Andrew Wardle nació sin pene, pero con un gran sentido del humor. Quizá ese sea su secreto para soportar la exposición mediática a la que está sometido desde que los cirujanos del Hospital Universitario de Londres le implantaron un pene biónico con el que pudo perder la virginidad.
Wardle se hizo conocido en 2015 tras contar su vida para el documental El hombre sin pene. Contó que había esperado nueve meses para decirle a su novia Fedra que había nacido con una rara malformación congénita llamada extrofia vesical. Contó que tenía testículos, pero no tenía pene, y que se solía inventar un problema en el riñón como motivo para no hacer el amor. Contó que sus amigos no lo sabían. Contó que su familia biológica lo había dado en adopción y que había intentado suicidarse en dos ocasiones.
Pero Wardle dejó de ser el hombre sin pene para convertirse en el hombre del pene biónico el año pasado. Basados en el caso de Mohammed Abad —otro británico que perdió el miembro viril en un accidente y lo recuperó en 2012 gracias a una tecnología experimental— los cirujanos del Hospital Universitario de Londres crearon un nuevo pene para Wardle a partir de la piel, el músculo y los nervios extraídos de uno de sus brazos, así como una vena tomada de una de sus piernas.
El pene biónico, que se hincha bombeado un líquido desde un pequeño saco instalado en el escroto, fue descrito como “absurdamente grande” por Andrew Wardle. El feliz portador tuvo que pasar dos semanas con una erección de prueba y esperar seis semanas para mantener relaciones sexuales, pero fue un precio bajo a pagar en comparación con los 45 años anteriores en los que tampoco había podido perder la virginidad.
Sin embargo, no todo salió bien. Cuando por fin estaba llevando una vida normal, Wardle cayó insconsciente. Su novia Fedra lo encontró en el suelo y pensó que le había hecho daño mientras hacían el amor. Ese mismo día iban a aparecer en la tele para contar cómo habían ido las cosas, pero Wardle acabó en el hospital y pasó cinco días en coma. Le hicieron todo tipo de pruebas, descartando incluso un cáncer de páncreas. Finalmente encontraron el problema en su vesícula biliar y decidieron extirparla con una laparoscopia.
Wardle se encuentra bien. A sus 45 años, dice estar entusiasmado con la posibilidad de tener hijos con Fedra, de 28. Según la pareja, que vive en Manchester, el pene biónico “es fantástico”. Habían organizando una escapada romántica a Ámsterdam para probarlo por primera vez, pero lo hicieron dos días antes del viaje. “Estoy disfrutando de la vida gracias a los cirujanos”, dijo Wardle. “El sexo es increíble”.