Hace 66 millones de años, un Tyrannosaurus rex se comió a otro al este de lo que ahora es Wyoming. Es el último hallazgo en la Formación Lance, una división rocosa originada en el Cretácico Superior en la que siguen descubriendo fósiles de dinosaurios. El último es una nueva prueba de que los Tiranosaurios, además de violentos, eran caníbales.
El paleontólogo Matthew McLain ha adelantado a los medios los resultados de la investigación, que va a ser presentada la semana que viene en el evento anual de la Sociedad Geológica de Estados Unidos.
“Estábamos en una excavación en la Formación Lance. Alguien encontró un hueso de un Tiranosaurio que estaba roto por ambos extremos y cubierto de muescas. Eran muescas muy profundas” explicó McClain. “Tenían que ser de un Tiranosaurio, no hay otro animal con los dientes tan grandes”
La pista más evidente estaba dentro de una de las muescas: había pequeños canales que se correspondían con el movimiento de sierra de los dientes del dinosaurio. Sin duda alguna, el T-Rex se había dado un festín arrancando la carne del hueso de una de las piernas de su compañero. Lo que no está claro es si fue él el que lo mató.
¿Cómo pueden estar tan seguros de que eran dos Tiranosaurios? Porque en la Formación Lance sólo hubo dos grandes terópodos: el Rex y el Nanotyrannus lancensis, que no cuadra con las marcas de dientes. La única interpretación posible es el canibalismo. [vía Science]
Imagen: Luis Rey.
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