Leía yo Twitter con el café, como cada mañana, cuando caí en una encuesta del popular YouTuber de ciencia y Tecnología Kyle Hill. La pregunta que proponía era simple, pero fascinante: ¿Te amputarías un brazo para cambiarlo por otro artificial que funciona igual de bien o incluso mejor?
Mi respuesta es no. No. Nyet. Nein. Ni de coña. De hecho mi consejo es que tú tampoco lo hagas por muy tentador que parezca con una única excepción que no aplica en este caso: que por un desgraciado accidente no tengas brazo y necesites uno.
El transhumanismo, que no es otra cosa que la corriente intelectual que defiende la modificación del ser humano mediante la tecnología, es un concepto fascinante, pero a menudo pienso que se abraza desde una perspectiva demasiado romántica y poco realista. Comencemos con un dato: llevo 25 años analizando tecnología (literalmente 25. No es una forma de hablar) y jamás en mi vida he encontrado un dispositivo que pudiera decir que es perfecto. Todos, absolutamente todos, tienen algo. Siempre aparece algún problema, algún fallo, alguna tara. Alguna función que no opera exactamente como te gustaría.
Llevo casi el doble de ese tiempo utilizando mi brazo para un montón de cosas y hasta la fecha no me ha dado ningún problema. Funciona a la perfección.
El segundo detalle es que probablemente nuestras expectativas están demasiado influenciadas por el cine, los cómics y la televisión, y nada de lo que vemos ahí es realista. Ponerte un brazo artificial, por ejemplo, nunca podrá darte superfuerza sencillamente porque está anclado (a la altura del hombro, supongo)a un sistema musculo-esquelético que sigue siendo natural y que no resistiría levantar 200 kilos con una mano. Se te caería el brazo, te romperías el hombro o te irías tú al suelo, probablemente debajo del objeto enorme que querías levantar.
Pero descartemos la superfuerza. Un brazo artificial puede tener muchos otros usos que sí son factibles. Herramientas ocultas en su estructura, conexiones directas a computadoras... ¡Cañones láser! Incluso aunque todas estas funciones fueran posibles y se ejecutaran absolutamente a la perfección (sin problemas como la batería, etc), hay un detalle que pocas veces se tiene en cuenta y que desaconseja completamente la idea de cambiar tu brazo natural perfectamente funcional por otro artificial mejorado:
¿Crees que el móvil que llevas en tu bolsillo es realmente tuyo? ¿Tu computadora es completamente tuya para hacer con ella lo que quieras? Me temo que no. El descabellado modelo económico actual nos ha llevado por un camino en el que la tecnología que compramos y usamos no es más que una licencia indefinida para utilizar un hardware. Esa licencia puede modificarse o expirar cuando la empresa y/o otras autoridades lo crean conveniente, te guste o no.
El simil con los móviles nos lleva a escenarios completamente ridículos, pero tristemente realistas. Tres años después de haberte instalado tu brazo nuevo, este comenzará a funcionar un poco regular porque la empresa que te lo vendió lo que quiere es que te compres un brazo nuevo, el iBrazo 12. Tiene básicamente los mismos dedos que el iBrazo 11, pero ningún blogger de tecnología te lo dirá porque a ellos se lo ceden durante un año y luego se lo cambian cuando llega el nuevo y están siempre encantados. También ocurre que los brazos nuevos son de cristal y tan absurdamente grandes que pareces un cangrejo violinista en celo con ellos, pero es la moda, amigo.

Resulta que la compañía que fabrica tu brazo también ha entrado en el negocio de los balones de playa y claro, no le gusta que uses el brazo con balones que no sean suyos así que cuando tu extremidad detecta un balón de la competencia se desactiva. Puedes elegir un brazo de otra marca, pero resulta que el imbécil que gobierna en tu país (da igual en qué país vivas para asumir este comentario. Toda la clase política es flagrantemente incompetente) ha decidido que no le gusta esa marca y la ha boicoteado. A resultas de ello ahora tienes que usar el brazo con funciones reducidas y aplicaciones que no te gustan tanto.
Cuando compraste el brazo no leíste bien la política de la marca (dichosa letra pequeña), y resulta que es una marca especialmente celosa con los contenidos de tipo sexual en su plataforma. A resultas de ello, el brazo se desactiva y dice no con el dedito cuando intentas usarlo para masturbarte. Tampoco puedes hacer la peineta porque eso es un gesto obsceno. Con el tiempo y las quejas, la compañía lo solucionó... con un servicio de suscripción mensual que admite movimientos adultos... Ahora pagas 10 euros al mes por hacer lo que antes hacías gratis. Puedes hacer jailbreak y descargarte lo mismo en torrents, pero hay un virus por ahí que...
Si esto pasa con un brazo, mejor no hablar de otras extremidades más delicadas. Podría seguir con ejemplos de este tipo hasta el infinito, pero creo que vas pillando la idea. Nunca cambies tu fiel brazo de toda la vida por uno que no sea tuyo. Lo acabarás lamentando amargamente.
¿Existe algún rayo de esperanza para el transhumanismo en este negro futuro corporativo que te acabo de pintar? Sí, que te instales un brazo de código abierto que puedas modificar tú mismo y que cuente con una nutrida comunidad de gente maravillosa que desarrolla mejoras para ese brazo concreto, pero ya sabes lo que significa eso ¿no? -Lo siento cariño, ahora no puedo. El brazo está compilando.-