koen Geurts, uno de los responsables de la misión, a Nature. Y lo mejor: se ha despertado en una fase del cometa mucho más interesante desde el punto de vista científico.
Philae aterrizó accidentadamente sobre el cometa 67P el pasado noviembre. Fue a parar a un punto exacto hasta ahora no identificado, lejos de la luz solar que necesitaba para desplegar sus paneles y comenzar a funcionar. Si todo hubiera ido como planificado y los paneles solares se hubieran desplegado, Philae habría terminado ya su misión en marzo al sobrecalentarse los paneles. Pero al quedar escondido (y protegido) de la luz solar, despertar de nuevo ahora significa que podrá medir y analizar justo la fase más activa del cometa, cuando se aproxima al Sol y empieza a fundirse y a expulsar partículas y gases.
Prioridad: ubicar a Philae y taladrar la superficie del cometa
Tras el despertar de Philae, los científicos responsables de la misión tienen ahora mismo dos grandes prioridades. La primera es ubicar exactamente dónde se encuentra posado el aterrizador sobre el cometa. La ESA cree haberlo localizado, pero falta una confirmación completa de su ubicación. La otra, y casi más importante ahora que se ha reestablecido comunicación (aunque intermitente) con Philae, es intentar que utilice uno de sus instrumentos para taladrar la superficie del cometa, analizar los componentes y enviar la información a Rosetta y de ahí a la Tierra.
Hay un problema (bueno, dos): para taladrar la superficie Philae necesitará una importante cantidad de energía, y no es seguro que vaya a disponer de ella. Además, poner en funcionamiento el taladro podría hacer que se moviera (de nuevo) de posición y complicara toda la misión.
Philae ya descubrió partículas orgánicas en el cometa, pero ahora podría captar partículas de carbono, tanto en la superficie como en los gases que comienzan a surgir por la aproximación al Sol. Estas partículas de carbono son uno de los elementos clave para la formación de vida. De confirmarlas, la teoría de que el agua podría haber llegado inicialmente a la Tierra tras el impacto de varios cometas ganaría peso y se podría despejar así uno de las grandes incógnitas de nuestro Sistema Solar: cómo aparecieron los elementos necesarios para el surgimiento de la vida en la Tierra.
Philae cuenta con 12 instrumentos científicos (imagen de arriba) para analizar el cometa 67P. Este llegará a su mayor punto de acercamiento al Sol el próximo 13 de agosto. Si todo marcha bien, Philae podría estar operativa 4 meses más desde ahora mismo. La misión de Rosetta llegará a su fin definitivo en septiembre, cuando descienda hacia el cometa para posarse allí para siempre. Un viaje que ya es historia de la exploración espacial.
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