Si vas de vacaciones a Rusia, no te molestes en visitar Mezhgorye. Todo lo que verás será un puesto de control en cualquiera de las entradas a esta ciudad de 20.00o habitantes. Mezhgorye es una de las últimas ciudades cerradas rusas, y la entrada a un secreto aún mayor que se extiende kilómetros bajo tierra.
Las ciudades secretas rusas
A finales de la década de los 40, la Unión Soviética comenzó a cerrar el acceso a determinadas poblaciones dentro de su territorio. Habían nacido los complejos administrativo-territoriales cerrados, más conocidos como ciudades cerradas, ciudades secretas o ZATO en su transcripción de la escritura cirílica (Zakrytye administrativno-territorial’nye obrazovaniya).
Todo empezaba con un complejo militar, científico o industrial cuya actividad estuviera clasificada como secreta. A medida que la instalación crecía, se construían viviendas y servicios para albergar al personal que trabajaba en el complejo. Con el tiempo, el enclave se convertía en una pequeña ciudad completamente independiente y aislada del resto.
Había varios tipos de ciudades cerradas. Algunas, denominadas Naukogrados, estaban orientadas a la investigación científica y tecnológica. La mayor parte de logros en armamento, física nuclear o viajes espaciales han salido de esas ciudades como Baikonur. En otras ocasiones se trataba de centros de producción y extracción de materia prima, como las terribles minas de níquel de Norilsk, o la mina de diamantes de Mirny.
Prohibida terminantemente la entrada
La entrada de extranjeros a estas ciudades estaba rigurosamente prohibida. Para acceder a ellas los ciudadanos rusos necesitaban un permiso especial emitido por los servicios secretos del país (el NKVD en tiempos de la URSS, y la KGB después). En muchos casos, los accesos a la ciudad estaban vigilados por tropas del ejército rojo.
En tiempos de la guerra fría, estas ciudades no tenían nombre ni aparecían en los mapas. Los soviéticos utilizaban una nomenclatura basada en la ciudad más cercana y los kilómetros que la separaban de la ciudad secreta. Así, Seversk, que hoy todavía tiene el acceso muy restringido, era conocida como Tomsk-7. A veces cambiaban al azar la ciudad de referencia o la numeración para despistar. La propia Mezhgorye se llama también Ufá-105 o Beloretsk-16.
Si conocemos todos estos datos es, obviamente, porque muchas de esas ciudades cerradas han dejado de serlo. Al término de la guerra fría, y tras la desintegración de la URSS, la mayor parte de estos enclaves fueron cambiando su estatus y abriéndose a un puñado de visitantes. En su mayor parte se trata de inversores extranjeros que requieren permiso expreso del servicio secreto ruso (SVR), aunque algunas como Talnakh (contigua a Norilsk) incluso aceptan turistas. Actualmente hay 42 ciudades cerradas reconocidas en las que viven y trabajan 1,5 millones de personas. Asimismo, hay otras 15 abandonadas o no reconocidas por el gobierno ruso. Entre ellas está una de las más aisladas y herméticas: Mezhgorye.
Mezhgorye, excavaciones en la montaña maligna
Bienvenidos a la República de Baskortostán, en la Federación Rusa. En la parte más meridional de la cordillera de los Urales se encuentra el Monte Yamantau, un macizo rocoso abundante en cuarzo de 1.640 metros de altura. Su nombre significa literalmente “Montaña maligna” en lengua Bashkir. La razón de este nombre se desconoce.
En los años 70, el gobierno soviético comenzó varias excavaciones en Yamantau. Al principio se creía que eran minas, pero pronto las supuestas explotaciones de mineral se dotaron de tres guarniciones militares: Beloretsk-15, Beloretsk-16 y (no confirmado) Alkino-2. Los destacamentos se unieron en 1995. Había nacido la ciudad cerrada de Mezhgorye.
La población (en realidad dos distritos separados 23 kilómetros) comenzó a llamar la atención fuera de Rusia en 1996. Un reportaje del New York Times basado en otro aparecido en el Pravda comenzó a hablar de una base subterránea masiva en la que trabajaban 30.000 personas y a la que llegaban varias vías de tren.
En una rueda de prensa concedida por el delegado del pueblo para la República de Baskortostán, Leonid Akimovich Tsirkunov, se desmentían todos los rumores. Según Tsirkunov, las excavaciones tenían como objeto construir un búnker para almacenar reservas de ropa y alimentos a los que recurrir en caso de catástrofe humanitaria.
El delegado también explicaba que la roca extraída de Yamantau era muy apreciada por los constructores locales, y que se estaban construyendo plantas de tratamiento de aguas para preservar el medio ambiente. Finalmente, Tsirkunov tachó de falsos los rumores sobre altos niveles de radioactividad en la zona. Los militares de los destacamentos estaban simplemente ayudando en la construcción.
La mano muerta
A la descripción realizada por Tsirkunov solo le faltan los unicornios cabalgando sobre arcoíris, pero en occidente las sospechas de que algo gordo se estaba cociendo en Mezhgorye eran cada vez mayores. En 1997, el congreso de Estados Unidos emitió una queja formal sobre Yamantau, pero el Ministro de Defensa ruso respondió que no tenían por costumbre ofrecer información sobre ese tipo de proyectos.
En la actualidad, no existe ningún dato sobre qué hay bajo el monte Yamantau. Se ha llegado a especular que los rusos han excavado allí una ciudad subterránea con capacidad para 60.000 personas. Las hipótesis más moderadas apuntan a que se trata de un refugio para altos mandos rusos en caso de conflicto nuclear. No obstante, la mayor parte de hipótesis apuntan a que el complejo es un silo de misiles balísticos intercontinentales que forma parte del sistema Perimeter, también conocido como La Mano Muerta (Dead Hand).
Perimeter era un sistema automatizado de lanzamiento de misiles pensado para contraatacar incluso aunque no quedara nadie vivo en Rusia para apretar el famoso botón rojo. La idea era que una red de sensores sísmicos, de radioactividad y de presión sirvieran para activar las armas sin intervención humana en caso de que detectaran una explosión nuclear en suelo soviético. Se supone que el sistema solo se activa en caso de crisis, pero no falta quien dice que está activo todo el tiempo. Lo único claro es que Perimeter existe o eso es, al menos, lo que aseguran desde el Kremlin.
Visitar Mezhgorye y Yamantau
Sencillamente, no es una buena idea. Mezhgorye sigue siendo una ciudad cerrada a extranjeros. La entrada requiere de una solicitud formal ante las autoridades locales rusas a través de una carta a la embajada, e incluso así lo más probable es que la solicitud sea denegada.
Según explican en La Pizarra de Yuri, Los pocos montañeros locales federados que se han acercado al Yamantau advierten de que hay un amplio perímetro vigilado por tropas de asalto. Oficialmente, solo se puede subir hasta la menor de las dos cimas del Yamantau, conocida como Mashaki, y siempre a través de un sendero muy delimitado. La zona está también cerrada al tráfico aéreo. En la cima del Yamantau, un busto de Lenin es el único testigo mudo del misterio tras uno de los lugares más fascinantes del planeta.