
Las autoridades regionales en Botswana se han quedado sin vías de investigación. Calculan que en los dos últimos meses han muerto misteriosamente más de 150 elefantes en los pantanos del Delta del Okavango. Sin embargo, se ha descartado que se deba a la caza furtiva o el envenenamiento.
Al parecer, y según cuenta Reuters, los cadáveres de los animales estaban prácticamente intactos, lo cual eliminaba la caza para hacerse con su carne o sus colmillos. Además, tampoco hubo evidencia de envenenamiento, ya sea por causa humana o a través de alguna bacteria que hubiera podido infectar la vida en grupo de los animales.
Según explicó el oficial de vida salvaje Dikamatso Ntshebe a varios medios locales:
Todavía estamos experimentando la muerte de elefantes en el Panhandle de Okavango. También vemos elefantes que muestran que están enfermos y están a punto de morir.
Mientras los casos se acumulan, el Departamento de Vida Silvestre ha comenzado a retirar colmillos de los cadáveres para disuadir a los cazadores furtivos de marfil de acercarse a los cuerpos. A los locales también se les ha advertido contra el consumo de carne de los animales muertos, lo que sugiere que las autoridades aún están investigando la posibilidad de algún tipo de enfermedad o intoxicación.

Las autoridades también han comunicado que se enviaron muestras de tejido de los elefantes fallecidos para su posterior análisis. Sin embargo, podría pasar bastante tiempo hasta que se reciban los resultados debido a la pandemia de Covid-19.
Actualmente, Botswana tiene el mayor número de elefantes en África, con más de 130.000 de sabana, aproximadamente un tercio de la población restante de África. Dicho esto, y como explican en IFLScience, el país tiene una relación bastante compleja con los elefantes.
Si bien la especie es una fuente importante de dinero, turismo y orgullo, con frecuencia también se mezcla el resentimiento. ¿Por qué? El creciente número de elefantes que se ha visto en las últimas décadas en contacto con los humanos ha terminado en destrucción de tierras de cultivo e incluso la muerte de personas.
En respuesta al aumento de estos incidentes, Botswana levantó su prohibición de cazar elefantes en mayo de 2019. Y aunque logró vender hasta 60 licencias para cazar elefantes a principios de 2020, la temporada de caza no despegó en abril debido a la pandemia y las restricciones de viaje globales.
Con este caldo de cultivo, la vida silvestre en Botswana ha estado bajo una gran presión por la caza furtiva de marfil en los últimos años. De hecho, una investigación publicada en 2019 mostraba que la cantidad de cadáveres de elefantes furtivos en Botswana había aumentado en casi un 600 por ciento entre 2014 y 2018. El trabajo concluía que la mayoría de estos animales fueron asesinados por su marfil. [Reuters, IFLScience]